Un Acuerdo entre pobres y ricos,
entre explotados y explotadores…
Alfredo Velázquez Valle.
En el órgano oficial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Coahuila, “Regeneración”, en su número cuatro de abril de 2017, su presidente Andrés Manuel López Obrador, convoca a un Acuerdo de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México. En dicha convocatoria, el líder tabasqueño exhorta al pueblo de México (en donde todos caben, incluso los explotados y sus explotadores a los cuales denomina: ricos y pobres) a:
“…luchar juntos y lograr, por la vía pacífica y legal, un cambio de régimen y hacer de la honestidad una forma de vida y de gobierno.”
Para proseguir más delante:
“Nuestros adversarios están en las cúpulas de poder económico y político y en las burocracias corruptas de los partidos. Abajo no tenemos diferencias con nadie; el problema está arriba. En realidad son muy pocos los que oprimen a muchos. En la base y las clases medias hay un profundo deseo de liberación, de hacer realidad la justicia y de establecer una auténtica democracia.”
Comencemos por decir, de entrada, que este exhorto pretende invocar a fuerzas tan grandes, por abstractas, que mucho me temo nadie quedará plenamente convencido de si realmente es a uno mismo a quien se llama a tan grandísima y heroica lucha por cambiar ese régimen “deshonesto y violento”.
En segundo lugar lo ocupa mi vergonzosa confesión al afirmar que este Acuerdo me es tan contradictorio y lleno de lugares comunes, un verdadero galimatías, que no sabría por dónde meter el gancho que me descubra la punta misma de la hebra de esta madeja sucia por manoseada.
El texto, que consta de siete cuartillas, y rubricado por el mismo Andrés Manuel, por Bertha Luján y Yeidckol Polevnsky, nos pide unidad de clases para inmediatamente después decirnos que los adversarios a derrocar son los miembros de una de esas clases: los ricos (a los cuales ahora llama “cúpulas del poder económico y político”).
Si a ello le es imposible encontrarle alguna lógica, menos aún es el hecho de pretender “lograr por la vía pacífica y legal, un cambio de régimen…”
Es decir, si las cúpulas económicas y políticas tienen legalmente agarrado al régimen por el cogote (como todos lo sabemos), y si además y por consecuencia esas mismas élites oprimen a las otras clases (hemos de entender por oprimir lo que el conservador Diccionario de la Lengua Española nos dice: Someter a una persona, a una nación, a un pueblo, etc., vejándolos, humillándolos o tiranizándolos) ¿Cómo ha de ser que pacíficamente se logre arrebatar a esos “pocos” una forma de vida que nos ha sido robada y un auto-gobierno no ejercido?
En 1936, en un tiempo similar al que hoy padecemos, es decir, un tiempo que es antesala de calamidades por venir, León Trotsky alertaba a la clase trabajadora sobre los alcances reales de la democracia burguesa:
“…De una vía pacífica, constitucional, al socialismo, no pueden hablar más que los inválidos políticos… La burguesía no vacilará en provocar una docena de golpes de estado para prevenir la llegada del proletariado al poder. Un Estado obrero socialista no puede ser creado más que por vía de una revolución victoriosa.” (Trotsky, 1975)
Se objetará que Morena y su indiscutible líder no tienen por objetivo llevarnos a una especie de cambio de sistema económico-social llamado socialismo; objeción que queda invalidada por el párrafo quinto de dicho Acuerdo que nos dice: “Con esta nueva forma de hacer política, se logrará el bienestar material y el bienestar del alma para la felicidad de todos”.
Entonces si lo que se busca realmente es llegar a esa República amorosa e igualitaria (socialista) bien hará este Movimiento de Regeneración Nacional en indicarnos los caminos, las veredas por las cuales habremos de transitar cuando esas élites económicas y políticas provoquen de nueva cuenta, otro golpe de Estado “para impedir la llegada del proletariado al poder”; golpes que por otra parte ya bien conoce este señor amoroso que siendo víctima principal de éstos no ha hecho honor a su apellido, es decir no ha obrado.
Concluyamos diciendo que si la unidad de clases para un fin común socialista es imposible por absurda y que si además la democracia plena es también imposible por medios pacíficos y legales, el citado Acuerdo de unidad no abona realmente a la liberación de los explotados (que somos el 99% de la población) a los que AMLO llama pobres, quedando en la trágica como patética representación de una política de traición a las mismas masas a las cuales dice defender.
Amén de otras contradicciones…
Bibliografía: Trotsky, L. (1975). El armamento del proletariado. En L. Trotsky, ¿A dónde va Francia? (págs. 35-36). México, D.F.: Juan Pablos Editor. |