Apuntes al margen sobre las elecciones
coahuilenses del 4 de junio
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Las elecciones
Finalmente, el pasado 4 de junio se realizaron las esperadas elecciones en Coahuila, donde el principal evento fue elegir al próximo gobernador de nuestro estado, aunque también estuvieron en juego las alcaldías de los 38 municipios y la renovación del Congreso local.
Después de una campaña política llena de descalificaciones y múltiples acusaciones algunas mentirosas y otras ciertas, se llegó el día de resolver la controversia mediante el sufragio de los coahuilenses, quienes tuvieron siete opciones gubernamentales para elegir, de las cuales sólo dos representaban la mayoría de las preferencias ciudadanas: Miguel Ángel Riquelme Solís y Guillermo Anaya Llamas, candidatos del PRI y el PAN respectivamente, los que llegaron a las elecciones en un “empate técnico” lo que suponía desde un principio que el triunfo de uno de los dos sería por un pequeño margen.
Pese a esta realidad preelectoral, los siete candidatos al gobierno de Coahuila se presentaron como los posibles ganadores, quizás por esa razón los opositores al PRI nunca aceptaron unirse para derrotar al que vislumbraban como el enemigo a vencer: el priismo moreirista, que se había erigido como la maquinaria electoral del PRI más eficaz y organizada del país.
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También es cierto que otros dos de los candidatos gubernamentales despertaron simpatías entre el electorado coahuilense: el candidato de Morena Armando Guadiana Tijerina y el candidato independiente Javier Guerrero García, ambos ex priistas, uno con fama de millonario y el otro con una militancia en el PRI de más de tres décadas, que dio por terminada con la renuncia a su partido días antes de convertirse en candidato independiente. Pero ninguno de los dos se percibía como el próximo gobernador de Coahuila.
Las mañas de la partidocracia
Con el conteo del 70 por ciento de las casillas, y sin esperar el resultado final como lo establece la legislación electoral acordada por la partidocracia, desde la ciudad de México la dirigencia nacional del PAN anunció la victoria de su candidato Guillermo Anaya, lo cual exhibió el propósito panista: crear la expectativa de triunfo para desautorizar cualquier otro resultado.
Pero 24 horas después de anunciar su contundente victoria electoral, Guillermo Anaya convocó al resto de los candidatos gubernamentales que habían sido derrotados en las urnas, para que se organizaran en un Frente por la Dignidad de Coahuila, para exigir la anulación de la elección para gobernador, porque los resultados no le favorecieron al candidato panista.
El Frente de Perdedores, como los priistas bautizaron a la unión liderada por Guillermo Anaya e integrada por Armando Guadiana, Javier Guerrero, José Ángel Pérez y Luis Horacio Salinas, únicamente quiere anular la elección de gobernador, porque en las elecciones de alcaldes y diputados locales les fue muy bien, pues obtuvieron la mitad del Congreso y varios municipios de Coahuila, entre ellos: Torreón, Monclova y Acuña, lo que indica que según la percepción del PAN, el PRI sólo hizo fraude en la elección de gobernador.
Luego de las descalificaciones y acusaciones que se ventilaron en campaña, ahora con el Frente por la Dignidad de Coahuila han surgido una serie de especulaciones que se burlan de la inteligencia de los coahuilenses. Se ha dicho -para estimular las protestas ciudadanas- que la anulación de la elección de gobernador es un hecho porque será parte de una negociación con el poder central, en donde se permutará Coahuila por el Estado de México.
Sin embargo, esta inocente especulación no tiene sustento, porque el PAN no tiene con qué negociar. Su candidata en Edomex, Josefina Vázquez Mota, quedó en cuarto lugar y el mandamás en Morena, Andrés Manuel López Obrador, no tiene intenciones de protestar por el resultado de la elección en el Estado con el mayor número de votos del país, pues AMLO fue el indiscutible ganador en las pasadas elecciones del 4 de junio, y no se va a desgastar antes de las elecciones de 2018.
Por estas consideraciones, hay quienes aseguran que López Obrador no apoya la participación de Armando Guadiana en el Frente liderado por Guillermo Anaya, y la mejor muestra de ello es que AMLO no ha venido a Coahuila a reforzar con su presencia las marchas ciudadanas que hasta el momento de redactar estos apuntes se habían realizado en Saltillo, Ciudad Acuña y Torreón.
El único de los dirigentes nacionales que le ha dado su respaldo al mencionado Frente es el panista Ricardo Anaya, porque para nadie es un secreto que de lo que suceda en Coahuila depende su fortalecimiento para quedarse con la candidatura presidencial de su partido para el 2018.
Lo cierto es que a la fecha, el dirigente del Frente por la Dignidad de Coahuila, Guillermo Anaya, ni ninguno de sus asociados, ha presentado las evidencias en donde sustentan el fraude que asegura le hizo el PRI para robarle la gubernatura de Coahuila.
Mientras tanto, según el resultado oficial que arrojó el conteo de votos, le dieron la victoria electoral al priista Miguel Ángel Riquelme por más de 30 mil votos, por lo que el Instituto Electoral de Coahuila le entregó el pasado domingo 11 de junio su Constancia de Mayoría, lo que lo convierte en el gobernador electo.
El circo electorero
Durante la campaña, los coahuilenses fueron espectadores de un circo que motivó la risa de los que se mantuvieron en la objetividad, lejos del fundamentalismo de los militantes partidistas y de la inocencia política de los que verdaderamente anhelan un cambio por la vía electoral.
Uno de los risibles espectáculos, fue la declinación que días antes de la elección hizo el candidato a gobernador por el Partido del Trabajo José Ángel Pérez Hernández en favor de Armando Guadiana. Pero este oportunismo no es raro, el ex panista y ex candidato del PT -igual que otros más- andan buscando ser adoptados por Morena, para seguir pegados a la ubre presupuestal por la vía de la política electorera.
Otro de los que motivaron las carcajadas de los espectadores fue el ex gobernador y ex dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira Valdés, quien fue expulsado de su partido por imponerse como candidato plurinominal a diputado local por el Partido Joven que fue creado y financiado por el propio ex mandatario coahuilense.
Una vez que Humberto Moreira se impuso como candidato dijo muchas barbaridades, como aquellas de que promovería en el Congreso estatal la eliminación del fuero constitucional y la erradicación del nepotismo. Pero nunca habló sobre revisar las cuentas de su sexenio como gobernador ni de perseguir a los corruptos que se hicieron millonarios bajo su tutela y complicidad. Tampoco dijo nada sobre dar a conocer en dónde gastó los miles de millones de pesos que manejó discrecionalmente durante su gobierno y por qué dejó en bancarrota al Estado de Coahuila.
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Pero una vez ya entrado en sus fantasías, Humberto también aseguró que obtendría en las elecciones 100 mil votos para el partido que lo había adoptado como su candidato, pero las cuentas le salieron mal al Profe, porque a pesar de su decidida participación en todo el Estado, el Partido Joven apenas consiguió 35 mil votos.
Estos resultados para el Profe indican una de tres cosas: o no lo quieren los ciudadanos pobres como él aseguraba, o alguien metió la mano para hacerle perder su posibilidad de ser diputado local y de paso quitarle el registro y por lo tanto las prerrogativas económicas que tenía el Partido Joven, o el Profe no gastó lo suficiente para comprar los 100 mil votos.
Sin embargo, en lo que mayormente hizo énfasis el ex gobernador fue en su pleito personal con su hermano Rubén Moreira Valdez, de quien dijo hasta el cansancio: “yo lo hice gobernador”. Además, después de las elecciones hizo circular audios en donde Humberto Moreira se quejaba de que: “Nos robaron la elección de la manera más burda, estamos pensando en hacer una gran concentración, pero gran concentración, la nunca vista en todo el Estado. Lo que hicieron aquí, lo hicieron en todo el Estado... es lo más burdo que he visto en mi vida, son unos hijos de la chingada, hagamos una gran concentración, pero organicémonos quienes fuimos asaltados por el puto tirano del gobernador y su bola de secuaces”.
Otro evento post electoral que ha causado risa entre la gente pensante que observa el proceso, fue la unión tan decidida y combativa de los indiscutibles candidatos perdedores. Los mismos que nunca quisieron unirse al PAN antes de la elección para ganarle al PRI, ahora quieren que se anule la elección para gobernador, porque según ellos ganó Guillermo Anaya.
La defensa de la elección
También hay que apuntar, que mientras los legisladores coahuilenses priistas (senadores y diputados federales) se hicieron “patos” ante el reclamo panista de fraude, la diputada federal por Hidalgo, Carolina Viggiano Austria, esposa del gobernador Rubén Moreira, alzó la voz en el Congreso de la Unión para defender la victoria del candidato del PRI, Miguel Ángel Riquelme.
Con esta defensa, la diputada Viggiano exhibió el oportunismo de sus homólogos coahuilenses que prefirieron guardar silencio como una forma de mostrar su antimoreirismo de final de sexenio. Lo raro es que entre los mudos legisladores se encuentran dos que fueron creación del moreirismo: Jericó Abramo Masso y Armando Luna Canales, quienes de no haber sido por Humberto y Rubén Moreira no los estuviéramos padeciendo como “políticos”, de tal forma que ambos se consideran listos para gobernar Coahuila, como una muestra de los milagros que puede hacer la política electorera que padecemos en nuestro pobre país.
Coahuila dividida
Lo cierto es que los coahuilenses se encuentran divididos por los intereses y ambiciones de unos cuantos y de la partidocracia, de tal manera que el futuro de Coahuila se antoja incierto. ¿Cómo se resolverá el conflicto postelectoral? Nadie lo sabe, mientras tanto el priista Miguel Riquelme ya fue reconocido oficialmente como gobernador electo, pero los adversarios liderados por el panista Guillermo Anaya prometen que la elección para gobernador será anulada.
Por su parte, los conocedores afirman que el oportunismo será el principal protagonista para la solución del problema, mientras que la mayoría de los electores, el 40 por ciento que no votó continúan instalados en la apatía... |