Gobierno de México, lacayo de EUA
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
El Congreso y la Suprema Corte deberían asumir el papel que les corresponde en este asunto
en el que Peña y Videgaray se asumen como lacayos del tirano para perjudicar a una nación
hermana, de la que dicho sea de paso, jamás le ha causado a México ni males ni daños. |
La canciller de Venezuela Delcy Rodríguez estará presente en México en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Cancún, del 19 al 21 de junio, en donde hará uso de los temas de Ayotzinapa, el asesinato de periodistas y el narcotráfico, y dijo que va a venir a México acompañada de los pueblos de Centroamérica y de México, a defender lo que jamás dejarán de defender: la soberanía. Recalcó que alzarán la voz por las verdaderas necesidades de estos pueblos, las cuales no escuchan sus gobiernos, y de los casos antes mencionados, más los de la violencia e inseguridad, el hambre y la muerte diaria de niños y de comunicadores no afines a los intereses de los gobiernos.
Preguntémonos, ¿acaso no son demasiados nuestros problemas como para que Peña Nieto y Videgaray se metan en los problemas de un pueblo hermano, y con aspectos dudosos respecto a las intenciones? Porque Videgaray y probablemente Peña Nieto no tienen ni un ápice de estadistas e ignoran que la política exterior de México era grande y respetable precisamente porque no nos metíamos en contra de ningún país, alineándonos con los designios de Washington.
Peña Nieto y Videgaray nos están encajo- nando en una suerte de esbirros de EEUU, cuestión inadmisible e impensable si lo que buscamos es el desarrollo y progreso de México y no la sumisión vergonzante de nuestro país a los designios de Washington, porque no debemos olvidar que durante 200 años, EEUU ha mantenido su bota sobre nuestro cuello, expoliando nuestras riquezas por la buena y por la mala pero siempre con la complacencia y futilidad del pensamiento de quienes nos gobiernan.
Si México es un país soberano -sin serlo- como presumen Videgaray y Peña Nieto, tratarían con decoro y dignidad todos los asuntos relacionados con Washington y no se agacharían cobarde y pusilánimamente como lo hacen ante Trump y sus dictados leoninos. Vergüenza y dignidad es de lo que carecen Peña Nieto y Videgaray, ¿cómo es eso de irse en contra de Venezuela dentro del marco de la OEA para complacer las políticas imperialistas de EEUU?
El Congreso de la Unión debiera oponerse a este irredento actuar del canciller y de Peña Nieto sobre Venezuela y su soberanía para favo- recer a terceros ajenos a nuestra cultura. Bien puede ser que Maduro no sea un buen presidente, pero es legítimo y legal su gobierno, él no llegó a la primer magistratura por medio de un fraude electoral como lo hicieron Peña y Videgaray, quien funge de vicepresidente.
México con Peña Nieto perdió su soberanía ante EEUU, ¿quieren por ello este par de sujetos que Venezuela la pierda igual de cínica y vergonzosamente? Asumámonos como una soberanía y no dejemos que Peña Nieto y Videgaray nos conviertan en una satrapía.
Los poderes judicial y legislativo tienen según nuestra Carta Magna el papel de contrapeso ante el ejecutivo, si hemos llegado a asumir el papel de esbirros de Washington, algo tienen que ver el Senado, la Suprema Corte y los diputados, ¿por qué? Porque los tres poderes de la Unión se han coludido convirtiéndose en entes totalitarios que de facto han hecho de nuestro sistema de gobierno una dictadura absolutamente imperfecta.
Por lo pronto y para empezar, nuestro gobierno tiene que dejar de ser sumiso y agachón con el más fuerte y déspota contra un país como Venezuela, país hermanado con México por la misma historia de despojos, abusos y vejaciones sempiternas por el mismo país, el que ahora ha hecho de nuestro gobierno un lacayo a su servicio.
Tengamos decencia y dignidad, dejemos de atacar a Venezuela, sólo porque lo quiere nuestro mísero e ínfimo gobierno, para congraciarse con quien históricamente ha mantenido a raya a México y a Venezuela.
Peña Nieto y Videgaray, por esto y otras cosas que se antojan peores, deben ser sentados en el banquillo de los acusados de nuestra historia, a menos que queramos seguir siendo un estado alineado a los designios de extraños, los que siempre nos han vejado y humillado. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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