Los tiempos modernos
en la escuela
Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
Indiscutiblemente que los tiempos van cambiando y que los humanos debemos irnos adecuando a los tiempos nuevos; y que todo tiempo nuevo trae consigo sus novedades, sus modas y sus diferencias marcadas. Sin embargo creo que los estereotipos que han permeado en el ámbito general de la población son muy definidos; a tal grado que cuando se habla de un profesor o de una profesora, de inmediato nos vienen a la mente las imágenes de los estereotipos que tenemos grabados.
Digamos que si hablamos de un profesor o maestro (porque cursó la maestría en algo), nos imaginamos a un hombre de mirar profundo, de vestimenta muy formal, de calzado estilo inglés, y muy bien rasurado, oliendo siempre a limpio y con un libro o una libreta bajo el brazo, o bien cargado con un maletín, en donde presumiblemente llevará sus listas de alumnos que atiende y uno que otro libro o folleto que le refuerce en su desempeño.
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Ora que si hablamos de una profesora o maestra, nuestra imagen será de una mujer seria, de mirada dulce que inspira confianza, vestida con un vestido muy formal, sus zapatos de tacón moderado, y con una agradable sonrisa adornando el rostro. Ambos con hablar grave y suave.
Sin embargo me encuentro con varones con el pelo crecido, si bien atado con un cordón o cinta, a manera de cola de caballo; con la barba crecida, con la camisa de fuera (no fajada), con chancletas y fumando. ¡Claro que ni lo identifico como profesor, ni deseo hacerlo. O bien a una mujer con minifalda, con blusa “ombliguera”, pintada en exageración, y con un léxico bastante vulgar, sin llegar a ofensivo, con huaraches de hule, con escote amplio. Pues tampoco ella me inspirará ni confianza ni el sentimiento de abnegación que los profesores tenían.
Y cuando los directivos de la institución les llaman la atención por tales cuestiones, de inmediato se escudan en las declaraciones de la Comisión de Derechos Humanos; porque dicen que es su derecho andar como se les de la gana, que al cabo el conocimiento que transmitirán a sus alumnos es el mismo que si trajesen el pelo recortado, bien rasurados y con vestimenta muy formal.
A todo esto yo declaro que no estoy de acuerdo con tales argumentos. Que una de las funciones más importantes que realiza la escuela es ser formativa, además de informativa y no sé cuáles son los principios que estén generando en sus alumnos; cuáles son las formaciones que están transmitiendo y creando en sus educandos.
Ahora bien, sé que son los menos los docentes que acuden a cumplir su trabajo con la vestimenta y en las fachas que he mencionado arriba y a lo que me opongo como ciudadano, como maestro y como padre de familia, pero da mucho coraje.
Amable lector, solicito sea usted tan amable en tomarse algo de su tiempo y me escriba a la dirección de correo electrónico que se lee abajo, para que me haga llegar sus ideas e impresiones con este respecto, para saber qué tan equivocado ando. Gracias de antemano.
Y sí, también digo que estoy reflejando mi formación y mi educación tradicionalista, y que tal vez tengan razón en pedirme que me adapte a los tiempos modernos, pero no lo puedo hacer. Por eso, creo que como dijo Benítez, el poeta del toreo: “para ser torero, lo primero es parecerlo”. Mientras tanto hagamos ¡Que viva México!
velasco_alvarez@yahoo.com
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