El apocalipsis nacional
Fidencio Treviño Maldonado.
“Trágicamente, el mundo está perdiendo la originalidad de sus pueblos.”
La Resistencia. |
Da la impresión de que las nuevas siete trompetas están sonando, y la ramera siguiese montada en la horrible criatura parecida a un búfalo, o que los siete briosos caballos que se mencionan en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, galoparan llevando en sus lomos plagas y calamidades y que sin misericordia alguna descargan su furia en nuestro país. La falta de agua, los alumbrados públicos, la inseguridad, la falta de empleos y el último caballo que descarga una plaga de la que nadie escapamos: la corrupción.
Paradojas y utopías propias de mentes obtusas, se une la del Presidente de un país cercano, con estructuras mal conformadas son las que ordenan y captan los programas para todas las naciones y el mundo. Pero veamos nuestra casa: México, en donde están agotadas todas las instancias para un desarrollo sustentable, del que tanto hablan nuestros jefes políticos, en donde la indolencia es compañera de tardanza y longeva justicia para los que a diario roban y operan en contra del pueblo, los groseros, impúdicos, indecentes y a los que Cervantes por medio del Quijote llama “pillos”, son quienes tienen las riendas y cabalgan en los galopantes caballos de los que el último libro de la Biblia habla.
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La inseguridad va implícita con la corrupción en los diferentes gobiernos, lo sabe la federación, lo conoce el pueblo, existen denuncias; sin embargo nuestros impartidores de justicia no actúan, tal vez sean estos cuerpos policiacos y el aparato de justicia quienes a la par, también cabalgan en la bestia y tocan su trompeta anunciando calamidades y sufrimiento para el pueblo, esta trompeta diabólica no respeta niños, adultos, gente buena y honrada, todos los malos nos han igualado, la ola criminal y de corrupción toma las riendas en los pueblos de toda la nación y aquí no hay poder humano o celestial, que pueda quitarle la espada a esta monstruosidad que con todo su peso cae en México.
El desempleo llega montado en su caballo, una plaga que poco a poco deja sin pan ni sal las mesas de millones de hogares, mientras los mitómanos que nos gobiernan van anunciando con panderos y trompetas que se generan millones de empleos, la realidad tangible es otra muy distinta y no hay empleo, por eso el informal ha crecido y ante esto sólo le queda a la clase gobernante su decadente sistema recau- datorio, cobrando por todo, como hace cientos de años se hacía en la época de la colonia y después con Antonio López de Santana: tenencia de los vehículos, refrendos por ésto y por aquello, inclusive haciendo institucional el “moche” o el ¿de a cómo nos arreglamos?
Quien no vea a un país agonizante, sin proyecto o futuro de una verdadera nación, es que vive en el esplendor que da la indolencia, la falacia, la desfachatez, la ignominia hacia el pueblo, la indiferencia y desde luego quien se cobija con la caparazón que da la corrupción. Pareciera que el caballo de Atila también participa en esta catástrofe nacional, ya que en “donde este caballo pisa ni la hierba crece”.
Y la tragedia que nos han armado, asustándonos con el presidente del Norte ante nuestras autoridades enfermas de pusilamería, y que han influido por medio de su propaganda mediática en un pueblo timorato ante los acontecimientos y hasta convertiéndolos en noticias, con el apoyo de los paleros del sistema, lo cual parece que las trompetas tocan y los caballos del Apocalipsis llegan como empresas del despojo, los imperios de fortunas, y la tradición impuesta de rapiñas como sello. En México, la impunidad convertida e impuesta en un símbolo patrio.
Inclusive estas plagas parecen haber acabado con muchas costumbres establecidas por nuestros antecesores, incluyendo la misma opinión pública que parece ser ignorada, esto por la superioridad de la imperfección de la Casta divina que gobierna, imponiendo disciplinas y controles hasta en el pensamiento de sus gobernados.
Ya se desarmó al pueblo, lo dejaron indefenso, le cambiaron las armas por espejitos y cuentitas, lo que quiso hacer Madero con Zapata y Villa, y después Carranza lo intenta también con estos dos de los últimos hombres valientes que tuvo el país, y no aceptaron ¿Por qué? porque sabían que sin el fusil estaban perdidos y no había nada que hacer contra los malos.
A más de un siglo de esos episodios, ahora sucede lo mismo y que me perdonen, pero la realidad y como están las cosas en el país, el Estado y la región, donde cada policía o grupo militar nos atraca o detiene, sólo falta que nos echen de nuestro propio país por pobres, críticos e inconformes... !No te acabes México!
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