Indignación social y elecciones
Jorge Arturo Estrada García.
“(Internet) es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación,
de interacción y de organización social.”
Manuel Castells.
“Internet es la primera cosa que la humanidad ha construido y que la humanidad no entiende,
el experimento más grande de anarquía que hemos tenido.”
Eric Schmidt. |
México está convulsionado e indignado. El desprestigio de los políticos y sus partidos ha generado una enorme desconfianza y malestar social. Parte por parte, el sistema político se ha ido gangrenando y los ciudadanos exigen amputaciones y extirpaciones.
El repudio al presidente de la república y las derrotas del tricolor en 2016, deben leerse en el marco del derroche, de la corrupción, impunidad y soberbia de los gobernadores y exgobernadores del Nuevo PRI, la camada en la que se apoyó Enrique Peña Nieto para la reconquista de Los Pinos.
Sin embargo, el rechazo a los políticos se extiende a la clase política en general y a todos los partidos, ninguno se salva. Ellos han gobernado el país como una casta dorada que se enriquece con negocios al amparo del erario, enormes sueldos y desproporcionados bonos y prestaciones. Esta clase política tóxica genera leyes al mejor postor y se protegen en todo momento. Los que pagan por sus lujos e incapacidades son los mexicanos.
Y, a pesar de la debacle presidencial y del tricolor a nivel nacional, en Coahuila las cosas no están decididas luego del final de la precampaña. La oposición está atomizada y con eso le facilita las cosas al tricolor, que es el partido más fuerte en la entidad. No obstante, Riquelme no es un candidato fuerte, su llegada fue motivo de rupturas internas de una magnitud aún desconocida.
Los precandidatos opositores tuvieron disputas y decisiones difíciles para lograr sus candidaturas. Guadiana tuvo que fracturar a Morena, Anaya al PAN, Javier Guerrero al PRI, y Mary Telma disolvió al PRD. Tampoco ahí hay unidad.
En el plano nacional, en unos cuantos años de voracidad, estos virreyes estatales rompieron la frágil estabilidad financiera, económica y social nacional. La cual siempre ha estado prendida con alfileres.
Además, el Eje Toluca-Pachuca falló en todos los campos, desde la seguridad hasta la diplomacia, desde lo financiero hasta lo político. No supieron estar a la altura de los retos. Peña Nieto y su equipo, consideraron que con su soberbia y desprecio, a los sectores sociales y sus demandas, bastaba para gobernar y dominar.
Les falló todo y ahora sus errores los pagamos todos: alzas en las tasas de interés, devaluaciones, carestía, inflación, salarios bajísimos, gasolinazos, escasez de inversiones, nula obra pública, más pobres, inseguridad in crecendo, corrupción descontrolada y la impunidad que lo carcome todo. Y la indignación social aumenta.
Los errores de Peña Nieto, y su protección a los gobernadores corruptos, aceleraron su caída, y la enorme desaprobación a su gobierno que ronda el 80 por ciento, algo nunca antes visto.
Para llegar al poder Enrique Peña se apoyó en los virreyes estatales, les debe muchísimo en votos y en recursos, por eso no los castiga y carga con el descrédito. Su tibieza para enfrentar a Donald Trump y sus medidas radicales antimexica- nas no le ayudaron a reposicionarse en un momento en el que los mexicanos trataron de unirse en torno a algo y se pintaron de verde, blanco y rojo. Ahora, se le acaba el tiempo.
En este contexto, las elecciones para el 2017 se auguran disputadas y difíciles para el PRI. En el Estado de México y Nayarit va abajo en las encuestas, y en Coahuila se registra un empate técnico. Riquelme perdió 20 puntos porcentuales en seis meses, Anaya logró empatar, pero no ha podido despegarse. Javier Guerrero y Armando Guadiana también captaron puntos, pero están lejanos de los punteros.
Las precampañas no les sirvieron para cre- cer a ninguno de los precandidatos. Desperdiciaron el tiempo y sus oportunidades. Miguel Riquelme se mantiene viable, en un entorno teóricamente adverso.
Para las elecciones de Coahuila en junio de este año, el elemento clave es la confianza y la afluencia electoral. El 80 por ciento de los coahuilenses quiere el cambio, pero los opositores están divididos. En un escenario de escasa votación, Riquelme ganaría casi sin problemas.
Para los proyectos opositores es indispensable ganar la confianza de los coahuilenses. Sólo así saldrán a votar y sólo así respaldarán a un candidato. Pero para eso deben comprender las señales en el cielo. Las campañas las ganan los que cometen menos errores.
En la era de internet los mecanismos de control, que ha ejercido el poder durante siglos, ya sólo persisten en la mente de los ciudadanos. En la mente están sembrados los miedos al cambio, a desafiar al sistema, a sumarse a movimientos sociales, y a confiar en alguien. También, en las mentes de los votantes están sembrados el fatalismo, el desinterés y el sentimiento de impotencia para cambiar las cosas.
Durante varias colaboraciones hemos señalado el impacto de las nuevas formas de comunicación que usan los ciudadanos, y su impacto en las estructuras de poder y manipulación de las élites. Ambos sectores aprenden y se adaptan, actualmente. Lo que sí es indiscutible que no ya se puede soslayar es el impacto de las redes sociales en la vida y los hábitos de las personas. Varios paradigmas se han roto.
El factor internet se ha convertido en elemento decisivo para los movimientos sociales en los últimos años. En México y en Coahuila ya vimos algunos ejemplos. Son ejemplos tímidos, pero ya se pasó de los likes a la acción, los gritos y las plazas.
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Los gobernantes se alarmaron, abandonaron sus poses soberbias y modificaron sus medidas; llegaron en cascada descuentos en impuestos, facilidades para pagarlos, reducciones de privilegios y hasta descuentos en sus salarios y prestaciones.
Todos sus mecanismos de control social fallaron y ahora tratan de recomponer su discurso y sus actitudes. Algunos personajes, hasta tratan de volverse accesibles y simpáticos.
El internet y las redes sociales conectan personas y mentes, rompen el sentimiento de aislamiento social que se ha construido para ellos, desde siempre, por las élites en el poder. Ahora los ciudadanos son más conscientes de su nuevo poder y de sus herramientas digitales.
De igual forma, los medios de comunicación y sus actores también están desprestigiados, ya se rompió el monopolio que ejercían sobre la formación de opinión y la libre circulación de las ideas, casi siempre a favor de las élites a las que estaban incorporados. Los periodistas profesionales hacen lo que pueden y a través de sus recursos.
Entonces, el reto de los candidatos es comprender los escenarios imperantes, y construir un plan de campaña perfectamente estructurado y apropiado. Y sobre todo, diseñar estrategias de comunicación modernas y eficientes. Las campañas se ganarán con mensajes claros y certeros que conquisten confianza y adhesiones.
En esencia, las campañas electorales son movimientos sociales destinados a llevar votos a las urnas en favor de los candidatos. Cuando estos movimientos sociales adquieren solidez, surgen las victorias electorales y los nuevos líderes.
Hace mucho que en Coahuila no surgen nuevos liderazgos, el que Armando Guadiana desarrolló, se ha debilitado al sumergirse en Morena y el proyecto de López Obrador. Ni Miguel Riquelme, ni Memo Anaya, ni Javier Guerrero tienen liderazgos amplios todavía. Apenas los están construyendo. Riquelme perdió la percepción ganadora y Anaya no ha logrado consolidarla.
Como siempre la batalla es por las mentes, lo que ha cambiado es la manera de conectarlas y el humor social imperante. Los ciudadanos ya saben que no están solos ni aislados. Ya saben que hay más personas que piensan como ellos y saben cómo encontrarlas. Los políticos deben aprender rápido y adaptarse.
De esta forma, las campañas del 2017 deberán enfocarse en la conquista de las mentes de los ciudadanos. Es indispensable hacerlos pasar de la irritación social y la desconfianza a decidirse a participar, a cambiar las cosas, y a mejorarlas.
Los candidatos que mejor comprendan esto, y que sean capaces de generar liderazgos que transformen la indignación en esperanza; y que se constituyan como factores de cambio, tendrán mayores posibilidades de vencer. Aunque, primero hay que ganarse la confianza y parecer ganadores.
jjjeee_04@yahoo.com
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