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el periodico de saltillo
Marzo 2017
Edición No. 337


Coahuila: Otra Elección de estado

Manuel Padilla Muñoz.

Mientras el gobernador Rubén Moreira no saque las manos del proceso electoral para gobernador, el proceso será una elección de estado. Si el ejecutivo estatal no garantiza un juego parejo entre los contendientes y utilice todo el poder y recursos del gobierno del estado no se puede calificar de otra manera la elección. En realidad, desde hace más de 40 años que el PRI tomó el poder ha sido así, aunque en esta inédita ocasión los factores no son tan decisivos y han generado una esperanza de cambio, como ocurrió en las elecciones del año pasado. Todo cambio, aún en materia política, no solamente es bueno sino necesario para transitar a la democracia.

Lo que sucede en México es que el equipo y asesores del presidente Enrique Peña Nieto, al igual que el caso del gobernador Rubén Moreira, no entienden las justas aspiraciones de los miles de mexicanos a todo lo largo y ancho del país.

Éste parece haber sido el factor principal del hartazgo manifestado en las urnas por una parte del pueblo mexicano que provocó que tengamos a un presidente de la República pusilánime, incapaz, deseoso de que ya termine su mandato para irse con la histórica más baja aceptación de los mexicanos que en 2017 puede llegar a un dígito. Lo que nunca ha sucedido.

Una gran mayoría de coahuilenses considera que ésta es la oportunidad de mejorar al estado acabando con el moreirismo que lleva ya 12 años en el poder y aspira a otros seis más. Miguel Ángel Riquelme es el candidato del gobernador y, por tanto, el último rescoldo del grupo de los hermanos Moreira, por lo que es el enemigo a vencer. Las elecciones no solamente deben ser limpias y transparentes sino, sobre todo, creíbles. En Coahuila, hace muchos años que dejaron de ser limpias y creíbles.

El plan de Rubén Moreira es simple y ram- plón. Primero, atomizar el voto ciudadano utilizando a los partiditos que ha creado, que nos cuestan muchos millones de pesos, y cuyos recursos son para los lujos de sus propietarios que se hacen pasar como dirigentes. Por eso Coahuila es el estado que más partidos políticos tendrá en esta contienda.

Es inconcebible que un personaje como el tristemente célebre ex alcalde José Ángel Pérez, de extrema derecha y ex panista, sea candidato ahora del PT, un partido de izquierda, que le restará votos al candidato del PAN, Guillermo Anaya. El independiente y ex priista Javier Guerrero, por su parte, le quitará votos al PRI.

Luego vendrá la etapa de una campaña costosa apoyada con los programas sociales que por ahora están escondidos en algunas bodegas clandestinas como la encontrada en Torreón con despensas del Fonden para, finalmente, llegar a la elección con muchos millones de pesos para la compra de votos. Recursos ilegales salidos de las arcas de los gobiernos de los tres niveles, porque si algo aprendieron los priistas es que “las elecciones se ganan con dinero”. ¿De dónde? De donde sea, así sea sucio o de las bandas del crimen organizado como en el sexenio anterior.

Lo ideal para nuestro estado sería la integración de un frente amplio para sacar al moreirato del poder. Sin embargo, ante el fracaso de esta integración queda la esperanza de que el pueblo, harto de los políticos ladrones, de la corrupción, la impunidad y la ola de violencia del crimen organizado, salga a emitir su voto libre el próximo 4 de junio como ocurrió el año pasado que el PRI fue echado del poder en siete estados.

El andamiaje de una elección de estado se inició el pasado domingo 26 de febrero con el circo de una elección interna y seudo democrática del PRI, para designar al candidato del gobernador: Miguel Ángel Riquelme Solís.

Resultó un proceso interno nada creíble por algunos factores. Primero, luego de haber cerrado la votación, la presidenta del PRI estatal Verónica Martínez, dio a conocer que la votación había sido de poco más de 400 mil priistas. Poco después, el dirigente nacional de ese partido dijo que la votación había superado los 500 mil votos. Uno de los dos es un vulgar mentiroso.

Increíble, porque Rubén Moreira y sus “gatos” priistas fueron los organizadores, y fueron juez y parte en el proceso. En realidad, desde días antes el gobernador había planeado dar a conocer la cifra de más de 500 mil votos para tratar de engañar a los coahuilenses de que el PRI sigue siendo el partido mayoritario y, de paso, asustar a los demás participantes.

Muchas de las prácticas políticas en México son previsibles. Todavía recuerdo nuestros tiempos juveniles cuando, mi hermano Carlos y quien esto escribe, ingresamos al PRI. Por nuestra juventud se nos preparó para elaborar actas de escrutinio de las votaciones.

Luego, durante la noche, en forma subrep- ticia abríamos los entonces paquetes electorales y elaborábamos nuevas actas donde ganaba el PRI. Se volvía a cerrar el paquete y una nueva acta se entregaba al PRI y otra al entonces PPS, cuyo candidato era el ahora regidor priista Mario Cepeda Ramírez, quien no nos dejará mentir; las cifras eran iguales para ambos partidos, de tal manera que en el consejo distrital, al abrir los paquetes, las actas del PAN diferían de las otras y se les negaban los votos por alteraciones.

Así fue la elección del ingeniero Luis Horacio Salinas Aguilera, candidato a diputado federal y José Solís Amaro a diputado local allá en los albores de la década de los 70. Luego vinieron los fraudes cibernéticos y hasta la fecha.

Sacapuntas.- De ser cierto el llamado “Pacto de los Pinos” todo está decidido: Josefina Vazquez Mota será gobernadora del Estado de México y Margarita Zavala ganará la presidencia de la República en el 2018 a cambio de total impunidad para Enrique Peña Nieto, su familia, amigos y ex gobernadores ladrones que protege. La primera alternancia fue una concertacesión entre Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Ceballos. ¿Volverá esa vieja práctica?

manuelpadilaperiodista@hotmail.com

 

 
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