Votar ya es un acto de sumisión…
Alfredo Velázquez Valle.
“La burguesía capitalista se dice: Suscitaré cuando lo necesite partidos de oposición,
que desaparecerán tan pronto como hayan cumplido su misión…”
L. Trotsky |
En tiempos de elecciones políticas, los medios por los cuales el Estado asegura su reproducción, tienden a maximizar sus funciones de manera tal que tensan las correas de aseguramiento del establishment cumpliendo así, con eficacia, su cometido.
En Coahuila, son bastante notorias las acciones que en tal sentido llevan a cabo los medios de difusión hegemónicos que no hace falta más que el sentido común (el más elemental de los sentidos) para corroborar la verdadera tarea de la radio, la televisión y la prensa que, al unísono entonan el concierto que el director de orquesta (Instituto Electoral de Coahuila) coordina con singular empeño y donde no hay cabida (no la puede haber) para notas discordantes.
Esto sucede así porque de lo que se trata es de asegurar, por sobre todo, el convencimiento general de que en verdad se está en un legítimo régimen democrático y de que en verdad, también y en consecuencia, se está eligiendo a los funcionarios públicos con apego a la “voluntad popular”.
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Esta imagen, de por sí desgastada por los hechos, no hace más que corroborar por enésima vez las argucias por las cuales la maquinaria electoral y al servicio de los poderes constituidos realiza cada cierto tiempo los movimientos tendientes a imponer no cualquier candidato de cualquier partido legalizado (en Coahuila son quince organizaciones partidistas sin diferencia sustancial alguna en cuanto a contenido ideológico, político y económico), sino más bien, al candidato idóneo según las circunstancias por las cuales atraviesa la trama de intereses y necesidades de las élites económicas y políticas regionales que son quienes en verdad rigen los destinos locales, como es el caso de este estado y sus treinta y ocho municipalidades.
Tal es así que los recursos monetarios y materiales destinados a la elección de los próximos funcionarios al servicio del capital están en relación directa con los partidos hegemónicos y de los cuales saldrá la camada de nuevos, o reciclados personajes amafiados que lucran con las necesidades y los anhelos de una población estafada, burlada y violentada en sus más elementales derechos como lo son el empleo, la salud y la educación, amén de otros no menos importantes, como el derecho a la cultura, el deporte y la recreación, pero que pasan a un triste segundo plano cuando la ausencia de comida en el estómago comienza a ser motivo de preocupación.
Hoy vemos que el discurso que el Instituto Electoral de Coahuila (IEC) maneja con respecto a la conducta que la ciudadanía debe de observar para ser acreedora a un tipo de certificación ciudadana y que conlleva la obligación de promover el ejercicio democrático a través de la práctica de valores institucionales y el voto efectivo en las urnas (oficiales) no es el mismo que practica con los candidatos que compiten por el botín que es para ellos la representación popular.
En efecto, es en este doble rasero donde podemos corroborar la verdadera tarea del IEC que no es y no puede ser otra que la de legalizar por medio de las instituciones (de ahí el hecho de sacralizar lo institucional) a los agentes encargados de la reproducción de las condiciones que hacen del proletariado la masa inerme y sumisa a intereses ajenos a los anhelos históricos que como clase representan.
De otro modo, el IEC pide ciudadanos “con valores democráticos” y exige el ejercicio del voto como condición ciudadana per sé.
Bien, ¿y del otro lado que hay? ¿Qué se pide? ¡Nada!
¿A caso se ha ocupado de los hipotéticos procesos democráticos que las estructuras dirigentes de los quince partidos políticos han llevado a cabo o no para elegir sus candidatos?
¿Ha tenido éste honorable Instituto algún reparo moral, ya no legal, por el historial oscuro que más de uno de estos candidatos tiene en su haber?
¿Se ejerce verdadera ciudadanía y empoderamiento del espacio público votando por personajes salidos pareciera ser de una novela gansteril o de horror?
¿Ha tenido el IEC la decencia moral de alertarnos sobre las candidaturas salidas de autoritarismos al interior mismo de estos partidos y/o bajo el signo de la delincuencia más descarada y reincidente?
Creo que sucede todo lo contrario cuando a despecho de la realidad que nos circunda, se nos quiere hacer partícipes (cómplices) de nuestra propia ruina votando nuestros verdugos.
No, la ciudadanía y el ejercicio democrático hoy caminan por otras veredas; no son el IEC, ni el INE los llamados a estirarnos de la oreja para que seamos buenos ciudadanos.
La ciudadanía consciente, es decir, el pueblo organizado, es el que acabará por dar el voto de calidad que se requiere para comenzar a derruir décadas de opresión económica y social de las clases opresoras (la casta empresarial, terrateniente y comercial) que por medio de sus personeros (la clase política) logran mantener sus privilegios y su impunidad.
El auto gobierno (la verdadera y única alternativa), es un ejercicio comunitario que ya se practica en ciertas comunidades de México como es el caso de la municipalidad de Cherán, en el sureño estado de Michoacán, o Nochistlán, en Oaxaca. La experiencia de estos verdaderos actos de auto gestión de los asuntos públicos es de tomarse muy en cuenta.
Ante la imposición de candidatos-delincuentes por parte del IEC y la “elección democrática” que de uno de ellos quiere que hagamos este órgano electoral, falto de la más elemental moral, debemos oponer formas alternativas que conduzcan a un verdadero ejercicio de democracia popular; democracia ejercida desde abajo, desde la elección abierta, y sin intermediarios de ningún tipo, de representantes de calle, de barrio, de colonia, etc., que sean no burócratas al servicio de intereses creados sino verdaderos tribunos del pueblo elegidos en asambleas populares y constructivas y comprometidos a defender los intereses del sector del cual han emergido como representantes ya por sus cualidades civiles ya por su compromiso visto y sabido en las tareas cotidianas del sector que los eligió.
La democracia no nace ni se agota en los procesos electorales organizados por la oligarquía que cada cierto tiempo nos la hace padecer, por ser SU democracia; la democracia NUESTRA, es una verdadera herramienta que compromete al ciudadano con su comunidad a la cual debe su ser, su existir. Esta democracia ha de conquistarse por distintos medios (pocas veces institucionales), y dentro de los cuales la escala de participación y compromiso serán medidos en función de valores como el sacrifico, la entrega, el compromiso y la solidaridad comunal.
Es de Leónidas Donskis esta cita que no debemos subestimar en lo más mínimo:
“El Estado atiende tácitamente al capital global y realiza las funciones de una empresa de seguridad mientras finge interesarse en la moralidad pública, el cuerpo humano, la privacidad y la memoria: mercancías valiosas en una feria política que tiene lugar cada cuatro o seis años, es decir, las elecciones.” (Leónidas Donskis, 2015)
Bibliografía
Leónidas Donskis. (2015). Repensar la decadencia de Occidente. En Z. B. Donskis, Ceguera moral (pág. 212). México, D.F.: PAIDÓS.
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