¿Dónde está la izquierda
en Coahuila?
JABA.
Mientras la derecha se organiza para tomar posesión de los nuevos cargos públicos, la izquierda coahuilense brilla por su ausencia.
Saltillo está lleno de particularidades que la distinguen de muchas otras ciudades de México, concretamente, en el aspecto político, podríamos hablar de una ausencia de izquierda. Con sus cuatro siglos y medio de una mística tibia que degeneró -hay que decirlo- en un viraje de timón, rumbo a una industrialización que no sabe de cultura y de desarrollo humano poblacional, somos señalados por otros estados, como entes aletargados y dóciles.
Ahora que las elecciones están a la vuelta de la esquina, con sus partidos políticos tirando toda la carne al asador, como se dice coloquialmente, los ciudadanos, al margen como siempre, somos víctimas de las prácticas más ordinarias y trilladas, aprendidas del centralismo mexicano. Pero hay que recalcar que somos víctimas por elección, en su mayor parte.
En este tenor surgen preguntas tan básicas que, por lo mismo, se pasan por alto y que llevan a una importante pregunta: ¿por qué no existe la izquierda en Coahuila? Sorprende la docilidad de los ciudadanos frente a una política nulamente socialista, como si fuéramos un pueblo primermundista. La ausencia de contrapesos que perpetúan un statu quo totalitario que ha dado rienda suelta a la corrupción sempiterna; rasgo inherente de nuestro pueblo.
¿Por qué dejamos solos a nuestros pensionados? Como es bien sabido, el sistema magisterial está en quiebra y nadie, sobre todo la “hipotética” izquierda no ha movido un dedo, ningún pronunciamiento, ninguna acción para, ya no digamos revertir, pero mínimo ventilar este asunto que ofende a trabajadores que han dedicado su vida a un sistema que ahora les da una patada en el trasero, dejándolos en la calle indolentemente.
La descomunal indiferencia frente al genocidio de los de Allende, o el silencio que tunde a los muertos encontrados -al por mayor- en San Pedro de las Colonias. Sin menores menciones en charlas de café de ciudadanos que no se resisten a las tiranías políticas y demás poderes de facto. Y es quizá porque simplemente no conocen la resistencia, pues no existe una izquierda que eduque al pueblo coahuilense en el ejercicio ciudadano de exigir lo propio.
¿Por qué hemos de dejar todo el trabajo a grupos ciudadanos como la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y demás ONG’s en el trabajo de investigación, rastreo, estadística, denuncia y demás labores que bien pudieran ser enarbolados por una izquierda saludable? ¿Dónde está la izquierda que necesitamos? ¿Dónde está la resistencia que da equilibrio a un pueblo? ¿En el candidato independiente, Javier Guerrero o en Mary Telma Guajardo? Se ve complicado.
Confunde que los pequeños grupos de izquierda no tengan -por lo menos en apariencia- aspiraciones al poder, como un político, en su esencia natural debe tenerla. Será que están muy cómodos en la simulación de un papel apócrifo que los mantiene en una posición privilegiada, con poco trabajo -trabajo de a pie-, mamando de la chichi del pueblo.
Para muestra basta un botón: es sorprendente que el candidato de la nueva izquierda mexicana -MORENA- sea un exitoso empresario de la minería. ¿Cómo es posible que un gran capitalista sea el abanderado del movimiento que, en esencia, debería representar a las clases populares? La paradoja de un sultán que todo lo tiene, dando la cara por los desposeídos es surrealista. Hablamos del “bigotes” Guadiana.
La izquierda está haciendo las cosas mal, al no hacer nada porque simplemente no existe. Mientras, la derecha que involucra psicóticamente a todos los demás partidos importantes -PRI, PAN, PRD y ahora MORENA- se organiza, cabildea, vamos, se acomoda en los mejores asientos de este circo que llamamos “administración pública”. Al final, surge la pregunta más básica, pero no por eso intrascendente: ¿Cómo iniciarnos como pueblo en el ejercicio de la resistencia ciudadana? Ese ejercicio que lleva por nombre La Izquierda. |