Patricio Milmo en la Villa de Piedras Negras
Rigoberto Losoya Reyes.
Mientras que el gobierno republicano defendía la soberanía nacional en contra del ejército francés en el norte, Santiago Vidaurri y su yerno Patricio Milmo se enriquecían con el comercio del algodón. Milmo motivó una serie de quejas por sus fechorías en contra de los comerciantes extranjeros y fronterizos. Con el beneplácito de Vidaurri cometió todo tipo de abusos, por ejemplo, embargó quince millones de papel confederado y 2,150 pacas de algodón en 1864, bajo la argumen- tación de reclamar el pago de 54 mil pesos por concepto de un contrato de harina. Estos abusos se realizaban con la total sumisión de Vicente Galán, alcalde de la Villa de Piedras Negras, quien se distinguió como un funcionario incondicional al servicio del cacique lampacedense.
El origen del problema fue que el Sr. Milmo vendió harina a uno de los agentes confederados de Texas. Se acordó pagarle a 100 pacas de algodón por mes, las cuales debían entregarse en San Antonio o en cualquier otro punto al oeste del Río Bravo. Sin embargo, la ocupación de Brownsvi- lle por parte del ejército de la Unión mitigó en parte la reclamación exigiendo que se entregara el algo- dón en la Villa de Piedras Negras. El comercio en la franja fronteriza significaba para Vidaurri sólo en dos años de cuarenta a cincuenta mil pesos por concepto de derechos en comercio exterior por la importación de algodón por Piedras Negras.
De este capital nada se quedaba en beneficio de la población fronteriza. Durante el mes de diciembre de 1863, se registró una importación de 7,000 pacas por las que se pagaron en la aduana de la Villa de Piedras Negras ocho pesos por cada una. Entre Vidaurri y Milmo sostenían una flotilla de tres mil carros para el comercio establecido en el estado de Texas. Esta información financiera fue hecha llegar al gobierno de Juárez quien comprendió que no era posible seguir tolerando este enriquecimiento ilícito a raíz del comercio con el algodón por parte de la familia Vidaurri. En una carta fechada en la ciudad de Monterrey, el 1 de febrero 1864, firmada por Santiago Vidaurri dirigida al ministro de Hacienda y Crédito Público José María Iglesias señalaba:
“En las comunicaciones de usted de 20 y 28 del mes próximo pasado y principalmente en la de 30 del mismo sobre la aduana de Piedras Negras y rentas federales, veo con sentimiento que sin oírseme, sin considerar las circunstancias excepcionales en que se halla este estado, por la esterilidad del tiempo que casi ha agotado sus manantiales de riqueza que son la agricultura y ganadería, sin cerciorarse de si esas rentas bastan o no para llenar sus más imperiosas necesidades...”
Como es de apreciarse el argumento de Vidaurri es justificar la disposición de los ingresos de la aduana fronteriza pero no es muy convincen- te. En otra pieza epistolar, fechada el 13 de febrero de 1864, dirigida al propio Benito Juárez, le comenta que:
“Estoy cierto de que después de una corta conversación entre usted y yo quedan allanadas las dificultades que han surgido con motivo de la venida del gobierno con fuerza armada, cuando al estado corresponde custodiarlo y defenderlo hasta el último trance. El Sr. Doblado me ofreció hoy que marcharía mañana para el Saltillo con su división, convencido de que la presencia de su fuerza era un obstáculo para ese arreglo; mas como me tocara el punto de la seguridad personal de usted, le dije que iría una persona de mi familia a hacerle presente que jamás ha estado más seguro que en la capital de Nuevo León y Coahuila. Tal es el objeto con que mandé a Milmo, mi hijo político; pero notando alguna diferencia entre lo que me acaba de informar de parte de usted y lo que me aseguró el Sr. Doblado respecto de su regreso, por estos motivos me tomo la libertad de dirigirle a usted esta carta que presentará a usted don Juan Villalón, y si tiene la bondad de interrogarle le hará cuantas explicaciones quiera para que forme idea.”
Santiago Vidaurri
El desenlace de este conflicto motivado por los ingresos de la aduana fronteriza terminó finalmente el 5 de marzo de 1864, cuando el presidente de la república emitió un decreto para declarar traidor a Santiago Vidaurri con motivo de sus actos de traición al sostener relaciones con el general en Jefe del ejército francés invasor de la república.
El Archivo Histórico de Monterrey, publicó que don Patricio Milmo, nació en Ballysodare, en el condado de Sligo, parte de la provincia de Connacht, en Irlanda (en aquél entonces parte del Imperio Británico) el 27 de septiembre de 1826; siendo hijo de Diarmuid “Darby” Milmo (1793- 1877) y de Sara O’Dowd (1798-1874). En 1845 pasó a México al lado de un tío suyo residente en San Luis Potosí, con un cargamento de guarnicio- nes inglesas. En 1848 fijó su residencia en Monterrey, como corresponsal de los comerciantes Heaven y Wedemayer. Prosperó en sus actividades mercantiles, particularmente en la compra de algodón.
El 23 de abril de 1857 contrajo matrimonio con María Prudenciana Vidaurri Vidaurri, hija del gobernador Santiago Vidaurri y de Juana Vidaurri; el acta de matrimonio asienta que él era “vecino de Monterrey hace ocho años”, y que era hijo de Jeremías Milmo (Catedral, acta 41). En 1861 viajó a Irlanda con su esposa y con sus hijos Santiago y Sara, y a su regreso adquirió vastas extensiones de tierra en el norte de Coahuila y Nuevo León, dedicándolas a cría de ganado. La Casa Milmo, establecida en Monterrey, operó por muchos años como institución bancaria; en Laredo abrió la Milmo National Bank. En 1865 figuró como soldado de la Legión Extranjera, comandada en Monterrey por Lorenzo de Castro; estuvo preso al triunfo de la República. |