El hombre invisible
Oliverio Ascascius.
El hombre invisible entró en el palacio:
“Apresúrense a que las finanzas nos beneficien,
no sea que alguien se dé cuenta”.
El hombre invisible entró en la iglesia:
“ Jo, jo, jo, jo, jo,
si vieran que no somos tan santurrones como creen”.
El hombre invisible entró en un departamento:
“¿No puedes Jorge?
no Lucy
bueno, no te preocupes
que esto quedará entre nosotros”.
El hombre invisible entró en una cárcel cualquiera:
“¡Denle otra caliente a ese cabrón!
al fín y al cabo que aquí nadie entra”
El hombre invisible llegó al campo:
“Aquí jamás nos verán ojos indiscretos”.
El hombre invisible leyó en la prensa:
“Se han suscitado cosas raras en la ciudad,
pero nadie ha visto nada”
El hombre invisible también fue al cielo:
Un ángel: “Si supieran los hombres
que existimos a costa de ellos...”
Dios: “No te preocupes, mientras sean ingenuos
jamás lo sabrán”.
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