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el periodico de saltillo

Noviembre 2017

Edición No. 345


Los cuatro incongruentes

Samuel Cepeda Tovar.

Cientos, miles seguramente, se están desgarrando las vestiduras por los decretos tanto del Tribunal Federal Electoral con su dictamen sobre la fiscalización del INE en el proceso electoral del pasado junio en Coahuila, que ordena al INE reformular su dictamen sobre el rebase de gastos de campaña de los contendientes, así como el veredicto del tribunal electoral del Estado de Coahuila que ha desechado las impugnaciones sobre los resultados de dicha jornada electoral por parte de los autonombrados “dignos”, bajo el lema de Frente por la Dignidad.

Es cierto, la elección fue la más reñida en la historia de Coahuila, los participantes eran muchos, incluso se estrenaron las figuras independientes, por ello las expectativas eran de una alternancia en ingente posibilidad. Por ello es comprensible que la molestia se deje sentir y escuchar en diversas latitudes de nuestra entidad. Todo es comprensible y hasta justificable, no obstante, lo que de ninguna manera lo es, resulta ser ese cuarteto de superhéroes que de pronto surgen para defender a un pueblo ultrajado que ha sido despojado de su capacidad autónoma de decisión, un pueblo pueril que se dejó llevar e inducir en su sufragio avasallado por las carretadas de dinero que uso el PRI de manera arbitraria para comprar conciencias, aunque las autoridades federales y locales ya hayan dicho lo contrario y eso las vuelve cómplices de una mafia que atenta contra los intereses de nuestra vapuleada sociedad.

Cuatro indignados con los resultados post electorales que logran superar sus diferencias y se unen bajo una bandera que busca encaminar a Coahuila por la senda correcta. Un panista acusado de graves cosas, un ex priista dolido porque nunca entendió el funcionamiento interno de la democracia en su partido, un ex panista que bajo el lema de “arre” simulaba ser un pastor que arreaba ovejas y que llamaba la atención con sus discursos incendiarios y, finalmente, un empresario minero que de pronto se le ocurrió la idea de que podía gobernar una entidad.

Diversas personalidades que en los debates previos no perdieron la oportunidad de lanzarse diatribas mutuamente, con posiciones recalcitrantes y simplemente inconciliables que denotaban un fraccionamiento del voto que cualquier persona con dos dedos de frente entendía que al final eso derivaría en su derrota, no por nada el viejo adagio de “divide y vencerás” ha resultado tan contundente a lo largo de la historia.

De ninguna manera defiendo el triunfo del oficialismo, pero me parecen tan patéticos e incongruentes los cuatro indignados que después de la “revolcada” electoral decidan hacer lo que debieron haber hecho desde un principio: concordar una candidatura que todos apoyaran renunciando a sus pretensiones personales que hubiera dejado ver en ellos un verdadero amor hacia nuestro Estado y un compromiso serio y responsable con la alternancia, y no lo que realmente vimos: ambición personal e irrenunciable por acceder a la gubernatura confiando sus esperanzas en un hartazgo social que ciertamente se dejó ver con los resultados tan cerrados entre el primer y segundo lugar en contienda, pero que simplemente no supieron canalizar de manera adecuada.

La lucha sigue, según los indignados, pero de nada sirve tapar el pozo cuando el niño ya se ha ahogado, pues el daño ya está hecho. No, no son cuatro indignados, son cuatro incongruentes que luchan por proyectar una imagen que no supieron reforzar en los meses previos a junio pasado.

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