Cloaca religiosa
Samuel Cepeda Tovar.
Alberto Athié, fue enfático y categórico: “México tiene los pederastas católicos más crueles de todo el mundo.” Según el activista, se tiene registrados más de 500 casos de infantes abusados sexualmente por estos siervos de Dios. Y es que, desde el sonado caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y quien debido al poder económico que suponía su organización, fue tolerado con todas sus felonías por el hoy santo Juan Pablo II, en México se han suscitado denuncias y se ha destapado la cloaca con las ignominias cometidas por estos miembros de la iglesia católica y que hasta la fecha siguen impunes. Y es que resulta imposible olvidar casos como el del cura, Eduardo Córdova Bautista, en San Luis Potosí, quien presuntamente violó a más de 100 niños durante sus 30 años de ejercicio religioso.
Según datos del Vaticano, en México hay más de 100 religiosos implicados bajo investigación del tribunal especial creado por el papa Francisco en 2015 para analizar estos casos, desde luego, solo se trata de investigar sin fincar responsabilidad ni mucho menos buscar castigos más allá de los divinos con el que los líderes católicos esperan que llegue la justicia contra los infantes cuyas vidas han sido marcadas para siempre. Cabe mencionar, que los casos de los cuales Juan Pablo II tenía conocimiento, sólo fueron “reasignados” a otras parroquias en donde continuaron realizando sus deleznables actividades en nombre de Dios contando desde luego con la complicidad del ahora santo.
El tema sale a colación, por la actual denuncia ante la PGR contra el cardenal, Norberto Rivera, por el presunto encubrimiento de 15 sacerdotes pederastas, la denuncia que fue interpuesta por el exsacerdote y activista contra la pederastia, Alberto Athié, con número de expediente FED/SDHPDSC/UNAI-CDMX/0000425/2017 fue abierta el pasado 14 de junio y acaba de ser ratificada. Toca ahora a las autoridades federales realizar las investigaciones de lo que todos sabemos y que además existen pruebas contundentes para llevar a juicio y encarcelar a estos hombres de Dios. No se trata de una simple denuncia ni de lo mismo de siempre, se trata de acabar con la impunidad de una institución que ha gozado de privilegios sin sentido y que ha causado un terrible daño a miles y miles de personas en todo el mundo, no sólo en nuestro país, con esa doble moral que enfrenta sin cuartel a los homosexuales y a las mujeres que desean abortar, pero que es permisiva y pasiva con aquellos que hacen de la pederastia un estilo de vida bajo la protección de las sotanas.
Se trata de ejercer el derecho a la igualdad eliminando privilegios que gozan algunos mexicanos como lo son los sacerdotes, se trata de llevar la justicia a los miles de padres que han sido destrozados al saber que sus hijos han sido víctimas de tan asquerosas felonías, se trata de ajustar cuentas con una sociedad que calla por un respeto infundado a una autoridad que simplemente ha traicionado la confianza de los creyentes y puesto en tela de juicio la ya de por si vapuleada solvencia moral de una institución milenaria. Se trata de llevar la justicia a estos infantes cuyas vidas han sido marcadas para siempre. Se trata de empezar a impartir justicia, de mostrar la fuerza del Estado de Derecho sobre aquellos que piensan que los fueros decimonónicos siguen incólumes.
No obstante, aquello que más se espera, es un pronunciamiento del vaticano sobre estos casos, que condene públicamente y directamente a los implicados y pida perdón por los abusos de los que ha sido cómplice al encubrir de mil maneras los ignominiosos actos. Más allá de las penas corporales, una buena dosis de “aceptación de culpa” por parte de la santa sede sería sin duda un gran avance en la materia. Seguiremos esperando.
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