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el periodico de saltillo
Agosto 2017
Edición No. 342


Pederastas de la iglesia católica

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

En Estados Unidos, en Australia y en otras naciones a los curas pederastas se les mete a la cárcel y
la iglesia es obligada a denunciarlos ante el ministerio público y a pagar las sanciones para cubrir
los daños a los afectados. En México eso no funciona, la ley y la justicia se las pasan por el arco
del triunfo los políticos corruptos, los violadores de derechos humanos y los curas jotos.

 

En México hay cientos de prelados entre los que se encuentran obispos, arzobispos y cardenales que han sido acusados de miles de violaciones de niños y niñas, pero la autoridad es omisa en sus obligaciones. Ni la Procuraduría General de la República, ni los poderes legislativos y judiciales han hecho su trabajo, y han encubierto a estos sátiros degenerados que han convertido la vida de miles de hombres y mujeres en un infierno. ¿Por qué en México la ley en este sentido ha sido omisa? Es sabido, porque en la clase política mexicana hay decenas de funcionarios de todos los niveles de gobierno que son pederastas y violadores incluso de niños y niñas. Esa es la causa, no veo otras razones para que la ley en esa materia no funcione.

Los cardenales Rivera Carrera y Sandoval Íñiguez han encubierto a decenas de sacerdotes que han violado infinidad de niños y lo más que hacen es cambiarlos de parroquia para que sigan violando infantes. Pero el punto en México es la ley, son los procuradores de justicia, los agentes del ministerio público, los legisladores y quienes están a cargo de la justicia desde el más modesto juez hasta los magistrados de la Suprema Corte, los que incurren a la luz y a la vista de la sociedad, en esa omisión imperdonable, encubriendo y solapando con la impunidad a estos degenerados prelados eclesiásticos. Las razones sean las que fueren son inaceptables y reprochables de manera contundente, porque convierten a los encargados de las leyes mexicanas en cómplices que son lo mismo que violadores pederastas por omisión.

En Estados Unidos se han demandado por daños morales a cardenales y obispos omisos y permisivos con los sacerdotes bajo sus órdenes y mando, que los han metido a la cárcel y los han multado por miles de millones de dólares. El Arzobispo Roger Maloney a quien conocí en Fresno, California cuando era miembro del Comité de Ciudades Hermanas Fresno/Torreón, y parecía un santo, pues repartía su imagen en fotografías de estudio, de una calidad impecable como para ser enmarcados y colgados en las paredes de los hogares católicos de California. Me regaló una de sus fotografías y llegando a Torreón la eché a la basura no sin antes romperla. Poco después, resultó un demonio el tal arzobispo Maloney, ¿y que hizo el Vaticano? Se lo llevó a Roma a vivir plácida- mente de las limosnas otorgadas sobre todo por quienes creen en esa iglesia.

¿En México que hace la iglesia cuando un prelado es acusado con bases ciertas y comproba- das de sus actos brutales a las que denomino degeneraciones? Los lleva a retiro “espiritual” a la casa que tiene la iglesia en Guadalajara para darles terapia y quitarles lo pederastas y degene- rados. ¿Y…?

Esa casa de la iglesia católica en Guadala- jara que alberga a decenas de pederastas se llama “la Casa Santiago Alberioni”, seguramente un pederasta connotado que encontró la forma de encubrir a los miembros del Club de los Pederastas Católicos, sobre todo prelados que lo mismo son párrocos y curas, que obispos, arzobispos y cardenales. Por supuesto que para lo único que ha servido La Casa Santiago Alberioni, es para encubrir a dichos pederastas para que no paren en la cárcel y, principalísimamente para evitar escándalos mediáticos. Para eso la iglesia cons- truyó esa casa, pero el punto es: ¿de qué sirven nuestras autoridades y la ley que cobija en la impunidad a esos degenerados?... ¿De cómplice de la iglesia? Está claro que es para eso.

Por ejemplo: ¿Qué fue del cardenal de Boston Bernard Law, el hombre de la iglesia más influyente en EEUU que fue acusado de pederastia y de encubrir a decenas de sacerdotes degene- rados? Era amigo del Papa Juan XXIII y fue escondido en el Vaticano para eludir la ley en su persona, pero la iglesia no se salvó de demandas pecuniarias por más de dos mil millones de dólares que tuvo que pagarles a los afectados. En México eso no sucede, los cardenales Norberto Rivera y Sandoval Íñiguez están acusados de lo mismo que Bernard Law, y sin embargo siguen gozando de las mieles de su alta investidura, y la iglesia -aunque hay infinidad de demandas en su contra- jamás ha sido obligada por nuestras leyes para pagar la reparación de daños, y tampoco han ingresados a la cárcel, como debiera ser según nuestras leyes, y nuestra iglesia los ha recluido en La Casa Santiago Alberioni o se los ha llevado a Roma como acostumbra. Este es un problema gravísimo que nuestros legisladores y la Suprema Corte de Justicia han dejado pasar de largo sin siquiera un pronunciamiento verbal condenatorio. ¿Nuestras leyes no funcionan o qué pasa? O, ¿usted qué opina, apreciable lector?

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