México, víctima del reacomodo mundial

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

Después de un año en que Inglaterra votó por medio de un referendo salirse de la Unión Europea y seis meses luego de la llegada de Trump a la Casa Blanca con un ímpetu de imperialismo voraz, Macron el nuevo presidente de Francia, salió con la novedad que también su gobierno va a tener la misma tendencia.

Hemos dicho ya algunas veces que en política no hay casualidades y el hecho de que Francia se alinee con EEUU y Gran Bretaña hacia una tendencia injerencista global, quiere decir que esta política que tiende a reconformar el imperialismo occidental fue consensuada tiempo atrás entre Francia, EEUU y Gran Bretaña, con miras a mellar las claras muestras de que Europa -con Alemania como líder- ha preferido unir su destino a China y a Rusia, saliéndose de la esfera de influencia norteamericana.

Emmanuel Macron ha dicho con claridad que Francia es un “eterno aliado” de EEUU. Lo dijo durante la visita vergonzosa reciente que Trump hizo a Paris. No pocos franceses han calificado a Macron como un nuevo Luis Bonaparte porque continua, y repetidas veces toma decisiones sin considerar la opinión de su primer ministro y de la Asamblea Nacional, con una actitud “decisionista, bonapartista, casi dictatorial”. Me parece un poco exagerado el término, pero los franceses no ven con buenos ojos a EEUU como su patrón, sin embargo creo que el pueblo de Francia -la mayoría- no ha entendido o no se ha percatado que esta tendencia de reacomodo imperialista, ante un nuevo panorama en el que Alemania que es el indiscutible motor de los sistemas financieros e industriales de Europa, y que se aleja por razones obvias de la esfera del poder de EEUU, ponen en entredicho el liderazgo de Francia en el continente europeo.

El Brexit -separación de Inglaterra de la Unión Europa-, la llegada de Trump a La Casa Blanca y el triunfo electoral de Emmanuel Macron en Francia, no son casualidades que sucedieron por obra y gracia de fortuitas circunstancias, sino de sincronicidad de mentes politizadas, de fuerzas y poderes fácticos dentro de EEUU, Gran Bretaña y Francia, con el fin de formar un bloque poderoso y monolítico, para enfrentar el poderío bélico de Rusia, y económico de China.

En este juego de poder hegemónico global, la opinión de países como México y otras 195 naciones ni siquiera es tomada en cuenta por esas tres naciones poderosas que han decidido unir su destino, ante lo que ellos ven como un peligroso futuro, lo que sería un bloque poderoso en armas y finanzas, como serían Rusia, China y Alemania si unieran su destino y sus fuerzas, cosa que pondría en riesgo la sólida hegemonía de EEUU por sobre casi todas las naciones del planeta. No pocos franceses están molestos con Macron por alinearse con Trump y renunciar a su liderazgo en Europa.

Hay otras razones por las que los franceses no ven como su aliado natural a EEUU, ya que esta poderosa nación americana, le ha regateado y arrebatado a Francia su desempeño imperial en África y en el Medio Oriente, en donde hoy día sólo hace el papel de policía al servicio de los Estados Unidos. Esta unión tácita de Francia a Inglaterra y a EEUU, cosa que no se dice pero se entiende como un hecho irrefutable, nos lleva a la recomposición de un Nuevo Orden Mundial, New Deal o nuevo trato, que obedece al poderío de Rusia, a la unión integral de intereses de China y Rusia, y a la tendencia alemana a unirse a estas dos naciones, renunciando al liderazgo de EEUU como el patrón que dicta y ordena los pasos que hay que seguir.

Estas condiciones planteadas de lo que está ocurriendo entre los países más poderosos del mundo, nos indican dos cosas. Una.- Que La Guerra Fría ha regresado con nuevos bríos y con mayores objetivos. Y dos.- Que todos los demás países debemos asumirnos como meros observadores o sirvientes del juego del poder hegemónico global y, que por ello vamos a tener que pagar los platos rotos.

México se militariza porque EEUU lo quiere; el régimen de Venezuela va a caer porque EEUU lo necesita; Brasil y la India, dos potencias económicas en ciernes o emergentes, serán obligados a adherirse a cualquiera de los dos bloques o, permanecer sumisos como han estado hasta ahora a los designios de Washington, y peor aún, porque tendrán que reconocer a Israel como un peón estratégico de la triada francobritánica estadounidense, a la que Macrón ha unido el destino de Francia y de los franceses, según sus declaraciones, las que han incomodado a las élites galas.

Palabras más palabras menos, Macrón ha sellado el destino de Francia “eternamente” a Israel, aduciendo culpas y responsabilidades por las deportaciones de judíos durante el régimen del mariscal Pétain. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?

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