“Coalición” para que el PRD
gobierne la capital
Eduardo Ibarra Aguirre.
Por primera ocasión desde que fue fundado, el 5 de mayo de 1989, el Partido de la Revolución Democrática, su dirigencia controlada por la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como Los Chuchos de Jesús Ortega y Jesús Zambrano, pretende acudir a las elecciones federales de junio de 2018 sin aspirar siquiera a la Presidencia de la República, sino concentrase en la disputa por el gobierno de la capital del país.
Tal es el núcleo de la política aprobada por la dirigencia del PRD, formalmente encabezada por Alejandra Barrales, la señora del bello y costoso departamento en Miami, Florida, y que fue dado a conocer enseguida de que expresó públicamente su preferencia por una alianza con el Movimiento Regeneración Nacional y otros para pujar por Los Pinos. Hasta allí llegó la vocación unitaria de las izquierdas de la también senadora, a pesar de que el estatuto partidista marca que es imposible.
Por supuesto que los Ortega, Zambrano, Barrales y demás promotores de la publicitada “coalición de gobierno” con el Partido Acción Nacional, no asumen en la plaza pública que su máxima aspiración es gobernar la Ciudad de México como lo hacen desde hace dos décadas con resultados sociales plausibles y prácticas clientelares y corporativas inaceptables, una corrupción que ya los desbordó y desarrollos inmobiliarios tanto lícitos como ilícitos que están a la orden día.
Para ello están más que dispuestos a apoyar un candidato presidencial panista, hecho que no asumen públicamente Los Chuchos y aliados, dirigentes a los que buena parte de los comentaristas autodenominados liberales consideraban hasta antes de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, como los exponentes de la “izquierda moderna”, igual que en los años 70 presentaban al Partido Socialista de los Trabajadores. Mas los blanquiazules condicionan la “coalición de gobierno” a que el candidato sea propio y algunos soñadores perredistas exigen que sea amarillo. Otros un tanto más sensatos proponen un candidato externo y surgen los nombres de siempre, como si México estuviera congelado en tiempos idos.
Barrales Magdaleno entendió muy bien la “balconeada” por el condominio estadunidense. Tanto que explica que el frente significa “poner por delante los problemas que tiene el país”, además de que “no tiene dedicatoria y sólo se basa en reconocer que un solo partido no podrá ganar la Presidencia en 2018” (Excélsior, 26-VI).
Ortega Martínez no se anda con rodeos en El Universal (29-VI) y dice lo que piensa y conviene difundir: El Frente Amplio Democrático (sic) busca vencer al priismo “corrupto, decadente, presidencialista” y al “populismo conservador” de Morena, dirigido por Andrés Manuel López Obrador” (29-VI).
Dolores Padierna, dirigente de la corriente Izquierda Democrática Nacional, reta a Los Chuchos y aliados: “Vamos a pedirle a los militantes que no obedezcan esa línea –inconsulta–, que sean leales a la política de izquierda y a los resolutivos del congreso del PRD, que es la máxima instancia para tomar decisiones. Y sentenció que “no es más que una simulación para priorizarse ellos en lo personal, en sus cargos, dejando a un lado el programa, la historia, el legado, el capital político” del perredismo.
El Partido Verde Ecologista –franquicia familiar reñida con el ambientalismo– no descarta incorporarse al frente opositor, aseguró Pablo Escudero, yerno de Manlio Fabio Beltrones, pero difícilmente será aceptado por la dirigencia del partido del sol azteca, en virtud de que le haría una fuerte competencia como subordinado del PAN.
@IbarraAguirreEd |