¿Por qué el PRI sigue ganando en Coahuila
a pesar del descontento social?
JABA.
Como muchos ya lo habían vaticinado, el PRI se llevó la disputada gubernatura del estado de Coahuila. Se dice (con justa razón, pues existen numerosas pruebas disponibles para todos en las medios digitales) que fue otro fraude, de esos que se vienen reproduciendo desde la caída del sistema, cuando Salinas asumió la presidencia, o bien, por prácticas ilegales, como las bien conocidas entregas de despensas o tinacos o dinero en efectivo, los acarreos y tantas más.
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Como haya sido, el proyecto empobrecido del partido más popular y repudiado de México continuará durante otros seis largos años. En términos de ciudadanía, hay que reconocer que las cosas han cambiado, para muestra basta referir la marcha multitudinaria e histórica que tuvo lugar en la ciudad dos días después de la elección (sin considerar la intrusión de panistas de pedigrí que se colgaron de ella, como Margarita Zavala y Ricardo Anaya) y que reunió a miles de ciudadanos de distintas trincheras; o el repudio e invalidada credibilidad por parte de la ciudadanía hacia el IEC y su titular, Gabriela de León; o la unión de los partidos perdedores (de izquierda, derecha y partidos patito), en un hecho inusitado en este país.
Amén de la nula honradez de las instituciones encargadas de dar certeza a un proceso de semejante trascendencia, es muy difícil dar vuelta atrás y buscar repetir el proceso. Los coahuilenses habremos de soportar un carisma inexistente del gobernador electo y, sobre todo, no habrá rendición de cuentas de la mega deuda, la matanza de Allende y tantas más, principalmente porque Riquelme es un empleado leal del segundo periodo del moreirato, es de todos conocido. Más parálisis política, económica y social.
Suponiendo que el PAN se haya llevado la elección, suponiendo que el IEC y el INE no están infiltrados por intereses nocivos a los de la población, sorprende que el partido oficial continúe siendo el principal enemigo a vencer, con la descomunal impopularidad de Peña acompañado de un repudio y una burla sin precedentes; con todo y más, el PRI sigue siendo el partido a vencer en Coahuila. Es decir, existe todo un sector social que le apuesta a una identidad rara y lastimosa quizá, pero real; con la fuerza necesaria para seguir disputando elecciones. ¿Es que los coahuilenses vivimos en una burbuja? Es común escuchar a mexicanos de otros estados, referirse a los coahuilenses como seres inocentes, despolitizados, incluso tontos.
¿Por qué, a pesar del descontento general, sigue ganando el PRI en nuestro estado?
Se les suele referir con el término de dinosaurios, probablemente por pertenecer a una idiosincrasia por demás obsoleta, o quizá por tener una larga cola que les pisen, por ser reptiles de sangre fría, etcétera. En nuestros días es patriótico declarar odio al PRI, se escucha en redes sociales y pláticas de café y entre las clases bajas y más o menos medias. Los que son abiertamente priistas son vistos con aversión, son juzgados; aunque la inmensa mayoría de ellos están lejos de las cúpulas, esas que están manchadas de corrupción y ambición vanidosa.
Pero no hay que confundir y es necesario considerar que este partido posee mecanismos de inclusión y pertenencia sofisticados dentro de su estructura, para asimilar grupos heterogéneos en un modelo de mando homogéneo. El PRI ha sabido generar un sentido de pertenencia en un lugar ausente de ideologías legítimas y en un ámbito, por default, de exclusión: la sociedad mexicana. Eso sin contar una gran mayoría en situación de pobreza, ajena a las tendencias de redes sociales y que sigue nutriendo a un PRI sumamente impopular con su voto sincero.
Apología del delito es un término conocido en el ámbito jurídico y tiene que ver con la defensa de ideologías y actos controversiales, por no decir antisociales. Asimismo, el ente priista posee su propia ideología controversial. Suelen surgir parientes o conocidos priistas que defienden a capa y espada y contra todo criterio común al priismo. Algunos (muchos burócratas) lo hacen por conservar su puesto y su estatus, otros lo hacen justamente porque es el sitio donde han encontrado pertenencia, como lo hacen los afiliados a una doctrina religiosa, por la necesidad de pertenecer a un grupo social.
Siendo así, si hay que señalar culpables, habría que mirar a la sociedad civil. En resumen a tres sectores importantes: los empresarios que han abandonado todo impulso social que vaya más allá de su interés económico; a los maestros que educan a los jóvenes, pues, a pesar de ser sindicalizados o formar parte del priismo de forma indirecta, no han tenido el temple para inducir a una politización saludable y necesaria en una democracia; y a los intelectuales y artistas, los encargados de conceptualizar una idea que tenga que ver con la mexicanidad.
Es importante no caer en la idea de que el PRI o PAN o MORENA son el problema, como si fueran monstruos con vida propia. Los partidos políticos son la gente que mueve esta maquinaria. Hoy hay muchas “ideologías” políticas (tramposas y acomodaticias, por cierto), pero falta la más básica de todas: la ideología de México.
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