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el periodico de saltillo
Julio 2017
Edición No. 341


Los Cárdenas

Rufino Rodríguez Garza.

El rancho Los Cárdenas o una parte del mismo perteneció a Candelario Flores Olvera (+), un lugar escondido en las serranías del municipio de Ramos Arizpe, al sur del kilómetro 69 de la carretera 57; al norte de Saltillo.

Algunas tapias y algunos cimientos dan fe de un modesto rancho que con el tiempo se abandonó por la escasez de agua. También quedan bordos de pequeñas represas ahora reventadas. Aquí fue un sitio muy propio para el ganado, así lo atestiguan varios corrales de piedra que aún con el paso de los años se mantienen en pie, como mudos testigos de mejores tiempos.

Al referido sitio se llega por un ruinoso camino que pasa por una propiedad privada, se tiene que pedir permiso para el tránsito y después de 4 puertas o falsetes se acerca uno a Los Cárdenas. Aquí lo mejor conservado son el bordo de una represa y lo que fueron los cimientos de las casas. Se observan tepalcates de barro por aquello de tasas, jarros y otros utensilios de uso cotidiano. Al decir del antropólogo Lorenzo Encinas “los vestigios datan de finales del siglo XIX y principio del XX, las imágenes grabadas nos dan idea de la vida familiar, y de las actividades cotidianas”.

Hace aproximadamente 20 años que llegué a este sitio, y ahora que regreso, con otras experiencias vividas y con la mochila cargada de viejas travesías, reviso el abandonado lugar y llego a nuevas conclusiones.

Los grabados prehistóricos en principio son pocos aunque de un interés especial. Se observan dos átlatl’s que nos dan idea de la antigüedad de los grabados, los cuales pudieran rebasar los dos mil años de elaborados. Vemos el “hongo” que se refiere al símbolo de territorialidad de los grupos que habitaron estos apartados lugares, donde los nativos procuraron el sustento diario, donde defendieron sus aguajes y por supuesto sus zonas de difuntos, de recolección y de cacería.

Otros dibujos son abstractos (para nosotros gente de este siglo XXI), que algo quieren explicar pero que son indescifrables para nuestro entendimiento.

Llaman la atención varios proyectiles y navajas enmangadas, herramientas con las que se defendían, atacaban y/o destazaban animales pequeños o de grandes dimensiones. Los animales podían ser roedores, venados, borregos cimarrones, bisontes, conejos, liebres, tejones, zorros, aves y cuando la naturaleza del suelo lo permitía la pesca, en lagos, arroyos y represas naturales.

Del sitio principal se encamina uno al poniente y a pocos metros, al pie del monte podemos encontrar unos extraños grabados que a fuerza de observación podemos llegar a la conclusión de que los nativos tenía respeto por la maternidad. Lo que aquí podemos observar son unas mujeres en posición de parto, dando a luz.

No es el único lugar que tiene estos motivos, inicialmente en Rincón del Toro en General Cepeda se observan dos dibujos de mujeres, una de ellas dando a luz y no lejos de allí, a medio kilómetro un panel donde se grabaron vulvas, una forma muy estilizada de representar a las mujeres. En los alrededores de La Leona pero de Ramos Arizpe, en unas rocas a ras del suelo con muchos grabados, se aprecia otra dama en posición de parto y el producto a punto de tocar el suelo.

La maternidad era actividad delicada por aquello de la falta de gente en los grupos, las condiciones de clima, de alimentación y de higiene, la mortandad era una limitante en el crecimiento de las tribus. Se cree que uno de tantos ritos ceremoniales, era pedir por la vida prolongada de los niños y la salvación de la parturienta.

En el norte de México en el arte rupestre, la mujer es poco representada, y aquí en Los Cárdenas, en dos modestas rocas encontramos a tres mujeres en proceso de reproducción. Sin temor a equivocarme pienso que es un importante hallazgo para la arqueología de Coahuila y de México.

Los grabados históricos van desde el siglo XIX hasta épocas tardías del siglo XX. Entre éstos algunos patrióticos como un águila con las alas abiertas, devorando una serpiente, parada sobre un nopal y con un letrero que reza “águila mexicana”.

Las vías del ferrocarril pasan relativamente cerca del sitio y las rocas que enmarcan los rieles fueron utilizadas en un letrero político de apoyo al líder de un importante movimiento sindical en los años 1958 y 1959, el líder fue Demetrio Vallejo. En este caso se usó pintura negra y dice “VIVA VALLEJO”.

Y hablando de ferrocarriles, los vecinos del lugar se dieron a la tarea de grabar en la roca dos trenes con sus máquinas de vapor y sus respectivos furgones y jaulas para transportar ganado. Tiene algunos detalles que vale la pena destacar pues en uno de los trenes se aprecia el número de la máquina y en otra se observa al garrotero caminando encima de los carros. Con el número de la máquina el amigo Marco Antonio González pudiera identificar la marca, la fuerza de tracción y la fecha en que corrieron por estas vías.

En cuanto a la Colonia se aprecia una serie de cruces cristianas del siglo XVIII al XX.

Encontramos también el grabado un automóvil segu- ramente de la marca Ford, pudiendo ser de los años treinta del siglo pasado.

Otro elemento que pode- mos encontrar es el de los caballos pero también con- tienen a sus respectivos jinetes.

Una escena bucólica nos indica la presencia de mujeres pues vemos una señora que con la mano izquierda arroja granos, quizá de maíz a una parvada de gallinas, en la parte superior aparece un ganso.

Otras escenas nos re- fieren parejas en posición de baile o danza.

Tampoco puede faltar el perro que en la imagen grabada nos muestra los dientes pues es una clara posición de ataque.

Una dama con un vestido amplio, de “mucho vuelo”, trae un abanico con el que se refresca por los fuertes calores.

Otro motivo muy soco- rrido en el sureste de Coahuila es el de los fierros de herrar y aquí en Los Cárdenas los hay. Se tendrá que consultar en el Archivo Municipal para comparar y saber a qué personaje pertenecieron.

Otros dibujos observados nos recuerdan una fiesta en la que un hombre con un palo en las manos ataca una “piñata” o a un ser diabólico.

Desde este lugar a la boca del Cañón de Sofía hay una distancia de 2 kilómetros. En sus alrededores hay otras ruinas y más grabados de los indios e históricos.

El acercarse es toda una odisea pues los caminos en desuso se han borrado lite- ralmente y corre uno el riesgo de atascarse y/o pincharse y no hay ayuda cercana.

En próxima colaboración escribiré de los lugares aún por explorar.

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