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el periodico de saltillo

Octubre 2017

Edición No. 344


Los fenicios (libaneses)

Augusto Hugo Peña Delgadillo.


Me resulta penoso hablar mal –políticamente- de los fenicios (libaneses) porque les debo la hermandad y amistad que me han dispensado, pero como reza en letras de bronce en el senado, “La Patria es Primero”. Considero que si Pepe Meade llega a la presidencia de México, dará como resultado un sexenio igual o peor de que estamos padeciendo con Peña Nieto.

 

Siempre he sostenido –porque me consta- que los fenicios (libaneses) como Pepe Meade, son la mar de listos en los negocios, mientras éstos no sean de la cosa pública. Así como es atávico en ellos su inmenso poder negociador en cosas de comercio y de la pecunia particular, también en sus genes llevan el germen de ser mancos, cojos, ciegos y sordos en el arte y la ciencia de la política. Desde tiempos milenarios –siglo XIX a. C.- hasta nuestros días, los fenicios se han destacado en el comercio, en su bonhomía personal y familiar, y sobre todo en ser nucleares en el crecimiento y desarrollo de sus negocios y de sus familias. Es difícil encontrar en el mundo a segmentos sociales de cualquier nacionalidad, a alguien tan ducho como ellos en el arte de los negocios, pero aclaro y sostengo, en los negocios comerciales, industriales y financieros, y no así en la cosa pública, en la política ni en las labores de gobierno. La razón de ello la ignoro, pero así son, y así han sido por cientos de generaciones.

jose antonio meadeSi nos remontamos atrás en los milenios podremos analizar el talante de los personajes fenicios más destacados en la historia y en la mitología, como son Agenor, hijo de Libia y Poseidón, y padre de Fenix, de Cadmus, precursor del alfabeto fenicio y fundador de Tebas en Grecia; de Europa, madre de Minos, y de Silix y Fineo. Grandes personajes de su tiempo que lograron por su ingenio, trabajo y esfuerzo, enormes riquezas, y un cierto poder en su entorno. Ninguno de ellos tuvo la gracia de saber negociar con sus enemigos. Personajes posteriores fueron Priamo, el padre de Héctor y Paris, enemistado con los aqueos; de Pigmalión que heredó de su padre el reino de Tiro y Sidón, y Élisa (Dido) su hermana que tuvo que huir al Magreb –a donde hoy es Tunez en donde fundó Cartago, huyó porque su hermano Pigmalión no deseaba que nadie, ni su hermana, le regatearan el poder y el trono. Estos personajes no soportaron los embates de sus enemigos, por negarse a negociar parte de sus riquezas y poder, y acabaron perdiéndolo todo.

Otros fenicios destacados de la antigüedad fueron los de la familia cartaginesa de Amílcar Barca, padre de Anibal, Asdrubal y Magón, los que se hicieron los amos y señores del comercio en el Mediterráneo, pero Roma en pleno crecimiento les regateó por medio de las armas su poder y riquezas. Anibal tuvo la oportunidad de vencer a Roma y algo que la historia no dice, sucedió, y retrocedió ante las puertas de Roma. Posteriormente y por no negociar lo conveniente con sus enemigos, acabaron perdiendo todo; Cartago fue destruida y Anibal huyó hacia el Oriente.

Después de ahí los fenicios desaparecieron de los anales de la historia, y aparecieron de forma destacada hasta finales del siglo XIX de nuestra era -38 siglos después de que Agenor reinara en Tiro y Sidón- cuando por circunstancias bélicas los libaneses emigraron a Europa –sobre todo a Francia-, y a América, en donde han destacado en lo que saben hacer, renaciendo, como el Ave Fenix, de sus cenizas. Es mucha su historia y sus pasajes mitológicos, pero jamás en ningún episodio destacaron por saber negociar –políticamente- con sus enemigos, o bien, negarse a compartir su poder y riquezas. También hubo filósofos fenicios de gran fama, pero en el arte y la ciencia de la política, ¡cero! La historia los ha reprobado.

En este siglo y en el anterior se han destacado en todo tipo de negocios -menos en el de la política- tanto en Europa como en América –más en América-, y por ello no veo como Pepe Meade pueda resultar un buen presidente de México. Podría llegar a presidente de nuestro país, pero si lo logra será por medio de un fraude electoral como el que el PRI está maquinando para el 2018. En suma, Meade podría ser todo lo que quiera, y llegará hasta donde las circunstancias lo lleven, pero en la política será, como lo han sido todos los fenicios (libaneses), un fracaso rotundo, en que estará en juego no su fortuna personal y familiar, pero sí, la suerte de los mexicanos, los que tendríamos que cargar otro sexenio, como lo hemos hecho durante los últimos 35 años, con el mal fario que estamos padeciendo gracias a la mala fe y peores artes del PRI y los priistas. Meade, insisto, es un gran simulador, es poseedor de un discurso suave, aterciopelado pero falsario y meloso que encubre la verdad y los resultados con una retórica artera que se traducirá en una deslealtad hacia México y los mexicanos. O, ¿usted qué opina, apreciable lector? (Este escrito lo dedico a dos viejos amigos, Roberto Rock L., exdirector de Excélsior y a Manuel Camín, exdirector de Ultimas Noticias de Excélsior, con quien tuve el honor de departir experiencias en 1982, en Líbano, la cuna de los fenicios).

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