Negocios turbios
(Una historia común)
Fidencio Treviño Maldonado.
En 1975 Paul Edwards Ponate, tenía 24 años de edad y con siete meses de estar en el frente de Vietnam, con el ejército de los USA. De padre Francés y madre americana, Un rozón de esquirla de una mina le lesionó la rodilla izquierda, de ahí que estuviera en el Hospital en las afueras de Laos. Mientras se recuperaba de esa pequeña herida, Edwards comenzó a recolectar jeringas y bisturís usados entre otros instrumentos del improvisado hospital, su proceso y destino era lavarlos con cloro y alcohol para venderlos a otras clínicas, esto ayudado por May Yang, joven Vietnamita quien era encargado de recolectar y destruir la basura del hospital, que incluía el material usado, que eran cantidades considerables.
El negro negocio en sus inicios era menor, unos cuantos dólares y ya. Hasta que en 1978 en los Estados Unidos, Edwards quien a estas fechas y fuera del ejército vivía en el estado de Luisiana, contactó a quien se encargaba de recolectar y destruir la basura de hospitales y clínicas de Nueva Orleans y pequeños hospitales de pueblos circunvecinos. Se une a un afroamericano al que convenció que todo el material que recolectaba de varios hospitales y clínicas en vez de destruirlo se lo pasara a él, cosa que logró sobornandolo con droga, mujeres y algo de dólares.
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África fue el primer punto en la distribución y venta con la ayuda de unos mafiosos de Rumanía. Con la corrupción de autoridades en el Salvador, previo permiso de un jefe de los Maras instaló lo que era una maquila que se encargaba de lavar y desinfectar con cloro, alcohol y otras sustancias baratas y medio empaquetar jeringas y bisturís, creó una compañía fantasma y logotipos en los empaques y vía corrupción entró en contacto con aduanales en Panamá y de ahí mandar contenedores con millones de estos instrumentos reciclados muy baratos que los hospitales del Malasia, Calcuta, Kenia, Siria, Sierra Leona, Zimbabwe, Madagascar, Libia, Sudáfrica, Etiopía, Bangladesh, entro otros muchos, inclusive se dio el lujo de donar miles de medicamentos e instrumentos a Brigadas de salud de países pobres en África, incluyendo Sudáfrica y el Cabo, aprovechando la guerra interna en esos pobres países.
De un Hospital como el memorial de Los Ángeles, Cal. al día podía recolectar de entre 30 a 50 mil jeringas desechables y bisturís entre otros materiales, con un costo promedio de 2 centavos de dólar por unidad y ya con lavado y envoltura su costo se eleva a 5 centavos, cantidad millonaria por ser también millones los instrumentos reciclados. En 1988 entra al negocio de medicamentos caducados, al adquirir de países "civilizados" en donde bajo sobornos compra baratos casi regalados dos contenedores de estos medicamentos caducados que tenían varados de dos a cuatro años en el canal de Panamá y falsificó la fecha en imprentas improvisadas, regando los medicamentos a precios bajísimos en países centroamericanos: Bolivia, Perú y Ecuador, Haití y Belice, sin embargo no le quiso vender o entregar a la FARC de Colombia, que al contactarlos le pedían armas y municiones, no entró a México, ni a Nicaragua y Guatemala, para evitar problemas con sus gobernantes que siempre querían anticipo por hacer este tipo de negocios.
Para 1995 Paúl Edward Ponante contacto vuelos con una línea comercial franco/turca, la cual a precios módicos le ponía toneladas de medicamentos y material reciclado para clínicas y hospitales que algunos gobiernos o sus secretarios de salud solicitaban, las facturas eran de acuerdo a lo que los compradores quisieran que fuesen y aunque su empresa no tenía remitente ni oficina, sus segundos se encargaba de hacer la transacción, siempre en efectivo. Edwards Ponante a principios del año 2000 crea un imperio de sobornos, incluyendo aduanas de los Estados Unidos, muchas veces con la ayuda de agentes de los dos departamentos de alta seguridad de ese país, hombres y mujeres que no pudieron resistirse a la fuente verde (dólares) y fueron sobornados, por donde salían millones de instrumentos usados, robados, incluyendo medicamentos caducos que en laboratorios clandestinos, usando imprentas de alta definición se les cambiaba la fecha de caducidad.
Su reinado en el comercio negro aunque efímero fue muy productivo y su separación de éste, como principal motivo fue la intromisión de mafias rusas y rumanas que le exigían comisión y, el porcentaje era muy elevado, so pretexo de darle protección para que comerciara su mercancía en los países africanos, asiáticos y parte de la región europea.
Cristofer Andrés Cannsio, de origen venezolano y con otros nombres, como Artemio, Humbert, fue por siempre su fiel ayudante, el segundo de sus confianzas y aseguraba que Edwards no llevaba libros, ni cuentas siquiera anotadas, tenía una memoria que podía hacer multiplicaciones de varios dígitos en su cabeza y, recordar cientos de nombres, direcciones y teléfonos, de hecho era políglota, leer, escribir y hablar cinco o más idiomas, así como también en otros idiomas africanos se hacía entender.
Los negocios siempre invariablemente los efectuaba en efectivo, de ahí que en un hotel de Nueva Delhi (India) en el año 2001 sufriera un asalto y el botín fue de casi un millón de euros y salvajemente golpeado por los asaltantes. Su desaparición a partir del año 2003-2004 fue todo un misterio, se comentó que fue asesinado por una mafia en Turquía, otros que murió en un cruce de fuego en Guinea, algunos aseguran que vive en Dubai, en Canadá, inclusive en alguna rica finca de Venezuela, con otro nombre, en su vida se le conocieron varias mujeres, sin embargo no estuvo casado con ninguna.
Otros mafiosos quisieron seguir el turbio negocio referente a medicamentos y utensilios médicos pero fracasaron. Cristofer o Artemio o Humbert, el segundo de Paúl, entró al negocio del azúcar en Costa Rica y la República Dominicana, pero no duró mucho y su rumbo también es desconocido. En el negocio turbio de Paul Edwards Ponante, muchos gobernantes y secretarios de salud corruptos de las decenas en países que se comercializaban y reutilizaban estos productos, según estadísticas, esto hizo que en países pobres crecieran considerablemente los infectados por sida, hepatitis, ébola, tuberculosis y otras enfermedades contagiosas, así como medicamentos que no surtían ningún efecto contra ciertas enfermedades.
Una vez más en este mundo cruel y hermoso, donde no hay lugar para cobardes, donde la corrupción crea imperios de fortunas, donde se vive sin compasión, queda demostrado que no sólo el tráfico de drogas, de armas o de personas, deja dinero, sino que la salud y sus derivados infectados por la corrupción, son actos que demuestran que el Crimen sí Paga.
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