Política aldeana
En campaña por la Rectoría
en la UAC
A la fecha nadie en la Universidad Autónoma de Coahuila tiene duda que dentro y fuera de la institución se está realizando una campaña política por la Rectoría por dos de sus más importantes funcionarios: El tesorero Francisco Osorio Morales y el Secretario General Salvador Hernández Vélez.
La campaña en cuestión tiene por objetivo relevar al Rector Blas Flores Dávila, que dicho sea de paso, termina su gestión hasta mayo de 2019, dentro de 20 meses, pero hay la creencia que nadie ha desmentido de que pronto dejará la Rectoría para irse al gobierno del estado a ocupar un puesto en la estructura estatal. De ahí la campaña anticipada.
Sin embargo, lo importante de todo esto no es que Blas se vaya de la Rectoría, ni que Osorio y Hernández Vélez quieran relevarlo. Lo importante y tal vez trascendente, es que por primera vez en la UAC hay una campaña política por el principal cargo en la universidad, y lo notorio es que desde las alturas del poder no se ha detenido a sus protagonistas, les han dejado en libertad de continuar sus proselitismos.
Está situación habla muy bien de la transición gubernamental entre Moreira y Riquelme, transición que ha beneficiado a la política universitaria, pues con estas campañas se está oxigenando el viciado sistema electoral de la UAC, cuya burocracia nunca ha permitido que haya alternativas por quién votar, presentando siempre un solo candidato, tal como sucedió con Blas Flores, que aun sin contrincante perdió en 8 escuelas, empató en otras y para ganar necesitaron del taqueo de votos que se hizo en el Ateneo Fuente, y en otras escuelas.
La cofradía de José María Fraustro Siller que lleva 22 años supuestamente dirigiendo “la máxima casa de estudios de Coahuila”, nunca permitió oposición ni competencia política. Por allí pululan como aviadores o marginados en cargos sin importancia, algunos ex directores que desafiaron la orden de sumarse al dedazo, de irse con el elegido.
Para nadie es un secreto que el gobernador en turno selecciona al elegido para la Rectoría, para que luego la comunidad universitaria dócilmente legitime con su voto la decisión gubernamental. Lo cierto es que ningún gobernador, ni de antes ni después de la autonomía universitaria, ha dejado libre a los universitarios para que designen a sus autoridades tal y como lo establece el Estatuto Universitario. Sólo Melchor de los Santos, el primer Rector de la autonomía, fue electo en 1975 sin la intervención del gobernador.
Tres años después, Melchor le entregaría la Autonomía universitaria al entonces gobernador Óscar Flores Tapia, quien con su estilo despótico impuso a Óscar Villegas Rico como Rector, quien era considerado el principal enemigo de la Autonomía y de los dirigentes estudiantiles que la promovieron. Villegas se opuso a la Autonomía como Secretario de Gobierno de la administración de Eulalio Gutiérrez Treviño.
Algunos gobernadores no sólo hicieron caso omiso del Estatuto Universitario, hubo quienes lo violaron con todo conocimiento, tal es el caso de Eliseo Mendoza Berrueto que impuso a Remigio Valdés Gámez aún cuando rebasa la edad que estipula (¿o estipulaba?) el Estatuto Universitario.
Otro gobernador que se burló de la legislación universitaria fue Rogelio Montemayor Seguy, pues impuso a José María Fraustro Siller violando el Estatuto Universitario, porque Fraustro no se separó del cargo que tenía en el gobierno con un año de anticipación a las elecciones.
Enrique Martínez y Martínez simplemente fue comodino, permitió que su amigo José María Fraustro Siller dejara a alguien de su cofradía, a Jesús Ochoa Galindo, quien había sido su tesorero.
Los gobernadores Moreira por su parte nunca permitieron la democracia en la UAC, y fueron enemigos de la competencia política, porque nunca admitieron que otros compitieran con sus candidatos. Humberto Moreira impuso a “El Negro” Mario Alberto Ochoa Rivera, haciendo caso omiso a las denuncias sobre su grosera corrupción que se hicieron en éstas y otras páginas. Rubén Moreira se decidió por Blas Flores Dávila.
Por eso ahora le damos la bienvenida a la campaña política que están desarrollando Francisco Osorio y Salvador Hernández Vélez, pues gracias a la transición es posible que dejen libre la competencia.
Por tal motivo se abre la posibilidad de que el próximo gobernador, que no hay duda que será Miguel Ángel Riquelme, permita que la comunidad universitaria decida quien será el relevo de Blas Flores cuando éste se separe de la Rectoría. Finalmente el que gane, Osorio o Hernández, será amigo del gobernador. ¿A qué Rector le gustaría tener enemistad con el mandatario en turno?
Hay que recordar que la UAC tiene un sistema democrático que le dieron los estudiantes en 1973 y que dejaron plasmado en su Estatuto Universitario: Un Consejo Universitario paritario y el voto universal e individual de cada profesor y alumno de la UAC para elegir a sus autoridades.
Por eso ha habido políticos, funcionarios y gobernantes que no están de acuerdo con el sistema democrático que le dieron a la UAC los que lucharon por la autonomía. El último gobernador que se vio tentado a modificar la legislación universitaria en cuanto a la votación universal y la elección de autoridades, fue Rogelio Montemayor Seguy, quien quería quitarle el voto a profesores y estudiantes, para que un consejo de notables, nombrados por el mismo gobernador, eligieran al Rector, a los directores y al resto de los funcionarios de primer nivel. Un modelo parecido -guardadas sus debidas proporciones- al de la UNAM.
De todos modos, sólo falta que el próximo gobernador permita que la comunidad universitaria de la UAC elija a su próximo Rector, para que los universitarios de ahora estrenen su democrático sistema electoral que está establecido en la legislación universitaria desde el 4 de abril de 1973. Al fin y al cabo, la institucionalidad no está en peligro por unas elecciones libres. Los políticos deben perderle miedo a la democracia...
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