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el periodico de saltillo

Mayo 2018

Edición No. 351


Culto a la personalidad

José C. Serrano Cuevas.

Un diccionario filosófico, de los que ocupan algún lugar en la estantería de la modesta biblioteca, la define como: “La ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche”.

La base teórica del culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso no es determinado por la acción de las masas del pueblo, sino por los deseos y por la voluntad de los grandes hombres (caudillos, militares, héroes, ideólogos destacados, etcétera).

México es un país atado a esta perversa tradición. El tiempo ha transitado por muchas décadas y, a su paso ha podido constatar que desde la más modesta oficina gubernamental hasta las instancias que están en la cumbre del poder, se esmeran por conceder el sitio de honor al retrato del primer mandatario del país: expresión inequívoca del culto a la personalidad.

Una escuela pública ubicada en un barrio o colonia popular resiste la carencia de servicios elementales, pero no la ausencia del retrato de quien arenga a su pueblo cada 15 de septiembre para que no olvide a los héroes que le dieron patria y libertad. El hombre de la fotografía viste con elegancia; su rostro no muestra algún defecto visible; su mirada se pierde en un horizonte muy amplio; empuña una de sus manos para posarla en un mueble de madera fina.

En la historia de un importante segmento del siglo XX mexicano, desfilaron las fotografías de Lázaro Cárdenas del Río, Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Pacheco, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de Léon. A todos ellos se les quemó incienso, gozaron su sexenio de alabanzas casi místicas: culto a la personalidad.

Vicente Fox Quesada inaugura el presidencialismo del siglo XXI. Lo releva en el poder omnímodo Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. Al guanajuatense le correspondió desempeñar el papel formal como primer mandatario del país; el papel real de gobernar lo ejerció su esposa, Martha Sahagún Jiménez. Calderón se tomó muy en serio la investidura de comandante supremo de las Fuerzas Armadas de México, tanto así que se metió en una casaca militar que le quedaba grande, en más de un sentido.

El 1 de diciembre de 2012 arribó al Palacio Nacional como presidente de la República, Enrique Peña Nieto. En 2013, en la víspera del cumplimiento de 100 días de gobierno, la Presidencia de la República difundió el retrato oficial del jefe del Ejecutivo federal. Para dicha difusión usó las redes sociales, Instagram y Twitter, así como la página oficial que en días recientes había sido montada.

Esta fotografía ha costado a los mexicanos 1 millón 677 mil 545 pesos entre la sesión, la impresión, las reproducciones y el montaje. Este importe no incluye el costo de los evidentes retoques sobre el rostro del mandatario. El resane se paga aparte.

La imagen pulcra de Enrique Peña Nieto fue un distintivo desde su campaña. A su toma de posesión se presentó con un traje Ermenegildo Zegna, hecho a la medida. En esa imagen en la que el mandatario aparece con el puño cerrado mientras muestra su sortija de matrimonio no se escatimó un peso. La foto presidencial no fue afectada por el decreto de austeridad que ordenó recortes presupuestales cuantiosos.

El culto a la personalidad no es asunto de los gobernantes solamente. En días pasados apareció en medios de difusión una nota en cuyo encabezado se leía: “Excentricidades del narco se exhiben en el Museo del Enervante”. El espacio, ubicado en la sede principal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) resguarda cinturones, ropa, armas y objetos que muestran los lujos de los capos de la droga. En las paredes del inmueble cuelgan las camisetas blindadas de Osiel Cárdenas Guillén; en vitrinas se exhiben rifles de asalto AK-47, pistolas, metralletas, lanzamisiles, sillas de montar finamente elaboradas, relojes con piedras preciosas, armas bañadas en oro con las iniciales de capos famosos como Amado Carrillo Fuentes o Joaquín Archivaldo Guzmán Loera.

Al capo conocido con el alias de El Chapo Guzmán se le decomisó en Sinaloa una pistola marca Colt, calibre 38 súper, con estructura metálica pavonada, cachas de madera con la imagen del narcotraficante: una variante del culto a la personalidad.

 
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