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el periodico de saltillo

Mayo 2018

Edición No. 351


La Paila

Rufino Rodríguez Garza.

Entendemos por paila un recipiente rectangular de metal, con medidas suficientes para poner a hervir la candelilla y que agregando agua y ácido, se recoge como producto la espuma, que luego conocemos como la “cera de candelilla”.

Han tratado de modernizar este sistema utilizando unas enormes ollas de presión pero que no dieron el resultado esperado. En Coahuila, una buena parte de los habitantes del desierto sacan el sustento con esta actividad ayudándose también con la talla de la lechuguilla para extraer el ixtle y que en buena parte es acaparado por coyotes, generalmente de Nuevo León y que le merman dinero al modesto productor.

Algunas comunidades han acabado con la “hierba” de los alrededores y ahora tienen que trasladarse cada vez más lejos para cortar y hacer los manojos que luego en burros, carretones o camionetas, acercan la candelilla a las pailas para hervirla, usando casi un litro de ácido sulfúrico para una carga.

El combustible para calentar es la misma planta después que se le ha extraído el producto.

La sierra de la Paila quizá lleve ese nombre porque una buena parte de los ejidos que rodean esta serranía se dedican precisamente esta actividad económica.

La Paila es una enorme serranía que se localiza en las inmediaciones de los municipios de General Cepeda, Ramos Arizpe y Parras en el Estado de Coahuila. Podemos decir que de la carretera 40 hacia el norte, llegando hasta la Muralla y de carretera doméstica 114 al oriente, tiene poco más de 100 kilómetros de norte a sur.

Es un nudo montañoso poco habitado y que los pocos que se animan a sacarle provecho son ganaderos particulares o gente de las comunidades ejidales. De esta sierra también se extraen minerales que se usan en Altos Hornos de México en Monclova.

A esta sierra también se le menciona en más de una leyenda donde una habla del tesoro escondido de los jesuitas y seguido atrae a los buscadores de tesoros de diferentes partes de Coahuila y de otros estados.

El compañero Ventura y yo hemos estado por tres ocasiones en las cercanías del ejido Cosme, donde amablemente nos indicaron como acercarnos a los cañones de esta sierra.

Nuestro interés es el de buscar vestigios de los indios que aquí dejaron muestras de su arte. Hace algunos años supimos de unas pinturas de manos en rojo, gracias a la comunicación personal del profesor Carlos Cárdenas; nos dimos a la tarea de buscarlas y dimos con ellas gracias a un “cazador” que por el rumbo encontramos. El cerro se llama Sombreretillo y en una parte elevada, en un pequeño alero allí se escondían las pinturas.

Subir casi en vertical, sin vereda y con muchas espinas de nopales y tasajillos para llegar al sitio. Juro que ni con las coordenadas en la mano se llegaría a tan especial sitio. Batallamos para la localización pues hacía 15 años que las habíamos visto. Las buscamos en los alrededores con tan buena suerte que encontramos otras pinturas que no andábamos buscando.

Se procedió a tomar fotos, ubicarlas con el GPS y seguir en la constante búsqueda de otros sitios que sabemos que los hay pero que requieren de más viajes de exploración.

Los cazadores-recolectores no frecuentaban asiduamente la sierra por la escasez de agua, cosa que aún sucede, pues el ganado que por allí pudimos observar tienen que caminar kilómetros hasta llegar al ejido que cuenta con un tanque.

Al igual que las sierras del norte del estado, en la Paila no se localizan grabados pues la roca granítica no lo permite, es muy rugosa y de una dureza superior a 7, lo que no deja que se hagan esas manifestaciones tan socorridas en otras localidades del sureste de Coahuila.

Las manos pintadas en positivo están muy expuestas a las inclemencias del tiempo por lo que están en peligro de desaparecer. Del total de las manos 4 son rescatables, las demás, la erosión casi las ha borrado. Se ubican en un pequeño abrigo rocoso, en la parte superior de una pared de difícil acceso, lo que contribuya a que no se haya vandalizado. Los alrededores de las manos está ahumado, signo de que allí se hicieron ritos propiciatorios. Un dato que podemos anotar es que están a 1176 metros sobre el nivel del mar

Buscando las manos localizamos otro lugar que tiene más espacio con motivos pintados en rojo, donde no hay figuras reconocibles, todos son abstractos y geométricos. Los accesos son difíciles, los caminos sin uso, en muy mal estado y la soledad por todas lados. Queremos seguir explorando esta serranía que esconde grandes tesoros arqueológicos de los más antiguos pobladores de estas vastedades.

Ir a la Paila por el Corazón del Toro, es toda una odisea. Se debe llevar un vehículo todo terreno y herramienta para las frecuentes ponchaduras. Entre las plantas difíciles de localizar dimos con un sitio de chautle, un cactus que se le conoce como falso peyote. Las fechas en que nos acercamos al lugar era el inicio de la primavera por lo que floración de huizaches, nopales y pitahayas sanjuanera.

Los cañones de la sierra de la Paila tendrán que visitarse y en la exploración nos dará nuevos sitios del más antiguo de los artes: el Arte Rupestre.

 

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