Utopía
Mensaje de Peña y Salinas
Eduardo Ibarra Aguirre
Conforme Andrés Manuel López Obrador consolida y hasta incrementa la distancia que en las preferencias ciudadanas lo separan de Ricardo Anaya y de José Antonio Meade, de acuerdo a todas las empresas encuestadoras –con todo y la baja credibilidad de que gozan éstas–, crecen las voces que advierten: “Ahí viene un gran ataque” (José Agustín Ortiz Pinchetti).
Ataque que de acuerdo con el exsecretario de Gobierno cuando AMLO gobernó la capital, pero con una voz y reflexión propias, explica que “La tentación por el fraude se volverá muy fuerte. Los segmentos amenazados pueden presionar a una asonada, a un golpe preventivo. Entre más profunda es la reacción, más extremas pueden ser sus acciones. Pueden llegar al crimen, a la violencia, a la locura. Sin duda, viviremos un episodio de gran relieve en los próximos 100 días: marcará nuestras vidas.” Y un crítico puntual del candidato de Juntos Haremos Historia, como lo es Julio Hernández López registra que arrecia “la metralla declarativa contra la pieza de cacería de temporada, AMLO”.
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Opiniones que como la segunda es natural, pues se trata de una disputa política, pero se multiplican en número y diversidad con la famosa foto publicada por Reforma sobre la fiesta por el ingreso de Carlos Salinas, el principal depredador de los bienes nacionales en décadas, a los septuagenarios, acompañado en el festejo por Enrique Peña Nieto, otro destacado en la obtención de beneficios particulares, privados, con recursos públicos.
Sin embargo, no fue necesariamente esa característica común la que reunió a Salinas y Peña, sino al parecer la necesidad de enviar un mensaje de unidad y compromiso, después de varios desencuentros entre dos grupos poderosos y dispuestos a cerrar filas y sumar fuerzas para obstruir el camino que conduzca al tabasqueño de Macuspana a despachar en Palacio Nacional.
Por débil que se encuentre Peña Nieto con apenas 22 por ciento de respaldo ciudadano hasta antes de marcarle un comedido pero claro alto a los desplantes antimexicanos e imperiales de Donald Trump, no tiene ninguna necesidad de acudir a un festín para acordar con su aliado Salinas de Gortari, salvo para que los mexicanos sepan y sobre todo entiendan, que están juntos en la batalla por la sucesión presidencial.
Es una foto del reencuentro público que envía ominosos mensajes a los electores y los candidatos de la oposición auténtica, pero también a la más moderada como son los que aprobaron gustosos las reformas estructurales, de las que ahora pujan para diferenciarse en la “forma de su aplicación”, como en el caso de la educativa, impuesta a base del linchamiento mediático de los maestros, la persecución a cargo de la Policía Federal y la intransigencia de Aurelio Nuño, jefe de campaña de Meade.
El país conoce las prácticas del salinato, como deponer a la mitad de los gobernadores del PRI, asesinar a cientos de partidarios de Cuauhtémoc Cárdenas después del fraude cometido el 2 de julio de 1988. Y el momento escogido para la foto no pudo ser peor, cuando la oligarquía financiera brasileña, la más influyente y enriquecida de América Latina, después sigue la mexicana, encarceló al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, el favorito y de calle para la elección presidencial de octubre.
Y todavía tienen el cinismo de rasgarse las vestiduras ante la vía venezolana de cambios, cuando son ellos y el administrador en turno del imperio que ofende y maltrata a México, los que obstruyen los caminos más institucionales y graduales para la renovación mexicana. |