Crónicas de un saltillense agringado
Héctor Alejandro Calles Valdez.
La peor manera de bloquear tus posibilidades de movilidad social son temerle a la gente adinerada o a quienes brindan la apariencia de tener buena posición social. Si te sientes humillado por ellos o los detestas por su buena suerte, es una señal de alarma de que vas avanzando rápido en la vida, pero vas avanzando hacia el lado contrario; hacia la escasez, la pobreza, la opresión y falta de oportunidades. Esto suena lógico, ¿verdad que sí? Bueno, pero que hay del dicho más o menos popular, que dice: “Lo que has de odiar, en tu jardín lo habras de cosechar” y que se refiere a que las cosas a las que temes o te disgustan se multiplican en tu vida. Les doy un ejemplo: Odias a un tipo de sujeto en particular y tu hija se enamora y se casa con uno exactamente así. ¿Como se pueden conciliar estas ideas? Si odias algo, pero aquello que odias lo tienes en tu mente clasificado como “bueno”, entonces a pesar de tu odio, no te sucede, más si odias algo y en tu mente lo clasificas como “malo”, entonces es muy posible que si te suceda. Recapitulando: Lo que odias por malo, viene a ti, lo que odias por bueno, se aleja. Es una regla sencilla de comprender. En mi caso, ¿Como le hice para vivir tantos años en Texas, y ahora en Orange County, California y hallarme estudiando una carrera universitara de cinematografía, y desde luego todo con estatus legal? Fue con el uso activo del apego positivo, es decir, desear con fuerza algo que en tu mente clasificas como “bueno” y que no le temes, por el contrario, amas.
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Cuando yo tenía por ahí de dieciocho años, una persona conocida me contó una historia sobre una mujer que rumbo a su empleo pasaba caminando frente a una casa muy grande y elegante. Esta mujer, cada día, sin falta, veía la casa y le dedicaba pensamientos de deseo, hasta que según la historia, la dueña de la casa, una viuda sin hijos, salió, la saludó y la detuvo para platicar. La historia cuenta que la viuda le ofreció la casa a cambio de un pago simbólico, ya que por años había notado el interés de la mujer. Ella aceptó el trato. Al inicio, cuando puse en practica aquellas ideas fue de manera horriblemente dispersa, poco práctica, con muchas lagunas de conocimiento, y por supuesto me tomó muchos años comprender su funcionamiento práctico. Pasé grandes vergüenzas y bochornos cuando se me ocurría platicar de este extraño fenómeno mental con gente conocida, incluso cometí el error de mencionar esto a mis jefes en diversos empleos; me veían como que me me fallaba la razón y se reían. Al fin descubrí que esto es algo muy personal y que la mejor manera de hacerlo llegar a otros, es por escrito, ya que en persona parece que a veces no funciona muy bien, especialmente con gente poco receptiva.
En aquellos tiempos, un amigo, a quién también le tocó estar presente y escuchar la misma historia sobre de la mujer y la casa, tuvo una idea diferente a la mia. En lugar de ponerse a practicar con su mente, él se motivó mucho y eligió a un comerciante local, otro amigo mutuo, y le platicó abiertamente sobre sus inquietudes. Le dijo que él quería aprender los secretos del dinero y como adquirirlo, así que de ahí en adelante se unió a él, como una especie de discípulo. Ese método se le llama “el mentor y el aprendiz” y también es una manera ideal de integrarse rápido a la persecución de un ideal específico, de una industria, comercio o actividad profesional o de la riqueza misma, y es un tema que bien merece una explicación completa. No se pierdan mi siguiente colaboración, ya que ampliaré más esta interesante idea.
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