Elecciones 2018
Alfredo Velázquez Valle.
Estamos viviendo en este inicio de año, los momentos previos al arranque formal de los procesos de campaña electoral que habrán de relevar al actual ejecutivo de la nación.
Los actores legales que se enzarzaran en esta “contienda democrática”, habrán de hacer uso de todos aquellos recursos para captar la atención y, por último, la intención del voto de toda aquella masa amorfa de seres humanos, que viviendo en un territorio común, denominamos “mexicanos”.
El corolario de bajezas, golpes bajos, denuncias y actos cuasi vandálicos (perdónenos los vándalos por la comparación), acompañarán a este arranque del rimbombante llamado “proceso electoral”; acto que mostrará, a razón de meses, y de cuerpo entero, las mañas y alimañas que infestan todo lo que cobijan las siglas partidistas amparadas por un Instituto Nacional Electoral a modo de necesidades e intereses faccionales.
Esta es la democracia que se promueve y apuntala desde los sectores más retrógrados del sistema capitalista mexicano contando con la anuencia y el visto bueno de la potencia financiero-militar que domina el orbe y que amenazante lanza, a cuenta gotas y de manera psicológicamente torturante, sus diktat a las pobres economías “subdesarrolladas” del sur americano.
La forma democrática ha sustituido el sentido democrático; los distintos partidos políticos, sus propios principios fundacionales, sus puntos programáticos, sus procesos internos de calificación (y descalificación); el Instituto Nacional Electoral y sus epígonos regionales con sus leyes, acuerdos y modos “sui generis” de obrar con respecto a sanciones y premios, además de toda la parafernalia que rodea a estos procesos, han comenzado y terminado por imponerse a un público que ante la avalancha mediática termina inclinando la testuz ante ese juego de villanos (muy villanos) llamado “democracia mexicana”, aquella a la que se refiriera J. Revueltas como democracia bárbara (también con perdón de los bárbaros).
Esas formas políticas que encubren sentidos (anti) democráticos, no siendo infalibles per sé, terminan siéndolo a razón uniformada de macana, fraudes algorítmicos, puñetazos (in) morales y punta de fusil; cuando la fuerza de las ideas no es suficiente la bala (de goma o pólvora) la completa.
Al final, hemos de constatar que como cada seis años, el sistema económico-político terminará por imponer su razón traducida en forma; argumento-forma que jamás será la palabra viva de “las mayorías”; esas que, infaltables en la retórica electoral (no por lo que dicen, sino por lo que obligadamente callan)comienzan y terminan siendo telón de fondo desde donde son solo paisaje/forma –de nubarrones, a cielo límpido y soleado-; cuando la tragedia y desgarre de vestiduras de los falsos tribunos se va trocando en melodrama cursi que termina siendo farsa cuasi cómica cuando unos y otros, al momento discutible de la victoria del favorito, decimos (aunque por muy distintas razones) ¡consummatu est!
En efecto, el proceso que cada seis años se lleva a cabo para sustituir a los administradores del capital foráneo -y casero- cuesta a la inmensa mayoría de los connacionales una fortuna en recursos capitales pero que, a cambio, termina avalando, sancionando el relevo de directiva; lo cual, hay que decirlo, vale cualquier fortuna invertida (más si no es la propia).
Recursos y procesos que denominados “democráticos”, no resultan ser sino la más burda de las estafas, de las mentiras lanzadas al pueblo; implementada para que nada cambie, nada se mueva, aunque parezca que sí (los nuevos candidatos, los ingeniosos slogans, las actualizadas plataformas políticas, los viejos-nuevos discursos populistas de ambos lados de la barrera, los temas torales, etc., etc., cambian cada seis años, cierto, y sin embargo…), esta democracia formal –dictadura efectiva- habrá de ser nuevamente piedra angular sobre la cual se asiente todo el entramado de relaciones jurídico-políticas que sanciona la opresión económica de la masa trabajadora del país.
Hasta aquí la forma del proceso democrático que recién comienza; inicio de una campaña ferozmente mediática y sin descanso que durante aproximadamente cuatro meses hemos de sobrellevar; corolario de todas las vilezas y bajezas que caracterizan esta vida política que pasa por encima de nuestra vida.
De los programas políticos que abanderan estas organizaciones políticas gansteriles, nada que mueva a reflexión, a comentario siquiera. Ningún programa, ni una sola declaración de principios, ni un candidato (a), que cuestione lo que debería ser llamado a cuentas: la propiedad privada, la explotación del hombre por el hombre, la degradación del medio por un sistema económico-político que lleva nombre, la cultura de la segregación, el racismo, la homofobia y la misoginia, y un largo etc., etc.
Del otro lado, ¿qué hay? Es decir, desde los intereses específicos de las mayorías excluidas; de ese inmenso 98% que no siendo dueño más que de su fuerza de trabajo, arrastra en su cuerpo todos los perjuicios de este sistema auto llamado democrático y liberal.
A decir verdad, no hay más que una creciente inconformidad popular contra un “algo” hostil al cual no se alcanza a definir; un bulto al cual la población no le encuentra forma; hay, sí, mucha indignación, hartazgo, pero falta la pieza toral que aglutine y de un determinado sentido a esas manifestaciones de desesperación.
Como escribiera Jean-Marie Vincent en la ya lejana primavera de 2004:
“El rechazo del capitalismo está ya muy extendido pero este rechazo está lejos de participar en formas eficaces de anticapitalismo. La negación del capitalismo permanece muy a menudo abstracta, moral, mezclada muy a menudo con rabia, impotencia.” (Vincent, 2018)
Por lo que la ausencia de un órgano político (el partido de la revolución), que convoque desde fuera de la legalidad establecida, se hace patente por su acuciante necesidad; un aparato que, recogiendo las diversas demandas sociales (como empleo, sanidad, seguridad, etc.), las compagine con un programa político económico que llame a subvertir el orden establecido para que aquellos derechos sean asequibles, derechos efectivos para todos; una convocatoria desde los particulares intereses de clase del proletariado que permita priorizar la vida del ser humano y el medio que le sustenta; esto en oposición tajante a aquella otra propuesta, la que defienden los distintos partidos políticos “del orden y la legalidad” y que queda reducida a la defensa de la razón del capital, su reproducción y sus terribles secuelas, antecedente subsecuente, obligado de la muerte en sentido lato.
Este órgano partidista para la concienciación, la crítica, la movilización y la subversión no puede ser resultado de los espacios permitidos por el sistema neoliberal; espacios estos celosamente cerrados al diálogo, a la libre discusión de los verdaderos problemas económicos y a la crítica ácida de quien verdaderamente sufre las consecuencias de las políticas económicas que los centros de poder financiero dictan para la reproducción no de vida, más bien de desolación, de paisajes yelmos de toda esperanza, como aquellos que dejan tras de sí los socavones hechos por la minería trasnacional canadiense a cielo abierto en los santuarios naturales de México; violencias inherentes a un modelo económico que chorrea sangre indígena por sus cuatro costados en la desquiciada extracción de lo que sostiene al ser humano sobre sus propios pies: las riquezas del subsuelo de lo que las culturas nativas han llamado poética y sabiamente: madre tierra.
Contra esa cultura de la muerte, contra esa manera de triturar la vida misma, con esa manera impúdica, aberrante, de incitar a poseer sin tenerse, contra esas formas (sociales) que encubren terribles verdades (genocidios y ecocidios), ni uno solo de los candidatos blande el puño; por contraste, ellos: los Meade, los AMLO, los Anaya, se esfuerzan, compiten, pelean y desgañitan su prostitución al señor del capital, principio y fin de la democracia de estos tiempos dantescos.
¡No pueden trazarse mapas políticos donde faltan cartógrafos de la subversión!
Bibliografía
Vincent, J.-M. (2 de febrero de 2018).
http://www.archivochile.com/Debate/doc_otros_debates/docotrosdebat0021.pdf. Obtenido
de http://www.archivochile.com/Debate/doc_otros_debates/docotrosdebat0021.pdf: http://www.archivochile.com/Debate/doc_otros_debates/docotrosdebat0021.pdf
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