La maldita primavera mexicana
Salvador Alcázar Aguilar.
En 1968, impregnados por esa primavera de Francia revolucionaria, combativa, desafiante, y ante la intolerancia de un sistema político mexicano que excluía a los jóvenes, vimos un rayito de esperanza y no sólo de luz. Sucedió la matanza de Tlatelolco y los jóvenes nos volvimos protestantes, y estando en la escuela preparatoria nocturna de la entonces Universidad de Coahuila muy sentaditos con nuestras camisetas blancas vimos llegar a nuestro maestro que nos daría clase: Gilberto Duque.
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El maestro Duque se para frente a nosotros y nos dice: “Qué están ustedes haciendo aquí en el salón deberían de estar acompañando y protestando por solidaridad a los estudiantes caídos y muertos por un régimen obtuso que primero los mata y luego les ofrece su mano, vayan, lárguense de aquí del salón que van a aprender mucho más hoy que en todo el año de clase conmigo”.
Y nos fuimos a marchar codo con codo, tomamos la calle de Aldama oriente hasta llegar a la calle de Bravo dando vuelta hacia el norte y lo que vimos fueron unos cuantos cuicos, policías o azules, que cortaban cartucho más por miedo que porque quisieran disparar. Estaba con ellos el jefe de la policía Santana Jiménez, y gritamos nuestras consignas desafiando al presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz, después vimos una primavera china que fue masacrada, luego la primavera árabe que aún no termina y todavía quedan muchos sirios que masacrar, países como Rusia, Turquía y Estados Unidos están destruyendo a un país y a sus habitantes tan solo porque no quiere dimitir el presidente y se aferra al poder.
Hoy nuestros jóvenes mexicanos, los milenials o generación like, con sus memes quieren y luchan por lo mismo: democracia, y quieren en tropel tumbar todo para reconstruirlo de nuevo, quieren justicia rápida y expedita, acabar con un cáncer que se llama corrupción y nos tiene enfermos a todos, pero el enojo de nuestros jóvenes cunde como reguero de polvora impregnando a hombres y mujeres mexicanas, porque lo que más les causa enojo es lo cínico y descarado de los latrocinios, y la desfachatez en que raya la facilidad de robar sabiendo que existe una impunidad que cobija a todos los políticos, o sea que no pasa nada, que todo se mueva para que todo quede igual.
Aquí todo sigue igual... como estabas tú
Nuestros políticos son intocables como la cosa nostra de Chicago, todos saben quiénes son, todos conocen sus transas y todos se pavonean por las calles como grandes benefactores.
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A los hombres a quienes pusimos a cuidar nuestros intereses, ni siquiera pueden ser citados, ni siquiera se les puede abrir un expediente, ellos mismos ni siquiera están interesados en combatir la corrupción, es más los gobernantes, presidentes, políticos, candidatos y partidos políticos exhiben su podredumbre y deshonestidad y todos tiene cola que les pisen, desde empresarios evasores y rateros del fisco, jueces corruptos que como premio llegan a ser magistrados como prestación por ser vil... Perdón, servir, estudiantes que venden exámenes, abogados transa que tuercen la ley para sacar tajada.
Los constructores que dieron moche para construir condominios y edificios que luego se cayeron por un sismo, pero que los eximen de responsabilidades, los estudiantes de la UNAM que venden drogras, los policías que trabajan para un cártel y entregan en bandeja de plata a ciudadanos para que los extorcionen y luego los desaparecen, los agentes del ministerio público que integran mal una averiguación para que salgan los delincuentes, los políticos que roban y roban y compran un puesto de senador o diputado para tener fuero y que el brazo de la ley no los alcance.
Por todo esto no sólo los jóvenes, también el ciudadano común tiene bajo sospecha a todas esas lacras, y vivimos una primavera de cambios de renovarse o morir, quizá muchas primaveras no han florecido como debieran, quizá nuestra primavera nos lleve a un invierno frío, pero la lucha por la democracia es un riesgo que debemos de correr para el bien de México. |