En la foto: Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, (el presidente que nunca fue y el presidente electo por el hartazgo de los mexicanos), en un amigable saludo que confirma lo que se repitió hasta el cansancio: el pacto secreto entre EPN y AMLO para conseguir la impunidad del más corrupto de los presidentes mexicanos, el de la peor inseguridad de la historia del país y el vendedor del petróleo mexicano, uno de los mayores yacimientos del mundo. Pero a pesar del invaluable daño que Peña Nieto le hizo a México, ya los feligreses de la nueva religión política: el amloísmo, lo quieren poner en el altar como el presidente demócrata, o porque no pudo hacerle fraude, o porque lo ayudó
a ganar, en lugar de enjuiciarlo y llevarlo a la cárcel por todos los latrocinios que se cometieron durante su sexenio.

El rey ha muerto, ¡viva el rey! ¡Pobre México!