Un “tsunami” que no venció al abstencionismo tradicional

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por Jorge Arturo Estrada García.

La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores.
Abraham Lincoln.

Ten cuidado con las personas que te dicen lo honestas que son.
H. Jackson Brown.

Algo más de 30 millones de votantes encabronados hicieron presidente a Andrés Manuel López Obrador. Se aplicó un enorme voto de castigo al PRI, y al presidente Enrique Peña Nieto, que encontró su cauce en Morena y su proyecto. Peña Nieto, hizo el ridículo electoral y luego pactó impunidad traicionando al tricolor para salvarse. El PAN y el PRD no fueron opción; ellos intentaron convencer ciudadanos, pero las elecciones se tratan de emociones y no de razones. Andrés Manuel hizo su campaña con base en malos chistes, frases trilladas y apodos que buscaban ser ingeniosos, los ha ido acumulando en 18 años de campaña.

Ricardo Anaya destruyó al PRIAN y Peña Nieto rápidamente se alió al Peje en el parto del PRIMOR (PRI y Morena). Y así, tenemos un presidente electo de izquierda que no es de izquierda y que no lo será. Asistimos a un “tsunami” de votos que ni siquiera superó el 63 por ciento, pero que arrollaron a los demás partidos. 60 millones de electores no quisieron votar por el Peje; o porque no le creen, o porque no les atrae lo suficiente para caminar hacia una casilla el día de la elección.

Morena es la mutación del PRI ancestral que pretende prestigiarse con los luchadores sociales de la izquierda mexicana que proviene desde mediados del siglo XX.

Democracia a la mexicana. Es el partido que López Obrador soñó y construyó a su imagen y semejanza. AMLO es un personaje anclado en un pasado que ya no existe, pero al que se empeña a regresar como condición para redimir a México.

Tendremos una mayoría en el congreso integrada por personajes muy peculiares, poco diestros unos y poco recomendables otros. El gabinete de AMLO va por las mismas Estamos ante una contingencia nacional. En la época de la alta tecnología nos tocó una computadora de bulbos, transistores, circuitos integrados y muy pocas par- tes de última generación, en un gabinete de papel, tablas, plástico y saliva. Ya sé que se parece mucho al PRI del carro completo de antaño. Dimos el salto a los 70’s, pero sin pantalones acampanados.

El mesías llegó con un discurso tan simple y poco novedoso que asombra por su eficacia. Sus frases trilladas se convirtieron en millones de votos de castigo al PRIAN. Obrador y su PRIMOR se apoderaron de la partidocracia a la que siempre ha pertenecido desde que decidió ser político. Se convirtió en demagogo y pragmático. En su proyecto no hay ideales, sólo referencias históricas que le aporten algo de estatura.

La estrategia de AMLO alimentó la ira de los ciudadanos y la convirtió en votos. Entre su militancia consolidó un movimiento agresivo y excluyente. Las redes fueron su canal principal. Contando con millones de bots y seguidores fieles, construyó la percepción ganadora que ninguno de sus oponentes pudo arrebatarle. José Antonio Meade nació derrotado, tanto Peña Nieto como sus amigos y aliados fueron incompetentes y construyeron la derrota más grande del PRI en su historia. Por su parte Ricardo Anaya no logró convencer a los furiosos, además tampoco logró consolidar un proyecto en el que pareciera un contendiente fuerte capaz de vencer al morenista. Peña en sus miedos y fobias atacó sin piedad al panista queretano, haciéndole un favor al tabasqueño.

Destruidas las posibilidades panistas. Los empresarios intentaron atacar, pero fueron sometidos por la agresividad y fortaleza de López Obrador. Los dueños del dinero recularon y aceptaron someterse al nuevo mandamás del país. Humillados, rumiarán su desquite para intentarlo en cuanto estén listos y dadas las condiciones.

La verdad es que nadie ni nada pudo detener al caudillo tabasqueño, cuando aún era posible. Desde la mitad de la campaña los principales medios del país y sus comentócratas, siempre tan afines al poder del presidente y los gobernadores, pasaron de agresivos e implacables a dóciles y zalameros.

La maquinaria del PRI nacional y sus operadores estrella coahuilenses, fracasaron estrepitosamente. Fue un desastre con malas cuentas, escasa operación y muchas traiciones que complicaron la movilización y la compra de votos.

La corrupción y la inseguridad fueron el motor y el combustible de la campaña. Enrique Peña, su séquito y sus virreyes fueron soberbios e incompetentes, para gobernar y para comunicar. Sin eso, no tienes nada. Sólo cosecharon encono social y reprobación.

La presidencia de Fox fue un fiasco, la de Felipe Calderón, fue un charco de sangre, que no supo manejar las percepciones y cargó con la culpa de los muertos en un país de gobernadores que no enfrentaron a la delincuencia organizada.

Ahora, López Obrador ofrece sensatez y programas sociales que no destruyen la marginación, pero sí construyen base social. Para los corruptos habrá puente de plata. Los votantes ya habrían saciado su ira y el castigo al PRIAN en las urnas, ahora verán la salida de Enrique Peña nieto y sus cercanos. Los tricolores saben que si se quedan a pelear serían aniquilados. Si se quedan a cooperar podrían convertirse en aliados y nuevos militantes.

Para la ira popular habrá dosis de demagogia tropical y solicitudes de serenidad, paciencia, amor y paz. Andrés Manuel es líder de un movimiento desarticulado, sin ideología, ni rumbo claro. Sólo él sabes sus planes reales para conducir al país.

Los más intensos votaron por la destrucción del PRI y el castigo a los corruptos. Los pasivos, van por las promesas de dinero, las becas y los programas.

En Coahuila el tsunami morenista sacudió al estado más priista del país y generó resultados insospechados. El PRI perdió, de nueva cuenta, en todas las ciudades grandes de la entidad y sólo gobernará los municipios menores y Saltillo. El tricolor de Rigo Fuentes fue patético, sólo obtuvo dos diputaciones federales de siete, una senaduría de minoría para Verónica Martínez y perdió la Comarca Lagunera completa.

EL PAN de Bernardo González volvió a hacer el ridículo electoral y pasó al tercer lugar. Memo Anaya perdió la senaduría, Lenin y Luis Fernando salvaron dos diputaciones federales y Jorge Zermeño ganó arrolladoramente Torreón. La estrategia de cachavotos volvió a fracasar. Los negocios e intromisiones de Ernesto Saro y su publicista y protegida Mayra, sólo aportaron incompetencia a las campañas de los panistas perdedores del todo el estado.

El PAN Coahuila deberá renovarse, la carrera de Memo está acabada, lo mismo la de Saro, los días de Bernardo y el cacicazgo de Anaya se acabaron. Tal vez, así el blanquiazul vuelva a ser competitivo. El zermeñismo manda.

En Saltillo los operadores del alcalde y los enormes recursos de los que dispone le ayudaron a ganar su reelección. Su presencia en la boleta no generó entusiasmo entre los apáticos saltillenses. Sólo el 60 por ciento se presentó a votar. A pesar de tener más de un año en campaña no ha logrado generar respaldo ciudadano amplio para sus poco trascendentes proyectos, sólo ganó poco más de 20 mil votos.

Manolo se mueve en una burbuja de juniors que solamente piensan en hacer negocios a la sombra del erario, además el joven político está lejos de ser un talentoso estadista. Jiménez rápidamente ha destacado por la superficialidad de su gestión caracterizada por mucho ruido, pocas nueces y nulos resultados.

Él está inmerso en grupos de políticos y empresarios locales que han construido fortunas con contratos gubernamentales, permisos de usos de suelo en lugares poco indicados, construyendo viviendas caras, malas y reducidas en cañadas y pendientes de sierras y cerros, en ciénegas o sobre cauces de arroyos. Ellos han creado un caos enorme en todos sentidos

Los priistas mediocres y sus jilgueros quieren generar sensaciones de triunfo en medio de las aplastantes derrotas. No es muy vistoso presumirnos como una isla tricolor, poblado por apáticos y tontos, con un alcalde millennial engreído, con sueños de grandeza e inmerso en la posverdad del mucho rollo y escasos hechos relevantes que respalden el discurso. Sus ayudantes lo presentan como el próximo gobernador de Coahuila aun cuando estamos en el primer año de Miguel Ángel Riquelme.

Lo cierto es que tenemos una ciudad en crisis. Ninguno de los sistemas funciona. Trabajamos con un comunnity manager, en lugar de un Smart Mayor, que va acompañado por colaboradores que son juniors poco talentosos.

Actualmente, los mejores cuadros del PRI y el PAN están marginados. Da lo mismo panista que priista en Saltillo, todos están emparentados, por las familias o por el tráfico de influencias y los negocios.

En primera instancia, Manolo ha sido reelecto y deberá responder acerca del manejo del agua que ha dejado en manos de los voraces empresarios españoles que empresarios y políticos locales entregaron en circunstancias oscuras. Manolo no tiene un cheque en blanco y va acumulando pasivos rápidamente.

La victoria de López Obrador no es la revancha del 88 de Cuauhtémoc Cárdenas. Es un fenómeno político aparte despojado de ideología y modelo alternativo. Es un cóctel de ira, repudio, pragmatismo, alianzas y traiciones; de demagogia y promesa de dinero y programas sociales. El perfil del votante de Morena en julio de 2018 es el del mexicano común de cualquier edad, sexo, clase social, estudios y generación. El voto de la frustración cundió parejo, sin distinciones. Se dará un paso de la ira a la esperanza. Pero se mantendrá en campaña permanente y demagógicamente tratará de administrar las expectativas. López Obrador repartirá dinero, pero no cambiará la estructura de injusticia social ni de reparto de la riqueza. Ni siquiera lo intentará.

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