Mis sexenios (3)

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José Guadalupe Robledo Guerrero.
ed. 354, agosto 2018

El movimiento por la Autonomía universitaria

El movimiento de los estudiantes de Saltillo para conseguir la Autonomía de la entonces Universidad de Coahuila duró 11 días, del 24 de marzo al 4 de abril de 1973, y se acordó iniciarlo con la toma de Rectoría, para evitar que Óscar Villegas Rico impusiera a su amigo Jorge Mario Cárdenas como sucesor de Arnoldo Villarreal Zertuche, quien había renunciado el 15 de marzo.

Sin tomar en cuenta las peticiones de los estudiantes, Óscar Villegas convenció al gobernador Eulalio Gutiérrez de nombrar al Rector y darle posesión. Villegas quiso sorprender a los estudian- tes aglutinados en la Federación de Estudiantes de Saltillo de la Universidad de Coahuila (Fesuc), y preparó la toma de posesión de Jorge Mario Cárdenas para el 25 de marzo de 1973, en el despacho de Rectoría.

Debido a ello, el 24 de marzo se reunieron los dirigentes estudiantiles de la Fesuc para analizar la situación, y el acuerdo unánime fue la toma de Rectoría para evitar que le dieran posesión a Jorge Mario Cárdenas. Pero Villegas no desistió y al día siguiente de la toma de Rectoría, le dio posesión a Jorge Mario Cárdenas en la Secretaría de gobierno. Aun así, Jorge Mario Cárdenas nunca actuó como Rector ni fue reconocido como tal.

Óscar Villegas Rico quiso imponer como Rector a su amigo Jorge Mario Cárdenas, lo que originó la lucha por la Autonomía universitaria.

El movimiento se inició y la petición estudiantil se convirtió en lucha. La propuesta de que “Catón” fuera Rector se cambió por la exigencia de la Autonomía universitaria.

Como sucede siempre, la mayor parte de los medios de comunicación del estado estuvieron del lado del gobierno, recrudeciendo la campaña contra el movimiento y los dirigentes estudiantiles “revoltosos”, que según los comunicadores no tenían el apoyo de sus bases.

El acuerdo de la toma de Rectoría era un hecho y se convocó para la medianoche a los com- pañeros más representativos de la base estudiantil a la explanada de Rectoría, en donde surgió la pregunta: ¿Cómo hacerle para entrar a Rectoría sin violentar las cerraduras?, pero eso ya estaba resuelto, entraríamos con la llave del edificio, para demostrar que no éramos vándalos, como Villegas lo había hecho creer.
Años después, en su libro “La primavera de las cenizas”, Mario Arizpe aseguró que Melchor de los Santos (entonces Secretario General de la Universidad) había proporcionado el útil instrumento.

En la medianoche del 24 de marzo de 1973, la explanada de Rectoría estaba llena de mucha- chas y muchachos, aglutinados en diferentes grupos que distinguían la presencia de todas las escuelas universitarias de Saltillo. Los jóvenes se mostraban radiantes de entusiasmo, con cabelleras largas, metidos en jeans y en evocadoras minifaldas, sintiéndose en esos momentos una mezcla de quijotes, conspiradores y revoluciona-rios. En esa animada concentración estaba de manifiesto la organización estudiantil, la capacidad de convocatoria de los líderes universitarios y la combatividad de las bases estudiantiles.

A medianoche se abrieron las puertas de Rectoría y en presencia de notarios que dieron fe del suceso, se hicieron rápidos inventarios. Desde ese momento se acordó que sólo entrarían al edificio los dirigentes de las sociedades de alumnos y los líderes de la Fesuc.

Pasada la medianoche, en los albores del nuevo día, se decidió la formación del Comité de Lucha, organismo que serviría de discusión, análisis y dirección del movimiento estudiantil, integrado por tres estudiantes y tres suplentes de cada escuela, nombrados en sus asambleas generales.
El Comité de Lucha se estableció en el Teatro de Cámara de Rectoría, pequeño auditorio que dio albergue a las propuestas y acuerdos de los jóvenes, que durante 11 días estuvieron en asamblea permanente, diseñando actividades y tomando decisiones en un ambiente de pluralismo y democracia, con el único objetivo de conseguir la Autonomía para la Universidad de Coahuila.

Mientras tanto, la explanada de Rectoría hervía de entusiasmo y actividad. A medida que las horas pasaban, más estudiantes se incorporaban a la algarabía del movimiento. Comisiones iban y venían con la misma fluidez que la información y el fraternal compañerismo.

Ese fue el inicio de 11 días de lucha, que marcaron la conciencia de toda una generación universitaria, y que tuvo como corolario el histórico decreto del 4 de abril, en donde el gobernador Eulalio Gutiérrez elevó a rango Constitucional la Autonomía de la Universidad de Coahuila.
Durante el movimiento, en el Comité de Lucha todo mundo externaba sus ideas y proponía alternativas y al final, cuando se agotaba la discusión, se votaba para decidir lo que la mayoría determinaba. De esa forma se le dio conducción al movimiento. Pero también en el seno del Comité de Lucha se presentaron a cada rato y en todos los temas las diferencias que había entre los córporos y los “comunistas”, que fueron el antecedente de las controversias que después de la Autonomía se darían en el Consejo Universitario.

Es cierto que en el movimiento se mantuvo la unidad, porque nos hermanaba un objetivo común, pero también es verdad que hubo lucha interna por imponer ciertas líneas ideológicas al movimiento. Los líderes de la Corporación (los córporos) se mostraron más organizados, mejor asesorados y con mayor información. Ellos estaban dedicados de tiempo completo al estudio y al movimiento. Por su parte, los simpatizantes de Marx dedicaban sólo una parte del tiempo al movimiento, pues en la mayoría de los casos eran empleados, obreros o realizaban alguna actividad para conseguir ingresos. Allí se manifestó en todo su realismo las limitaciones derivadas de ser al mismo tiempo trabajadores y estudiantes.

Desde el inicio del movimiento, los “comunistas” propusieron medidas radicales: bloqueo de carreteras, toma de radiodifusoras y periódicos, bloqueo de calles y plantones frente a Palacio de Gobierno. Al inicio estas propuestas fueron rechazadas por los córporos en el seno del Comité de Lucha, con el argumento de que eran acciones provocadoras, pero en el fondo tenían esperanzas de que Villegas Rico renunciará a su imposición. Esto lo único que logró fue alargar el movimiento.

Las diferencias entre los dos grupos no eran de índole estratégica, sino táctica. Ambos grupos estában de acuerdo en las ideas y objetivos mayo- res, pero disentían en la forma de lograrlos.

En los primeros días del movimiento no hubo medidas radicales, pero había una gran actividad de volanteo, asambleas, mítines relámpagos, mani- festaciones, proselitismo en escuelas, mercados, fábricas, calles, autobuses urbanos, periódicos murales, pintas, etc. Todos participaban en comisiones, convirtiéndose de la noche a la mañana en consumados activistas de la lucha. Cada quien puso lo mejor de sus esfuerzos. Algunos compañeros destacaron en la oratoria, otros en la redacción y distribución de volantes, unos más como propagandistas, agitadores y organizadores.

Hubo marchas multitudinarias, que por su orden y disciplina, consolidaron la simpatía de los ciudadanos, que además de animarnos también nos otorgaban su apoyo económico. El movimiento de la Autonomía fue social, pero “el cronista de la ciudad” soslayó el hecho, como lo hizo con la histórica huelga obrera de Cinsa-Cifunsa.

En los últimos días del movimiento, los córporos apoyaron las medidas extremas, porque la intransigencia de Villegas Rico no cedió. Si Villegas no hubiese sido tan intolerante y autoritario, el movimiento estudiantil no se hubiera realizado ni se habría exigido la Autonomía, y “Catón” habría conseguido su anhelado sueño de llegar a ser Rector. Pero la historia se escribió de otro modo.

Desde el noveno día de la lucha, toda la base estudiantil se movilizó con un sólo objetivo: presionar al gobierno del estado con medidas radicales. Se evaluó la posible intervención del ejército y la policía, pero se llegó a la conclusión de que el estado no se atrevería a reprimirnos.
Cientos de estudiantes se organizaron para realizar acciones concretas. Unos se fueron al bloqueo de carreteras, otros a la toma de radiodifusoras y periódicos, algunos al secuestro de camiones urbanos, que sirvieron como obstáculos para el bloqueo de las principales arterias de Saltillo.

Aún recuerdo las largas filas de vehículos de todo tipo que había en las carreteras. En la de Torreón se presentó un piquete de soldados para intimidar a nuestros compañeros, pero nadie cayó en la provocación, y continuaron sentados en la cinta asfáltica, impidiendo el tránsito de vehículos.

Si Villegas no hubiese sido tan intolerante y autoritario, no se hubiera exigido la Autonomía, y Armando Fuentes Aguirre “Catón” habría conseguido su anhelado sueño de llegar a ser Rector.

Las difusoras fueron una experiencia única. Duramos horas difundiendo música latinoamericana, explicando los fines de nuestro movimiento, lanzando ideas de justicia e igualdad, y pronunciando arengas para el pueblo. Convencimos a los saltillenses que además de la Autonomía, los universitarios deseábamos defender sus causas.

La XEKS, propiedad de los hermanos Jesús y Efraín López Castro (+) y el periódico El Inde- pendiente con su Director don Antonio Estrada Salazar (+) siempre apoyaron las demandas justicieras, tanto en la Autonomía, como en la huelga de Cinsa-Cifunsa y en el movimiento Pro Dignifica- ción de la UAC.

La prensa comercial se puso en contra de la lucha estudiantil y a favor del gobierno. Eso originó que optaramos por informarle directamente al pueblo y lo invitáramos a participar en nuestra lucha. Por primera vez, que no sería la última, le ganamos a la prensa comercial y al gobierno la simpatía de los saltillenses.

Mientras se hacían las medidas radicales, el gobernador Eulalio Gutiérrez convocó al Comité de Lucha para llegar a un acuerdo. Se acudió a la cita sin abandonar las acciones, porque se sabía que era fundamental para negociar con el gobierno.

El gobernador Gutiérrez curándose en salud, aseguró que siempre había simpatizado con nuestras demandas, pero que su equipo se opuso a que las concediera. Ahora quería poner fin al conflicto que había enfrentado a los universitarios con su gobierno. Discretamente nos confió cuáles eran las posturas al interior del gobierno: Óscar Villegas planteaba que nos reprimieran, y el alcalde Luis Horacio Salinas proponía que se dividiera al movimiento mediante el soborno. Esas eran las alternativas que le proponían al gobernador, quien luego de ser derrotado las desechó, ante los resultados exitosos de nuestro movimiento.

El 4 de abril de 1973 se decretó la Autonomía de la Universidad de Coahuila, a través de la cual, el estado otorgaba a los universitarios la facultad de autolegislarse y de elegir a sus autoridades, de lo que se derivó la autogestión, el sufragio universal para estudiantes y profesores y la paridad en el Consejo Universitario, órgano supremo del gobierno de la UAC.

En actitud conciliadora, el gobernador elogió nuestra disposición al diálogo, nos aseguró que su gobierno siempre estaría dispuesto a servir a los fines universitarios, y se comprometió a apoyar en todo momento a la Universidad.

Finalmente recibimos el decreto de la Auto- nomía, redactado de acuerdo a las instrucciones del gobernador y en concordancia con nuestras exigencias, y el decreto se publicó en el Diario Oficial tal como el gobernador lo había mostrado en su despacho.

El 4 de abril de 1973, con el decreto de Autonomía nació la Universidad Autónoma de Coahuila. Empezaba una nueva época para la Universidad y para los universitarios. En la que habría que elaborar la legislación universitaria. Posteriormente el recién electo Consejo Universitario Paritario se reuniría para elaborar la Declara- ción de Principios y el Estatuto Universitario, documentos que normarían la vida de la UAC.

Los líderes del Movimiento de Autonomía se volverían a encontrar en el Consejo Universita- rio. Ahora en una intensa lucha ideológica por incluir en la Declaración de Principios y en el Estatuto universitario las visiones filosóficas, sobre el quehacer y el deber ser de la Universidad.
La tarea hacer de legislación universitaria se realizó en los primeros dos años de Autonomía, 1973-1975, período que dirigió Melchor de los Santos Ordóñez como Secretario General Encargado del Despacho de Rectoría.

Posteriormente, Melchor de los Santos fue electo como el primer Rector de la UAC 1975-1978, al término de este periodo le entregó la Rectoría a Óscar Villegas Rico por órdenes del gobernador Óscar Flores Tapia.

Durante los cinco años que estuvo Melchor en la Rectoría, los oportunistas confesionales (José María Fraustro, Daniel García Nájera, Jorge Bautista, etc.), todos ligados a la educación religiosa y empresarial infiltraron la UAC. Melchor, los córporos y los oportunistas despolitizaron la cátedra y los planes de estudio, erradicaron todo lo que oliera a marxismo y a problemas sociales. Se instauró una burocracia de cortesanos y se hundió a la Universidad en la mediocridad. Hasta la fecha.

Melchor y los córporos le devolvieron al gobierno la facultad de elegir al Rector en turno y exterminaron toda disidencia ideológica, política y académica, hasta llevar a la UAC a la deplorable situación en que ahora se encuentra: bajo nivel académico, nula difusión cultural, y una pobre investigación científica.

Pero se salvó la legislación universitaria que sigue vigente sin ser respetada, pero que está en espera de que las nuevas generaciones la hagan valer frente a los que se oponen a que la educación universitaria sea un agente de cambio, en un país que requiere del conocimiento para salir adelante, que necesita sacudirse el lastre de la ignorancia, la improvisación y la obsolescencia. Por eso sus ordenamientos legislativos siguen molestando al gobierno que insiste en modificarlos…

(Continuará). 
¿Por qué Autonomía y no Catón para Rector?