Miscelánea. El pastor y su rebaño

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La escena del rebaño del pastor de Macuspana es una parodia del flautista de Hamelín.

José C. Serrano Cuevas.
ed. 355, septiembre 2018

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su Título Tercero, Capítulo I, Artículo 49 la División de Poderes. El texto precisa que “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación…”

Este postulado que debe ser inviolable se lo brincó a la torera Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, al reunirse el miércoles 5 de septiembre con los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el instituto político del que es líder indiscutible.

En el encuentro de marras el político tabasqueño instó a los legisladores de su divisa, a resistir las tentaciones del poder y actuar con decoro. Él, López Obrador, en estos menesteres no está actuando con congruencia, porque la filípica no estaba siendo dirigida a sus correligionarios “partidistas”, sino a integran- tes del Poder Legislativo.

En dicha reunión el presidente electo habló a sus legisladores de cinco tareas que deben iniciar a partir del 1 de diciembre de este año: adecuar el marco legal para la austeridad, cancelar la reforma educativa, eliminar los fueros a todos sin excepción, brindar autonomía a los pueblos indígenas y no incre- mentar el precio de los combustibles en términos reales.

En este encuentro, que se presumía interactivo, no hubo una sola voz disidente. Los convocados se comportaron como mansas ovejas ante el llamado de su pastor. El arreador del rebaño, Mario Delgado, resaltó que López Obrador les pidió (¿ordenó?) que fueran muy respetuosos, que no avasallen a los integrantes de las otras bancadas ni que humillen con desplantes a los miembros de la oposición.

Don Profirio Muñoz Ledo y Lasso de la Vega, presidente de la Cámara de Diputados, salió a la palestra al día siguiente del sermón pejeano. Presto y vigoroso como en sus mejores tiempos, cuando cumplía a cabalidad y eficazmente las encomiendas que le dejaba el hiperactivo presidente Luis Echeverría Álvarez. Dijo, sin estar muy convencido, que el mensaje que les dirigió López Obrador “no fue un regaño, sino que les pidió de forma seria mostrar una imagen de grupo en el poder y no de oposición”.

Pero cómo aprender, asimilar y ejercer el poder, si el dueño de las canicas no se las presta. Para nadie es un secreto que el tabasqueño está enamorado del poder y no es fácil que lo comparta con alguien. Muestras de ello desfilan cotidianamente en actos públicos de índole diversa.
Jorge Javier Romero Vadillo, académico e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), publicó en redes sociales un análisis serio sobre lo que está ocurriendo en este proceso de transición, también llamado interregno, como los romanos describían al terrible período entre la ausencia del gobernante y la asunción de su sucesor.

“Comienza la nueva legislatura, al tiempo que el próximo gobierno va tomando los hilos de la administración y va quedando claro que el margen para el cambio es mucho más estrecho de lo que la ilusión de la campaña electoral hizo imaginar a los electores. El presidente electo va entendiendo que su capacidad de maniobra es mucho menor que la imaginada, mientras que los legisladores del gran movimien- to transformador se muestran como lo que siempre fueron: políticos reciclados sin mayor coherencia entre sí que la lealtad y la disciplina por el caudillo cuyo arrastre electoral les garantizó la mayoría”.

La terquedad de las maneras de hacer las cosas con las que navega la política mexicana, se han mostrado con especial tenacidad, en el sainete legislativo; los mismos políticos de siempre se siguen comportando como siempre.

“La aplanadora es una maquinaria disciplinada al servicio del poder y, para lograrla no se necesita construir coincidencias programáticas ni afinidades ideológicas: se requiere intercambio de favores. La aplanadora es monolítica”.

La escena del rebaño del pastor de Macuspana es una parodia del flautista de Hamelín.