La presa Nacapa

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por Rufino Rodriguez Garza
ed. 358, enero 2019

Después de un año regresamos a Nacapa con la idea de registrar unos morteros que se nos habían hecho ojo de hormiga; dichos morteros los localizamos hace casi treinta años.

Al llegar nos dimos a la tarea de explorar una loma de una longitud de más de un kilómetro, prometía más pero sólo encontramos unos escasos grabados, pero eso sí una buena cantidad de peyote que fue seguramente usado en mitotes y eventos chamánicos por los antiguos habitantes del lugar.

La loma se ubica al poniente del vaso de la presa, el agua en ella es poca y sólo sirve para abrevar el escaso ganado; este lugar es un excelente sitio para acampar; por ahí de las de 5 de la tarde procedimos a buscar el lugar más apropiado para montar las tiendas, recoger leña, recolectar piedras para proteger el fuego del viento, preparar el lonche y así como planear la salida del domingo.

Caminamos por el margen poniente de la presa para tratar de encontrar los perdedizos morteros, ya para las 8 de la mañana se empezaron a ver los primeros, los encontramos solos, en pares y hasta en un conjunto de cuatro en una misma roca; se le fueron tomando las respectivas fotos y no muy lejos en el lecho de un modesto arrollo aparecieron los morteros que en vueltas anteriores no habíamos podido encontrar.

Estos morteros ubicados en la presa pasan de 30 pero lo que llama la atención es el hecho de que en una sola roca se concentran 12 de ellos de diferentes dimensiones y profundidades unos empezados y la mayoría en uso. La presa es un asiento de mezquites y no pocos huizaches, uno de los frutos más ocurridos para el complemento alimenticio fue precisamente el del mezquite, fruto rico en proteínas que tierno o seco era un rico manjar. También en los alrededores de la presa hay nopaleras de las que se aprovechaba la tuna tanto madura como para deshidratarla y misma que en los morteros era convertida en harina; tenemos que recordar que los frutos mencionados son anuales y que a la vuelta de un año se regresaba a estos sitios para la colecta y procesamiento de dichos frutos.

Cabe mencionar que este proceso ocurre en los meses de junio y agosto, que son las fechas cuando se recolectan las pitahayas.

La presa está en muy malas condiciones, desde que se le construyó la cortina y el vertedero jamás se le ha dado mantenimiento.

Los morteros son unos recipientes elaborados de un material pétreo que sirven para machacar o reducir a pasta o polvo las especies y semillas, a su vez los morteros pueden ser fijos o móviles. Para los antiguos pobladores era una enorme carga física llevar a uno de estos artefactos en sus múltiples cambios de lugar, sin embargo lo hacían en muchos de los casos
Los otros, los fijos se construyeron en las zonas donde había agua y productos que se tenían que procesar, les llevaba mucho tiempo ahuecar la roca y en algunos casos tanto los móviles como en los fijos los inutilizaban, es decir los mataban perforándolos para que no los usaran otros grupos.
En otras épocas del siglo pasado era posible observar algunos morteros movibles desperdigados en el amplio territorio de Coahuila y en no pocas ocasiones los llegamos a ver en ejidos deteniendo puertas o como bebederos para las gallinas.

Nacapa es una palabra de origen Nahua, puede tener varios significados uno de ellos parece significar “espejismo” o también “lugar de agua en alto”
Los morteros en Nacapa que son una buena cantidad, se elaboraron con roca caliza de arroyuelos o de plano en rocas horizontales donde se ven uno o más de estas herramientas que les fueron a los cazadores-recolectores de gran utilidad en la preparación de sus alimentos; estos morteros los vimos por primera ocasión en los años 90 del siglo pasado en compañía del arquitecto Ricardo Dávila de su familia y la mía que en alguna ocasión por ahí acampamos.