La Guardia Nacional

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por Manuel Padilla Muñoz

Muy lejos se vislumbra una solución al grave problema de la inseguridad. El gobierno de la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador le apuesta a la creación de la Guardia Nacional como solución definitiva al grave problema de inseguridad que se abate a todo lo largo y ancho del territorio nacional y que ha arrojado hasta ahora más de 200 mil muertos, pero en realidad no es la solución definitiva.

Hasta ahora, lo único que se ha logrado es sacar al Ejército de sus cuarteles, donde siempre debe de estar, para lanzarlos a las calles a realizar trabajos de policías, que por cierto no les corresponde, y enfrentarse a tiros con los sicarios del crimen organizado, porque tienen la capacidad de fuego, y ahora sufrimos las consecuencias de una guerra no declarada.

La Guardia Nacional no es la solución
definitiva al problema de la inseguridad.

En México, la estrategia para combatir al crimen organizado ha sido equivocada. El crimen organizado debe combatirse desde su origen, desde su raíz. Los enfrentamientos con armas entre los sicarios del crimen organizado y los miembros del Ejército no son más que una manifestación del problema.

Siempre hemos manifestado que los verdaderos capos del crimen organizado son, desde presidentes de la República, gobernadores presidentes municipales, diputados, senadores, secretarios de estado, hombres de negocios, banqueros, jueces, policías de todos los niveles y, finalmente los que hacen el trabajo sucio, capos y sicarios.

La lógica nos indica que todos los problemas, para su solución, su combate debe realizarse desde su origen, desde su raíz. ¿Qué hace falta para ello, es difícil? Difícil no debe serlo. Lo que hace falta es, antes que nada, voluntad política de nuestra clase gobernante, desde presidente de la República y sus colaboradores y demás estructura, porque sin esa voluntad nada se logra.

Luego, la creación en cada estado, la formación de un grupo de hombres honrados, probos a toda prueba, que defina las estrategias para combatir al crimen organizado. Esta comisión deberá apoyarse en las autoridades financieras del gobierno, la Secretaría de Hacienda y el SAT, que son quienes conocen todo el movimiento del dinero en México y saben quién lo tiene y dónde se encuentra.

El equipo se integra, además, con un profesional grupo de inteligencia con personas incorruptibles que no se dejen sobornar por el poder político y económico. Posterior a ello se requiere de fiscales, ministerios públicos, jueces y policías de todos los niveles con las mismas cualidades que no brinden impunidad a los delincuentes que puedan ser procesados. En suma, la aplicación de la ley a todos por igual porque nadie, absolutamente nadie, debe estar por encima de nuestras layes.

¿Es difícil contar con personas con estas cualidades en cada entidad federativa? Creo, sinceramente, que no, que sí las hay.

Ya planeadas las estrategias en cada estado para combatir el crimen organizado, entonces sí se requiere del apoyo logístico de la Guardia Nacional y del Ejército porque ellos son los profesionales del combate con armas de fuego y serán los encargados de enfrentar a los sicarios y su enorme capacidad de fuego. La Guardia Nacional ni el Ejército y la Marina deben realizar tareas de simples policías preventivos municipales.
Debemos hacer entender a gobernadores y alcaldes de todos los municipios que la seguridad preventiva les corresponde a ellos y es su obligación ineludible proporcionársela a los ciudadanos. Deben reconocer estos funcionarios que su ineficacia ha provocado esta ola de inseguridad que ya tiene índices estratosféricos, pedir perdón al pueblo y ponerse a trabajar. Así se los reclamamos porque su ineficacia también es corrupción y ésta debe ser acabada en esta Cuarta Transformación de la vida social de México.

Corresponde al nuevo gobierno presionar a quienes no le han cumplido al pueblo, pues de otra manera si esperamos que se organice la sociedad civil para hacerlo, tardara mucho tiempo y terminar con la ola de violencia que impera actualmente debe ser tarea prioritaria y rápida.

No podemos esperar a que gobernadores y alcaldes se decidan a abandonar sus cómodas oficinas para solucionar este problema. Resulta muy cómodo que los funcionarios gubernamentales dediquen mayor tiempo de sus responsabilidades a actividades políticas de proyección de sus imágenes que les permitan, desde antes, buscar otros cargos futuros en base a esas proyecciones insulsas que no llenan las expectativas que prometen en sus campañas políticas. Primero está el pueblo y el futuro de los políticos después. Al menos es lo que propone el nuevo gobierno.

El caso más típico y reciente es el de Ayotzinapa donde los Abarca y sus cómplices habían vendido y entregados al crimen organizado a sus cuerpos de seguridad municipales y por ello ahora lamentamos la muerte de 43 jóvenes estudiantes normalistas, suceso que debe de ser un parteaguas en la historia moderna de México.

México antes y después de Ayotzinapa deberá consignar la historia. Un negro suceso que no deberá repetirse en nuestro país. Y por eso debemos de trabajar desde ahora. La solución es simple: la justa aplicación de nuestras leyes. Es nuestra única oportunidad de lograr un México más justo y democrático.

Hemos de presionar, por todos los medios a nuestros gobernantes a cumplir con su deber. Si no lo hacemos llegará el tiempo en que nos avergoncemos de nuestro proceder y en este sentido la juventud moderna tiene mayor responsabilidad histórica. No dejemos pasar esta oportunidad.

manuelpadillaperiodista@hotmail.com