Con AMLO, México se ha devaluado

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por Adolfo Olmedo Muñoz.

“De que dicen a fregar; del cielo llueven escobetas”, dice así un viejo refrán popular. Ahora que se ha puesto de moda referirse a lo popular, como un referente “sine qua non” en el ejercicio de la función pública y del hacer política, hasta para inventar encuestas patito, o mascaradas a “mano alzada”; o como fuente del derecho para convalidar caprichos, antojos, desatinos y vende- ttas, ante todo ello, he optado por incluir en mi comentario, varios dichos, algunos ya viejitos, pero no por ello desatinados, todo con el fin de sobrellevar de la mejor manera, la lluvia de sandeces que viene cometiendo Andrés Manuel López Obrador en la actual administración llamada “de la Cuarta Transformación”. (Yo quisiera sazonar esta columna con un tinte humorístico, pero me temo que sería demasiado caustico, funesto, de un humor negro).

Andrés Manuel López Obrador ¡debería! haber entendido ya que no es lo mismo andar en una permanente campaña, cuando habría llegado el tiempo de ejercer un verdadero mandato responsable a favor de TODOS los mexicanos.

Lo cierto es que no hay por dónde empezar: Si fuera de manera cronológica, pues es incuestionable que lo primero que pasará a la historia como una de las peores pen… tontadas, sería la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, pero eso, a pesar del corto tiempo, ha pasado ya a la historia… Las torpezas se han sucedido de manera abrumadora, casi sin darnos tiempo a digerir la ¡o las! estupideces de un día, porque son opacadas con las del día siguiente, si no es que en el mismo día.

Lamentablemente, no sólo podemos calificar el mediocre nivel intelectual del actual presidente; la gran mayoría de la “masa” (que más quedaría llamarle “mazacote”) ignorante que atrajo a la función pública, en todos los ámbitos del gobierno de nuestro país, en los tres poderes, y destrozando las instituciones que con tanto esfuerzo creó la sociedad a través de instituciones cívicas que habían sido coadyuvantes en la búsqueda de crear un mejor país, dañando dolorosamente a veces a sectores tan indefensos como los niños a los que les privó de guarderías, o en el ámbito de la cultura donde impuso a un baturro en el Fondo de Cultura, a calzador “doblado”.

No ha habido día en que los medios de comunicación, ahora también dependientes de la espada de Damocles, a los que ha ido cercando la censura lopezobradurista, así como los analistas y comentaristas de la política, amagados, ofendidos, apostillados, a pesar de que muchos de ellos, fueron corifeos de sus arengas cuando sus muchos años de candidato. Hoy para el nuevo presidente, esos “progresistas” son ahora “fifís”, analistas “orgánicos”, ya no le sirven pues ya no le aplauden, precisamente porque solo un idiota puede aplaudir la mayoría de las acciones del nuevo presidente.

México se está devaluando en el concierto internacional, de manera mucho pero mucho muy acelerada; No sólo en los renglones de la economía mundial, sino que ha venido trastocando el prestigio que había ganado nuestra nación en el respeto de la comunidad de naciones, no sólo del continente americano, sino en todo el mundo.

Y ni qué decir de la maloliente relación que padece nuestro país con los Estados Unidos, a partir del mandato de Donald Trump, quien ha vilipendiado vergonzosamente a nuestro país, a nuestros conciudadanos y desde luego también a nuestras instituciones, en ofensas un día y también al día siguiente.

Algunos dicharacheros identificaría a esta relación simbiótica con aquel dicho de que “nunca falta un roto, para un descosido”, aunque otros más aldeanos lo tipificarían con un lenguaje más “culteranoide”, en “latón” (que no en Latín), con la sentencia aquella de “Cucurucus non bélicus”; algo así como que “los miedosos no van a la guerra”, disfrazando su impotencia y su temor, diciendo que no quiere caer en una trampa contestándole al presidente de los Estados Unidos.

Pero también ha sido cuestionada su participación en el problema de Venezuela, y no se diga en lo tocante a su errática política migratoria, auspiciando con falsas ilusiones a ciudadanos de países centroamericanos, con demagogia que bien pronto se le está revirtiendo y por lo cual, su Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se compró ya un “un boleto” con diplomáticos de los países de migrantes.

La ostentosa ignorancia de López Obrador hirió seriamente las relaciones de México con España, tras un comentario absurdo, por inacabado e incierto, a través de una óptica personalísima, no para un mandatario de estado. El caso es bien conocido, como todas las metidas de pata, cometidas en tan poco tiempo, y de las cuales habrá que desglosarlas en breve en una perspectiva histórica por la cual, por el momento, nos atrevemos a decir que México está siendo devaluado por una clase política, que ni ha dejado de ser corrupta y si ha elevado considerablemente los niveles de ignorancia e incapacidad de quienes a través de una dogmática populista han inventado la sedicente Cuarta Transformación para secuestrar el futuro de nuestro país.

Pero, dicho con otro refrán popular: “El que a hierro mata, a hierro muere”, se puede afirmar que empiezan ya a correr de manera “viral” los “memes” cibernéticos que exhiben la mediocridad de López Obrador y sus tribus.

E insisto, ha sido pública la retahíla de burradas, por lo que he optado, muy a la mexicana, sugerir una serie de refranes con los que el verdadero pueblo está advir- tiendo ya la mediocridad y desaciertos de la actual administración, con voces como aquella que dice: “El que tenga cola de zacate, que no se acerque a la lumbre”, esto es también: “No le busque ruido al chicharrón”.

López Obrador ¡debería! Haber entendido ya que no es lo mismo andar en una permanente campaña, cuan- do habría llegado el tiempo de ejercer un verdadero mandato responsable a favor de TODOS los mexicanos, pero todo parece indicar que: “el que ha de ser centavo, aunque ande entre los pesos”, lo que otros dirían: “No es lo mismo andar de borracho que llegar a canti- nero”.

En cuanto a su nefanda relación con los güebones de la CNTE, bien cabría una discreta advertencia: “Con cuidado aparcero, que eso es querer tiznar al carbonero”. Por lo que toca a sus prome- sas, bien pronto el pueblo se dice: “Hay quien mucho cacarea y no pone nunca un huevo”.

Y finalmente en lo refe- rente a su bajo perfil para enfrentar las relaciones internacionales y sus posi- bles consecuencias, tanto en lo político, como social y económico (sobre todo), se oiría aquel dicho que reza: “Hay veces que un ocotito, provoca una quemazón”