La importancia de protestar

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por Iván Nájera Agüero.

Cuando se buscan alternativas de diálogo a la que se acude como primer mecanismo para ser escuchados, pero solo una de las dos partes busca esto, es cuando se decide realizar una protesta como alternativa a la poca disposición de las autoridades de escuchar a los inconformes. Es importante protestar, pero hacerlo ofreciendo alternativas.

La protesta sola es como decirle a la gente “detente”, pero sin ofrecerles una solución viable, lo que dificulta persuadirlos para hacer parte de la causa. Tenemos que recordar que ni en una manifestación, ni en dos ni en tres cambiarás el mundo, pero quizás si cambies conciencias, el vecino que te ve, el espectador que ve la noticia en la televisión, el familiar que te pregunta, el turista que te observa, el joven que pasa por ahí… y si lo piensas fríamente qué hay más poderoso que cambiar las conciencias… conciencias que quizá no se sumen a la siguiente manifestación, pero si serán conciencias que se irán a casa y pensarán sobre lo que han visto o leído, conciencias que crearán debate en el trabajo, en casa o en redes sociales, conciencias que buscarán sus propias formas de lucha, conciencias que transformen el mundo a su manera, quizá dejen de votar a tal partido o a tal otro, quizá dejen su trabajo, quizá decidan mudarse al campo a buscar alternativas de auto gestión, quizá ocupen espacios ajenos que lleven años desamparados y los conviertan en centros sociales donde la gente pueda tener acceso a la cultura y al debate de una manera gratuita, quizá tan sólo lean la noticia y cierren el periódico, quizá en la próxima manifestación ya estén más enterados de lo que pasa y asistan.

Hay miles de quizás, pero lo hermoso de ello, es que estos quizás no podrían ocurrir sin protestas sociales, sin manifestaciones, no podrían ocurrir si no vieran a la gente en la calle manifestándose, porque si no hubiese protesta, esas conciencias seguirían como siempre, ninguna se preguntaría siquiera ¿por qué hay gente en la calle que está enfadada?
En el momento, puede surgir la sensación de que las demandas públicas no van a llevar a ninguna parte; que aquellos en el poder están atrapados en una cierta mentalidad y no pueden cambiar su forma de pensar.

Recordemos que la gran mayoría de los cambios sociales se han ido dando poco a poco, y no creo que vayamos a ver el cambio inmediato, pero quizá la siguiente generación, libre del pensamiento del pasado, y ver que las opiniones de los manifestantes tenían sentido sean los nuevos participantes y testigos de dicho cambio.

Para tomar en cuenta:
García Márquez escribió en La mala hora que “la vergüenza tiene mala memoria”. Era una manera de decir que la vergüenza nos interpela de tal modo que intentamos no recordar aquello que nos ha ruborizado, porque no seríamos capaces de convivir con nuestro sofoco durante mucho tiempo.
En cambio, los y las sinvergüenzas son a menudo especialistas en fingir ser auténtico(a)s santo(a)s.