Torreón y las guerras indias

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1757

por Juan Martínez Veloz.

Fragmentos (reelaborados) del libro Juan Martínez Veloz “Torreón; Historia y prospectiva de la Ciudad de los Grandes Esfuerzos”, Editora Laguna, México, 2005.

Los primeros pobladores seminomadas de esta región árida del sur de Coahuila llegaron hace 12,000 años y se asentaron entre los ríos Nazas y Aguanaval. México a través de los siglos los denomina genéricamente como Nahoas. La caza (venados, conejos, aves acuáticas), la pesca en ríos, la recolección de frutos (tunas) y semillas eran las principales actividades productivas. En agricultura sólo hay registros del cultivo de la calabaza. Las huellas más claras de las tribus indígenas en La Laguna se encontraron en 1953 en la Cueva de la Candelaria cerca de San Pedro de las Colonias.
Físicamente eran de estatura crecida. (Pablo Martínez del Rio: Cueva de la Candelaria, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

Durante los siglos IX a XV el actual territorio que comprende al municipio de Torreón y la región norte de México (Durango, Coahuila, Chihuahua, Texas; formaron parte de la Gobernación de la Nueva Vizcaya;
posteriormente Provincias Internas de Oriente fueron habitado por algunos indios nómadas, Irritilas (nombre dado por el historiador Orozco y Vera). En el norte los conquistadores españoles (a partir de 1557 con la fundación de Zacatecas y 1563 Durango) y su ambición por obtener riquezas de aquel desconocido territorio se toparon con pueblos de indígenas que nunca se sometieron.

Inicialmente los grupos indígenas seminomadas (más los del norte de Coahuila y sur de los EUA) los recibieron sin grandes despliegues de hostilidad, pero luego se fueron tornando más violentos cuando los colonizadores quisieron obligarlos a tener una vida sedentaria y hacerlos trabajar como esclavos en las haciendas, las misiones, las minas y las llamadas encomiendas (institución jurídica de Virreinato para colonizar territorios indígenas).

El cronista Gaspar Pérez de Villagrá describiendo a los indígenas del norte (citado por Vito Alessio Robles) señala: “En el norte ‘los bravos barbaros gallardos’… nunca se sometieron en realidad, y cuando lo llegaron a hacer, esporádicamente y por breves temporadas, concertaron tratados de paz con los virreyes, tratando de potencia a potencia, y siempre exigieron que se les suministraran vestidos y alimentos, a cambio de su sumisión, casi siempre precaria, no de trabajo. En las provincias septentrionales los españoles hubieron de labrar la tierra con sus propias manos para mantener y vestir a los indios y para repeler sus frecuentes acometidas”.

Se tienen registros de invasiones indígenas a Mapimí en los años 1648, 1653,1659, 1715, 1832 (Ver Antonio Arreola Valenzuela La Región Lagunera; Instituto de Investigaciones Históricas, UJED, Durango, México, 2002, p. 68); Dr. Manuel Terán Lira: Indios Laguneros, Cuadernos del Norte, Torreón, Coahuila, México, 1981). Esta lucha se prolongó por cerca de tres siglos sin que los españoles lograran dominarlos completamente, ni que los aborígenes cejaran en su manera de ser, hasta que sobrevino la extinción casi completa de dichos grupos indígenas.

Las tierras que comprenden lo que hoy se denomina como Torreón (1,948 kilómetros cuadrados) formaron parte durante el Virreinato Español de la Gobernación de la Nueva Viz- caya y por “derechos de conquista, mercedes” pasaron al dominio del conquistador vasco Francisco de Urdiñola, mediante cedula real emitida en Madrid España en enero de 1608). Agustín de Echeverz y Subiza, de Pamplona, España; Marqués de San Miguel de Aguayo y Santa Olaya a partir de 23 de noviembre de 1682; ex protector de indios en San esteban de la Nueva Tlaxcala, hoy Saltillo, al contraer nupcias con Doña Francisca Valdés Alcega y Urdiñola (segundo matrimonio) biznieta del conquistador entró en posesión de esas tierras y después solicitó su ampliación.

Los títulos de adquisición de las tierras del Marquesado de Aguayo fueron 5 que se expidieron en distintas fechas: 6 de noviembre de 1717; 27 de enero de 1731; 22 de junio de 1740; 12 de julio de 1740 y 31 de mayo de 1760. Se extendía desde Mazapil (Zacatecas), Saltillo, Patos (General Cepeda), Parras, Monclova, Torreón, Coahuila; Mapimí y Lerdo, Durango. (José Reyes Mireles López, San Pedro de las Colonias, imprenta Río Nazas, México 2007, p.63). Posteriormente, debido a las grandes deudas que adquirieron los herederos del terrateniente español, el 9 de septiembre de 1825 fueron vendidas en la Ciudad de México todas estas propiedades a las compañías inglesas Baring Brothers and Company y Staples and Company.

El Marquesado de Aguayo llegó atener hacia 1844 (fecha en que se vendió a los hermanos Sánchez Navarro) 6’540,847 hectáreas, equiparables a unos 66,766 kilómetros cuadrados. En el año de 1848 Leonardo Zuloaga Olivares (originario de Parras) y Juan Ignacio Jiménez (originario de Cuencamé) adquirieron por la cantidad de 80 mil pesos de sus segundos dueños, Jacobo y Carlos Sánchez Navarro (quienes antes habían comprado la propiedad en 1840 a las compañías inglesas) las tierras que en aquel entonces eran conocidas con el nombre de San Lorenzo de la Laguna.

Consumada la Guerra de Independencia de México en 1821, los estados del norte de México se vieron afectados por sucesivos ataques y saqueos por parte de indios salvajes, tales como los Apaches y Comanches, quienes provenían del altiplano del territorio de los Estados Unidos y que fueron confinados al sur del vecino del norte en una situación de franco exterminio. El incremento de las invasiones hacia México se debió principalmente al avance colonizador que hubo por parte de los anglosajones en algunas regiones de Texas y Nuevo México.
Para detener las invasiones de Apaches y Comanches de EUA, los gobiernos de México también diseñaron estrategias con otras tribus. El presidente mexicano Joaquín Herrera les otorgó ciudadanía y tierras a los negros Mascogos e indios Semioles en la frontera norte (El Nacimiento en municipio de Melchor Muzquiz) para servir como tropas guarda fronteras entre 1850-1870. (Conaculta; Recetario Mascogo de Coahuila, México, 2000, p.23.)

Existió otra vertiente indígena colonizador en Coahuila que fue la de los indígenas Tlaxcaltecas que acompañaron la labor de las Misiones en el estado de Coahuila en el siglo XVI y fundarían varias villas como San Esteban de Nueva Tlaxcala, Santiago de Saltillo, Nuevo Almadén (Monclova), Santiago del Álamo (Viesca). (Ver: Vito Alessio Robles: Coahuila y Texas, Porrúa, México 1979, p. 13).

juanmartinez_veloz@yahoo.com