Autosuficiencia alimentaria, un viejo anhelo

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José C. Serrano Cuevas.

Durante décadas, los aparatos del gobierno federal mexicano han pretendido lograr la autosuficiencia alimentaria. Se ha implementado cualquier cantidad de programas destinados a cumplir con esa demanda nacional. Sin embargo, los resultados han sido magros, catastróficos.

Tener la capacidad para producir la mayoría de los alimentos que precisa una nación, es una tarea magna que requiere el concurso de múltiples actores que, enfoquen sus conocimientos, experiencia y capacidades hacia el beneficio colectivo, y no a intereses particulares.

En el mes de enero de 2018, líderes de organizaciones campesinas, indígenas y afromexicanas se reunieron en la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para crear el «Movimiento Plan de Ayala Siglo XXI», con el fin de construir una estrategia para la salvación del campo mexicano.

El movimiento lo encabezan 24 líderes de dichas organizaciones. Estuvieron presentes y actuantes, entre otros, Álvaro López Ríos, Marco Antonio Ortiz Salas, José Narro Céspedes, Max Agustín Correa Hernández, dirigentes añejos en estos menesteres.

En sus ponencias refirieron que «en los últimos 35 años de políticas neoliberales implementadas por el  PRI y el PAN, han colapsado al campo mexicano y, ahora, arruinan aun más a los campesinos para seguir otorgando el beneficio a las grandes corporaciones; tanto, a las que acaparan y especulan con las cosechas, como las que introducen paquetes tecnológicos destructivos».

Lamentaron que «hoy importamos la mitad de lo que comemos. Y en el campo existe pobreza, malnutrición, deterioro ambiental, migración, inseguridad y violencia. Las políticas públicas ignoran a los campesinos, indígenas y afromexicanos, al considerarlos sólo como personas en situación de pobreza y no como sujetos productivos, ni como factor estratégico para resolver el problema del hambre y de desarrollo en el país».

En consonancia con los planteamientos del Movimiento Plan de Ayala Siglo XXI, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) sostiene que la autosuficiencia alimentaria es una estrategia que implica avanzar en una mayor producción interna de granos, en particular maíz, frijol, trigo harinero; así como en leche, carne de res, cerdo, pollo y pescado.

La Sader, a través de su estrategia, «busca tanto aumentar la cantidad de insumos que se requieren para producir alimentos: semillas, fertilizantes, diesel, abonos, maquinaria y equipo, como transitar a modelos de producción sustentables y ampliar la oferta de bienes y servicios del Gobierno Federal a los productores rurales».

La estrategia busca asegurar el abastecimiento de alimentos para satisfacer  las necesidades de las poblaciones locales; asimismo, pretende aumentar la productividad de los pequeños y medianos productores, «ya que representan el 90 por ciento del total de productores del país y generan la mitad de la producción nacional».

No obstante la afinidad de las propuestas pensadas por los líderes de las organizaciones campesinas y las autoridades federales del sector  agrícola, existe un planteamiento gubernamental que está generando desacuerdos entre ambas partes: Apoyos directos concentrados en productores de granos de pequeña y mediana escala y que se entregan previo a la siembra para que puedan financiar la compra de insumos o concentración de servicios relacionados con dicha actividad.

El desacuerdo arrecia tras las declaraciones del presidente de la República, quien ha reiterado «que el beneficio directo, sin intermediarios, es la mejor forma de evitar la negociación entre dirigentes privilegiados, funcionarios y legisladores, mientras que los campesinos siguen igual de pobres».

El 8 de agosto último, en la capital del país y en otras 22 entidades de la República organizaciones de productores reclamaron más recursos para el campo. Con bloqueos en carreteras, vías férreas, terminales aéreas y puentes internacionales, así como toma de edificios gubernamentales exigieron a la Federación aumentar el presupuesto para el campo y la entrega oportuna de apoyos.

La esencia de la protesta es incuestionable e irrefutable; la forma de hacerlo es anacrónica: los campesinos y productores de pequeña y mediana escala no necesitan vejigas para nadar; el intermediarismo es un obstáculo pernicioso, casi irremontable para lograr la autosuficiencia alimentaria.