La corrupción siempre viva en Coahuila

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Armando Montalvo Olivo.

El ex gobernador interino de Coahuila, Jorge Torres López, siempre vivió escondido en Saltillo sin ser juzgado por ninguna autoridad coahuilense.

Se pueden instalar cámaras, implantar sistemas complejos, alentar la denuncia entre los coahuilenses, practicar auditorías, instrumentar la rotación de personal y estigmatizar socialmente al corrupto. La realidad es que la corrupción nació para quedarse. Nunca desaparecerá por completo de nuestro Estado.

La corrupción está presente en todas las épocas y en todas las culturas. Ha sido un problema desde el comienzo de la historia humana para ser hoy, por sus implicaciones sociales y económicas, el problema número uno del mundo.

No existe sociedad sin corrupción. Hay por lo menos diez países que castigan con la pena de muerte la corrupción. China está a la cabeza. Tan poderosa es la pulsión por violar las reglas que solo la amenaza de muerte puede contenerla. La corrupción omnipresente delata nuestra condición impura. Es necesario que México se una a este grupo de naciones para que la corrupción se frene.

De acuerdo al libro “La corrupción nunca desaparecerá por completo” de Leslie Holmes, afirma que habita en cada uno de nosotros sin que lo sepamos. Pero qué significa la corrupción, según Transparencia Internacional: es el abuso de poder confiado a alguien para obtener una ganancia privada.

Esta ganancia no refiere siempre a una retribución económica. Por ejemplo, el nepotismo. Hay quienes hacen favores desde un puesto público para tener más poder, no unicamente dinero.

Las evidencias en los países desarrollados en Europa, señalan que es igualmente corrupto el rico que el pobre, el educado que el inculto. Asimismo está comprobado que “los sistemas políticos con una alta proporción de mujeres en el gobierno generalmente tienen niveles de corrupción más bajos que los que tienen una menor representación femenina.

Hay corruptos en todas las culturas, en todas las religiones, en todos los estratos sociales a pesar de que, según la mayoría de las filosofías y religiones, “todos nacemos con un sentido intrínseco del bien y del mal”.
En Coahuila se niegan a conocerla, a localizarla así como a medir su extensión, identificar sus causas, encontrar las áreas de riesgo que per- miten su reproducción, examinar sus mecanismos de operación, exhibir sus efectos y estudiar las experiencias exitosas. Solo así se podrá traducir la indignación en una estrategia exitosa para combatirla.

La corrupción es un lastre por los enormes costos económicos, políticos y sociales que ocasiona en todos los estados de la república mexicana, que la padecen con mayor agudeza.

Ahí, tienen los casos del ex gobernador interino de Coahuila, Jorge Torres López, siempre vivió escondido en Saltillo sin ser juzgado por ninguna autoridad coahuilense.

Ahora, está bajo proceso legal, pero en Estados Unidos. Hizo y deshizo lo que quiso durante el tiempo que dirigió el Gobierno de Coahuila. Y si alguien lo sabe, solo tienen que preguntarle a quien fue su ex secretario de Gobierno, David Aguillón Rosales.

Otro caso, es el del ex tesorero de Coahuila, Javier Villarreal, a quien se le señala de ser el principal operador de la deuda pública de 33 mil millones de pesos que ocurrió durante el sexenio del ex gobernador Humberto Moreira Valdés, con él pasó lo mismo que con Jorge Torres, es procesado en el vecino estadounidense, pero libre. Sin ser molestado por nadie y con dinero que dispuso del erario público coahuilense. Ahora, lo gasta en lo que quiere.

Volvió a suceder con el caso del empresario lagunero Juan Manuel Luevanos Muñoz “El Mono”. Hizo negocios de todo tipo y siempre protegido por las autoridades de los tres niveles de gobierno. En Coahuila y en nuestro país, no se le procesó, tuvo que ser Estados Unidos quien decidió abrirle un proceso.

Colaboró con las autoridades estadounidenses como testigo protegido y vive libre en este país del norte. Su riqueza, sus empresas y su dinero sigue moviéndose en Coahuila y haciendo más fortuna sin que ninguna autoridad haga algo al respecto.

Parece increíble, pero en Coahuila sus instituciones que se perciben como más corruptas son los partidos políticos encabezados por el PRI, PAN, PRD, Verde Ecologista Mexicano y MORENA. Después le sigue la policía, los funcionarios públicos, el Poder Legislativo, el Poder Judicial del Estado y por último la corrupción en las empresas.

Costos políticos muy altos

Los costos políticos provocados por la corrupción, conllevan a que haya una insatisfacción con la democracia. La mayoría de los habitantes en Coahuila no confían en quienes hacen política y muchos menos en sus legisladores.
Hay ex alcaldes de varios municipios como Saltillo, Arteaga, General Cepeda, Ramos Arizpe, Ciudad Acuña, Torreón, Monclova, San Juan de Sabinas y Piedras Negras, entre otros, que saquea- ron sus arcas y siguen sin ser molestados por nadie.

Solo hay que preguntarle al fiscal Anticorrupción, Jesús Flores Mier y al Auditor Superior del Estado, Armando Plata Sandoval. Ambos se acusan mutuamente de no hacer bien su trabajo.

En Coahuila, la corrupción desplaza problemáticas tan sentidas como la inseguridad y la delincuencia. La percepción de la corrupción en Instituciones es tajante, los policías de tránsito y los municipales son las corporaciones más deshonestas, contrastando con el ejército y la marina.