Rupestrerías

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Rufino Rodríguez Garza.

El Estado de Coahuila destaca en este tema de forma nacional, así como internacionalmente.

Las rocas fueron los cuadernos del pasado y en esas piedras están los mensajes que los antiguos pobladores del desierto nos dejaron y que poco a poco iremos descifrando.

Pero… ¿quiénes fueron las personas que nos dejaron estas manifestaciones? La respuesta es sencilla: los cazadores-recolectores

Estos hombres que habitaban y vivían con muchas dificultades y penurias en el Semidesierto del norte de México.

 Basta recorrer localidades de estos rumbos para encontrarnos con vestigios de aquellos que nos antecedieron en el tiempo.

Varios autores y estudiosos relacionados con el tema (Carlos Manuel Valdez, Solveigh Turpin, el Profesor Carlos Cárdenas) refieren que la llegada del hombre antiguo a estas tierras tiene una antigüedad de más de 10,000 años.

 Un ejemplo de la presencia de vestigios de los habitantes del desierto es lo que podemos observar en las partes bajas o en los llanos: las chimeneas, esos rodetes de piedras cuya utilidad era para proteger el fuego del viento, fuego que, por supuesto se usaba para preparar alimentos, pero también para calentarse en invierno, ahuyentar animales, alumbrarse por las noches y hasta para hacer señales a la distancia.

  Algunas de estas señales ya han sido estudiadas e inclusive descifradas por especialistas, las cuales tenían un lugar importante en la sociedad de los hombres del semidesierto, pues eran básicas por si se avizoraban individuos en el horizonte; se avisaba si eran amigos y/o enemigos y la cantidad de  indi- viduos que contenían las hordas.

 Caminar por estos parajes es toparse con otros vestigios como son los petrograbados, las pinturas, los geoglifos y material lítico que ya cada vez es más difícil observar, nos referimos a flechas, lanzas, buriles, raspadores, cuentas, morteros, metates y alisadores.

 El arte rupestre son esas extrañas figuras grabadas y/o pintadas en las rocas donde los cazadores-recolectores dejaron plasmados sus hasta ahora indescifrables mensajes.

 Para poder realizar el estudio de los petrograbados podemos dividirlos en naturistas y abstractos, y a su vez cada una de estas fracciones contienen nuevas subdivisiones.

 En general por naturalistas podemos considerar aquellos dibujos que contienen o que reflejan cosas relacionadas con animales, plantas, figuras humanas, partes del cuerpo (pies, cabeza, manos, etc.).

 También consideramos naturalistas los grabados de herramientas para la cacería o la defensa, como serían: proyectiles, lanzas, cuchillos enmangados, arco y flechas, el átlatl y algunos símbolos astronómicos que nos indican orientación: el sol, la luna, y planetas como Venus, etc.

En el caso de los grabados de figuras abstractas son muy abundantes, aunque de difícil interpretación ya que se componen de dibujos sin aparente congruencia entre sí, pero que nosotros, gente del siglo XXI, no podemos entender el mensaje.

 La economía de los cazadores-recolectores era de subsistencia; cazaban y recolectaban para sobrevivir. La fauna era variada, iba desde mamíferos como venados, osos, bisontes o algunos roedores, también reptiles tales como tortugas, víboras o lagartijas, a veces aves, peces y algunos insectos como los gusanos de las palmas.

 El alimento a recolectar era muy variado y dependía de la región y de la temporada la cual variaba en el transcurso del año, por ejemplo, la flor de palma, los mezquites, las tunas, las pithayas, granjenos y algunas raíces de tubérculos se daban en temporada de lluvias o de secas y las cuales les proporcionaban los nutrientes para la dieta de todos los días.

 Hay dichos populares y ancestrales que dicen que…”lo que corre, repta o vuela, directo a la cazuela”. o hay otro que reza que… “lo que se mueve, se come”.

 La constante de los nativos era la de preocuparse, pero sobre todo la de ocuparse, por el alimento.

 Buscar la comida y los aguajes, enterrar a sus muertos, marcar sus territorios y defenderlos de sus contemporáneos que tenían las mismas necesidades de ellos, nos habla de cultura.

 Periódicamente estas tribus dispersas se reunían con el objeto de intercambiar productos, sellar alianzas y la de emparentar matrimonios, ya que no se casaban entre los mismos habitantes o familiares, es decir no practicaba la endogamia. A estas reuniones se les llamaba Mitotes. Eran eventos de uno o dos veces por año.

 Coahuila ocupa el 8% del territorio nacional y no son pocos los sitios con que cuenta con arte rupestre. Esta situación nos coloca en un honroso tercer lugar con sitios registrados. Solo están por arriba de Coahuila, Baja California y Nuevo León. Coahuila merece subir al segundo lugar y seguramente lo hará cuando se registren todos los sitios por el INAH.

 En general podemos decir que la gente del desierto supo sacar provecho de los pocos recursos que éste -con mucha dificultad y esfuerzo- proporciona. Gente que vivió en un sano equilibrio con su medio ambiente, que nos legaron sus artísticos grabados y las no pocas pinturas, pero que también dejaron vestigios de otro tipo de arte rupestre poco estudiado por la complejidad del mismo como son los geoglifos.

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