Nuevo satélite del PRI

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José C. Serrano Cuevas.

Alfonso Cepeda Salas, secretario general del SNTE, está muy cerca de tener su propio partido político.

Aferrados a prácticas insanas para hacer política en México, los líderes sindicales tuercen, sin empacho, los ordenamientos jurídicos que dan sustento a la cultura de la legalidad.

Han olvidado, voluntaria o involuntariamente, que el sindicalismo es el movimiento o sistema que permite a la representación de la clase trabajadora de una institución la defensa de sus intereses.

El sindicalismo aspira a mejorar la situación de los trabajadores en el mercado laboral. De este modo, sus dirigentes desarrollan negociaciones con las autoridades y patrones para lograr, entre otras reivindicaciones: incremento salarial, condiciones óptimas en los sitios donde desempeñan su trabajo, permanencia y promoción hacia otros puestos, mayor protección social, etcétera.

Aunque la labor del sindicalismo se vincula a la política, su finalidad no es representar políticamente a los trabajadores, ya que los sindicatos no son partídos políticos. La esencia del sindicalismo radica en la defensa de los intereses de la clase trabajadora en el plano laboral.

No obstante las advertencias contenidas en instrumentos que regulan la formación de partidos políticos, dos gallos de pelea con las navajas bien amarradas saltan al palenque animados por las porras de sus huestes.
Alfonso Cepeda Salas, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), está muy cerca de tener su propio partido político. A través de la asociación Grupo Social Promotor de México (GSPM) y, con el apoyo de la estructura del desaparecido Partido Nueva Alianza (PANAL), cumple con los requisitos de la ley para obtener el registro, mismos que deberá acreditar el Instituto Nacional Electoral (INE).

Fernando González Sánchez, yerno de la otrora poderosísima dueña del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales, dijo que el GSPM está violando la ley al utilizar al sindicato para afiliar a ciudadanos. El ex subsecretario de Educación Básica y Normal durante el sexenio de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, señala que el artículo 2o. de la Ley General de Partidos Políticos prohíbe cualquier forma de afiliación corporativa. Él mismo, con la participación de la agrupación Redes Sociales Progresistas (RSP), busca el registro como partido político nacional.

Mientras los grillos le dan a la rascadera con insulsas piezas retóricas, el GSPM, hasta el 17 de diciembre de 2019 tenía 325 mil 602 afiliados y había celebrado 289 asambleas distritales. La ley establece como requisito contar con 233 mil 945 militantes y 200 asambleas. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya casi tiene en la bolsa un nuevo satélite, un pequeñín más que se suma a la chiquillada. Es obvio que el actual consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, simpatizante (o militante de clóset) del multicitado PRI le dé su bendición.

Cabe recordar que la primera vez que el SNTE formó un partido político fue en 2005, con la anuencia del entonces consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Luis Carlos Ugalde Ramírez. La dirección del PANAL quedó en manos de Elba Esther Gordillo Morales, quien se mantuvo como su líder moral hasta 2013, cuando fue detenida acusada de desvío de recursos de la organización gremial.

Pese a la inutilidad de los partidos políticos, equiparables con los parásitos que medran en las monarquías, aún hay quienes, ingenuamente, piensan que tales engendros son indispensables para la democracia. En fin, allá ellos, como dijo el Padre Amaro.