Carencia de especialistas forenses

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José C. Serrano Cuevas.

La Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP) ha emitido una convocatoria para contratar a antropólogos físicos y arqueólogos para que se hagan cargo de tareas específicas en el ámbito forense. Esta es una muestra de la enorme carencia de especialistas en ambas disciplinas, que ocurre casi en todas las entidades federativas del país.

Expertos en temas forenses, como el médico Abimelec Morales Quiroz, integrante de la Comisión Científica de Identificación Humana de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), han señalado que “la convocatoria obedece a carencias reales, porque en todas las fiscalías y procuradurías de la República hay muy pocos antropólogos físicos y muchos menos arqueólogos”, por lo que el personal reclutado, seguramente, se destinará a apoyar a los estados con mayor número de casos de fosas clandestinas, como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas, Sinaloa y Chihuahua.

Un tema tan relevante como el que se aborda en esta colaboración, exige poner en blancas y negras nociones esenciales de estas dos disciplinas.
La antropología física forense brinda al especialista en la materia los conocimientos de la morfología ósea, que le permiten diferenciar restos óseos humanos de los que no lo son, estimar la edad a la muerte de una persona, diferenciar los elementos óseos de un sujeto masculino de uno femenino.

Una de las principales metas de la antropología física forense, al analizar los restos humanos recuperados, es su identificación positiva, lo que significa llegar a conocer la identidad del individuo.

La identificación de los restos debe iniciarse en el lugar mismo de su hallazgo, el levantamiento debe ser cuidadoso con el objeto de que se pueda obtener información suficiente para la investigación criminalística posterior, pues si la información que se tiene de los restos óseos es incompleta, dificultará la identificación.

Para lograr dicha identificación el antropólogo forense puede utilizar una serie de elementos de confrontación tales como: detalles anatómicos, tatuajes, restauraciones y prótesis dentales o de otro tipo únicos en el individuo y que, evidentemente, se manifiestan antes, durante y después de su muerte.

Hay otras dos tareas en las que el antropólogo físico forense puede contribuir: determinar los mecanismos de la causa de muerte y documentar los eventos antes, durante y posteriores a la muerte de un individuo que falleció de manera repentina, inusual, violenta o por otras causas y circunstancias, en lo inmediato, inexplicables.

La arqueología forense es la aplicación de las metodologías clásicas de esta ciencia a la resolución de cuestiones médico legales. Su ámbito de estudio comprende desde cuerpos hallados en superficie, casos en los que el arqueólogo forense no necesita excavar, pero sí es importante su presencia para asegurarse de que se recojan los indicios adecuadamente y, que no se deje materia importante en el escenario, lo cual pudiera a la postre repercutir en la imposibilidad de cerrar un caso.

Otro contexto de la arqueología forense es la localización y excavación de enterramientos y fosas clandestinas. Vienen enseguida las exhumaciones que se producen cuando existe una controversia judicial o cuando existen dudas acerca de la identidad de la persona o las causas de muerte, si bien se sigue un procedimiento muy similar a la excavación de fosas clandestinas es diferente, puesto que se supone que ya está localizado el sitio de enterramiento y que se debe saber a qué profundidad se hallan los restos.
La antropología física forense y la arqueología forense deben vincular sus prácticas y saberes a la dactiloscopia y odontología forenses; integrarse como un equipo inter y multidisciplinario en beneficio de quienes aún esperan la recuperación de cuerpos o restos humanos de seres inocentes, cuya ausencia todavía duele y duele mucho.

Debe llegar el día en que ningún cadáver o restos óseos sean depositados en la fosa común, por no haber sido identificados.