Un gobierno agobiado que pierde la confianza social
Luis Fernando Hernández González.
La participación ciudadana en México tiene un alto significado dentro de los cambios que en este tiempo experimenta el país, toda vez que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la titularidad del Poder Ejecutivo de la Nación, hoy en día son una muestra clara de haberse elegido a un hombre por lo sentimientos y no por las cualidades capacitadas de liderazgo y estrategia objetiva que demandaba este país de más de 128 millones de habitantes.
Considerando que después de haber sido electo el 1 de julio de 2018 esta nueva administración federal proponía optimistas expectativas ya que el gobierno que encabezaba Peña Nieto, cedía sin reserva sus facultades operativas en todos los terrenos correspondientes a la conducción administrativa y legal de la nación, situación que hasta hoy y después de haber trascurrido r más de 760 de este gobierno que encabeza López Obrador, no se perciben muestras de claridad y mucho menos de sentido, que den rumbo y certidumbre hacia dónde se dirige México, en una crisis que día a día se agudiza, además agregue usted, que no existe la claridad que en sus aplicaciones públicas se persiguen y mucho menos metas que se buscan obtener para lograr un desarrollo sustentable en la sociedad mexicana, salvo aquellas de corte populista y clientelar con las que especula el gobierno y sus medidas contra la pobreza.
Pues de todos es conocido, que el propio mandatario, se ha concretado solo a hacer señalamientos de responsabilidades a toro pasado, bajo el solo argumento de la corrupción, aderezándolo con expresiones de deshonestidad y conjeturas que en todo emplea para denostar y adjudicar adjetivos, que solo en sus esquemas mentales hoy en día cobran emoción y sentido, cuando él mismo bien lo sabe, que en materia económica, salud, política, social, seguridad, jurídica y gubernamental cada una de estas estrategias sus resultados por México y sus sociedad han sido deplorables, siendo inmediatamente capitalizables en la arena del debate y la política de participación democrática que realizan todos sus adversarios que hoy en día, cuando lo acotan y norman en sus ambiciones de mayor búsqueda de poder, sea este presupuestal, administrativo o legal.
Surgen por consecuencia manifestaciones de disgusto que dan muestra clara de repudio social en distintas partes de la república, en donde a grito en cuello las personas tachan y censuran al mal gobierno de sus carencias de resultados dada su ineptitud, que para muchos no tiene fin y mucho menos se presagian mejores consecuencias para la sociedad, que cada día adquiere mayor conciencia cívica en este vano tiempo de múltiples calamidades.
La única alternativa social es el desprecio y la toma de conciencia de una población, que insatisfecha de discurso y palabrería que solo muestra un optimismo chabacano en un presidente que dice que vamos bien, que la pandemia que nos agobia a los mexicanos nos calló como anillo al dedo cobrando vidas y multiplicando las muertes ; en donde los medios anuncian el cierre de empresas y el despido de trabajadores asalariados que suman cuantiosas cantidades en cada entidad ; en donde además de los niveles de pobreza en sus mediciones incrementan en 12.5 millones de compatriotas que bajan de un nivel de consumo a otro incrementando por supuesto los índices de pobreza y por último en donde la criminalidad y la delincuencia entiende que los besos y abrazos son solo vil retórica populachera y retan en distintos puntos de la nación a las fuerzas del orden y de la autoridad constituida, como son los casos de Chihuahua, Tamaulipas, Chapas, Sinaloa, Sonora, Jalisco, Guanajuato y la misma ciudad de México.
El malestar colectivo surge en una sociedad que se percibe agraviada, agotada en su confianza pública, así como de estimulación personal y familiar, todo ello, debido a la incapacidad manifiesta que representa un liderazgo público genere nuevas energías ante estas penalidades que le atormentan en la elaboración plena de su desarrollo, lo vemos en los jóvenes, en las mujeres, en los empresarios, en los comunicadores, en los servidores públicos y profesionistas que no ven claridad en la edificación de su destino que hoy se muestra incierto.
Las redes sociales que el un día les llamo benditas el señor López Obrador, surgen en una sociedad clase mediera que se torna exigente y que eleva el tono de su voz en espacios, calles y parques para mostrarse como una sociedad de rostro y viva, la misma que busca certeza y claridad en la conducción de la nación.
Ese sector clase mediero al cual le llamamos en las capas sociales intermedio, al ser el soporte que estimula los niveles de consumo; que es menos preciado por los sectores económicos superiores y a la vez es un ejemplo de estímulo aspiracional de los sectores de mayor pobreza, son ellos, los que ya se revelan. Agrego que es esta clase social media, muestra en este siglo XXI que en 42.4% de los hogares en donde vive 39.2% de la población total del país son de clase media. Por su parte 2.5% de los hogares son de clase alta viviendo en ellos 1.7% de la población del país, mientras que en el otro lado del espectro social se tiene al 55.1% de los hogares donde desarrolla su vida 59.1% de la población mexicana.
Por ultimo solo dejo para su análisis, que la expansión de la clase media es un tema que está valorándose en nuestra participación social. Es esta fuerza mayoritaria de cultura, consumo económico, de opinión social y política, la que avanza notablemente para salir de sus limitaciones presupuestales al ser una población emergente y sin límites que está incrementando sus ingresos rápidamente. Se espera que este grupo se convierta en el principal motor de la economía nacional, así como un factor determinante en la formación de opiniones, expectativas y de exigencia en las políticas públicas, con su opinión y participación que hoy se muestra decidida y demandante de buenos resultados en la conducción del país.