“Un México fuerte para nuestros hijos”

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  • México Avante y su larga marcha hacia la reconstrucción nacional.
  • “Me mueve la gran desigualdad social”, expresa su dirigente y fundador.

David Guillén Patiño.

Tuve la fortuna de conocerle hace casi tres décadas.

Aquella mañana de verano le encontré muy entusiasmado y afanoso. No era para menos: estaba a punto de poner en operaciones su nuevo despacho jurídico: “Assidere”, entonces ubicado sobre el bulevar Francisco Coss, en Saltillo.

Llegué puntual a la cita, tras acceder, el día anterior, a que le entrevistase para el periódico Vanguardia, donde tenía a mi cargo la página de economía y negocios.

En eso, lo vi salir apresurado de una sección de las instalaciones, llevando consigo diversos objetos que fijaría en las paredes. Había que darle, dijo, una buena imagen al bufete.

Al percatarse de mi presencia, aquel joven simplemente se ahorró el saludo para consultarme directamente: “David, ¿cómo se ve el anuncio desde ahí? ¿Está bien centrado? ¿Te parece adecuado el tipo de letra?”. La entrevista pactada se habría de verificar minutos más tarde.

Así fue como inició entre ambos una larga amistad, misma que sigue vigente, con todo y que hemos seguido derroteros diferentes, no sin antes haber colaborado temporalmente en algunas áreas de su proyecto profesional y político.

Criado en la cultura del esfuerzo, si tomamos en cuenta que a finales de los ochentas se desempeñó como peón de Altos Hornos de México, Fernando Rodríguez González se autodescribe en su página de Facebook como un “soñador que actúa”, y espeta: “Quiero ver un México Nuevo. Me mueve la gran desigualdad social”.

El oriundo de Castaños, Coahuila, encabeza un prometedor movimiento social que él mismo fundó y denominó “México Avante”, a través del cual busca mejorar el statu quo del país.

Mi amigo no ha perdido oportunidad para dejar de manifiesto que es un hombre de fe y, por lo mismo, de fuertes principios éticos, tan necesarios en este tiempo de desencanto popular.

Con México Avante, cuyo lema es “Unidos Corrijamos el Rumbo”, su líder ha concebido una ambiciosa agenda de reconstrucción nacional.

Entre sus principales retos está combatir el dispendio y desterrar los malos gobiernos, convencido de que la renovación del Congreso del Estado, resultado de las recientes elecciones locales, no basta para alcanzar el objetivo.

Fernando Rodríguez, otrora priista, define así su oferta política: “queremos un México fuerte para nuestros hijos; un país libre y sin políticos corruptos”.

Pero, con todo y estas aspiraciones, el frecuente surgimiento de partidos políticos estatales, cuya particularidad consiste en extinguirse rápidamente para luego seguir operando bajo nuevas siglas o ser asimilado por otros partidos, se impone una serie de cuestiones lógicas:

¿Es México Avante una opción viable? ¿De verdad constituye la tabla de salvación que seguimos esperando? ¿Pasará la prueba de la empatía y credibilidad? ¿Posee suficiente capacidad de convocatoria? ¿Su agenda es realmente factible?

Lo más importante es saber si este nuevo partido sobrevivirá a las primeras batallas jurídicas, ideológicas y electorales que le aguardan o, peor aún, si tendrá el carácter y dignidad necesarios para sortear las tentaciones propias de nuestro sistema político.

Sin duda, actualmente enfrentamos uno de los entornos más complejos en la historia del país. Diríamos que, tras frenar un inminente estallido social, causado por un sentimiento de hartazgo, nos encontramos en el “ahora o nunca”, si damos crédito al ambicioso (utópico para algunos) proyecto de regeneración o transformación nacional que ha puesto en marcha el presidente de la república y su, hoy por hoy, vulnerado y escindido partido.

La pacificación del país es el mayor desafío que tenemos en perspectiva, no sólo en términos de seguridad pública, sino dentro de un contexto integral. La polarización de clases, los choques entre el nuevo y viejo régimen, los desencuentros con los demeritados medios de comunicación tradicionales, el antagonismo entre la federación y algunos gobiernos estatales, la integración de un bloque opositor radical, el aumento de la delincuencia organizada y sus cotos de poder, la aparición de nuevos grupos armados clandestinos, los ancestrales rezagos sociales, la errática política económica e, incluso, el pésimo papel de México en materia de relaciones exteriores, conforman un polvorín que suele amenazar con salirse de control.

Sonaría ocioso decirlo, pero vale la pena insistir en que, dados los tiempos tan convulsivos que vivimos, ya no se vale hacer malabares con la voluntad popular, ni lucrar con ella; tampoco podemos jugar a la politiquería, mucho menos participar del repugnante reparto, “en lo oscurito”, de privilegios. ¿Acaso lo sabe México Avante? Yo intuyo que sí, pues todo indica que está a punto de iniciar un nuevo estilo de lucha en favor de causas verdaderamente justas, pero, como suele decirse en momentos de definición… la moneda está en el aire.

palabras_mayores@hotmail.com