Salvador se perfila para la reelección

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Samuel Cepeda Tovar.

Se agotaron los tres años del rectorado de Salvador Hernández Vélez al frente de la UAdeC, y es momento de realizar un balance lejos de prejuicios. ¿Cómo calificar el rectorado de Salvador? ¿Qué parámetros utilizar? ¿Cuáles han sido los logros más significativos? ¿Cuáles son los pendientes? Y lo más importante: ¿Hacia dónde lleva de la mano, Salvador a la UAdeC?

Vale la pena comenzar por actos tan simples. En mi vida como estudiante universitario y como empleado jamás había visto a la UAdeC encabezando un movimiento ecologista para salvar a una tortuga en peligro de extinción, y es que estábamos tan acostumbrados a una universidad que era tradicionalmente académica dejando de lado la importante labor social que toda universidad debe encabezar y que alcanza rubros como el medio ambiente y los derechos humanos; desde ahí se notaba un cambio de rumbo, que encontró su culminación con la gran reforma al estatuto universitario, la gran vértebra normativa de la máxima casa de estudios de Coahuila.

Independientemente de los cambios en este importante documento, vinieron la construcción de andamios institucionales tan importantes como Derechos Humanos, Género y Centros de Investigación especializados. ¿Y los escándalos como la leve insurrección de alumnos? ¿Las huelgas de inconformes por motivos diversos? ¿Los escándalos de algunos malos directores?, pues terminaron en aciertos para Salvador, porque lejos de debilitarlo, lo fortalecieron en su imagen como negociador y solucionador de problemas. Ninguno trascendió, ninguno lastimó la imagen del Rector.

Es cierto, Salvador ha tenido que lidiar con una imagen de rectores que se aprovecharon de la universidad; que la deterioraron, que la ultrajaron; una imagen que lastimó por muchos años a la UAdeC, pero estos tres años de Salvador han sido para sentar las bases de la reconstrucción, de la recuperación de la confianza, de la orientación positiva de la universidad, a pesar de las circunstancias del contexto actual que ponen en crisis a la mayoría de las universidades en México y a pesar de muchos universitarios que siguen atados al pasado, la UAdeC se perfila hoy por hoy como una auténtica universidad. Con sus yerros, por supuesto que sí, con sus pendientes, pero encaminada hacia la mejora continua.

Y es preciso señalar, que muchos de los pendientes tienen relación directa con las escuelas, con el quehacer de los directores, con decisiones que la autonomía de las escuelas le impide a Salvador resolverlos inmediatamente. De poco sirve que Salvador instruya a los directores, por ejemplo, a optimizar su planta docente cuando hay directivos que siguen solapando a docentes para que cobren sin trabajar, y esto se trata ya de un clientelismo local que cada escuela debe resolver exigiendo a sus autoridades.

De poco sirve tener un Rector que pone el ejemplo haciendo ejercicio mediante senderismo si la voluntad de muchos es el sedentarismo. ¿Queda claro?

El panorama actual es complicado: un gobierno federal a veces intransigente, resentidos con todas las universidades cuando solo fueron 14 las que se portaron mal el sexenio pasado, recortes presupuestales, educación virtual. Hoy ser rector de la UAdeC es sinónimo de temeridad, de liderazgo, por ello Salvador se perfila para la reelección, porque si hay quien merece una segunda oportunidad, sin duda alguna es él.  

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