José Guadalupe Robledo Guerrero.
En mi juventud siempre pensé que al PRI solo lo echaríamos del poder con una revolución armada, así como los revolucionarios de 1910 lo hicieron con Porfirio Díaz. Por tal razón, en el año 2000, cuando el candidato presidencial del PAN, Vicente Fox Quesada, ganó las elecciones con el 42 por ciento de la votación y con la promesa del cambio, constituyendo la primera “alternancia” en 71 años de hegemonía priista, me di a la tarea de saber por qué un empleado de cuello blanco de la Coca-Coca había logrado sacar al PRI del poder, sin que éste se defendiera; al contrario, el presidente Ernesto Zedillo -antes que se emitieran los resultados finales- se apresuró a darle la victoria a su adversario panista.
Para conseguir información, me cité con “El Chapo” José Luis Flores Méndez, entonces Presidente del CDE de PRI coahuilense y con otro dirigente priista lagunero, Gabriel Calvillo Ceniceros, de los cuales no conseguí la información deseada, pues comenzaron hablando de sus compañeras de partido como si se estuvieran refiriendo a las favoritas de un harén. Decidí cortar por lo sano y abandoné la patética reunión.
Totalmente disgustado emprendí mi camino a casa, cuando recibí una llamada de José Luis Dávila Flores que terminó el sexenio de Rogelio Montemayor como su secretario, y después de la derrota priista fue nombrado delegado del IMSS en Coahuila, y su jefe Rogelio Montemayor tuvo que enfrentar el escándalo del Pemexgate, acusado de peculado, uso indebido de atribuciones y peculado electoral, por el desvío de recursos públicos (de Pemex) en favor de la campaña electoral de Francisco Labastida.
José Luis Dávila que colaboró en la casa de campaña del candidato priista Francisco Labastida preguntó ¿Es cierto que quieres saber por qué perdió el PRI las elecciones presidenciales? Si, contesté. “Entonces vamos a vernos para decirte el por qué de la derrota”. Y me citó a un restaurante de mariscos, el Castruita.
Sin preámbulo, Dávila Flores abordó el asunto: “Francisco Labastida perdió ante Vicente Fox porque muchos de los gobernadorcitos del PRI como el coahuilense Enrique Martínez y Martínez, traicionando al partido que los llevó al poder, apoyaron con dinero y votos a Fox, el adversario del priista Labastida”.
Esto viene a colación, debido a que ahora me pregunto ¿Cuántos gobernadores de los 15 que dejarán el poder en estas elecciones, apoyarán de la misma forma a Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, para conseguir impunidad por los latrocinios de su gobierno? Esto no es temerario decirlo, finalmente muchos gobernadores lo hicieron con Vicente Fox, y se dice que en la última campaña del tabasqueño AMLO otros tantos gobernadores de los partidos supuestamente contrarios a Morena, le destinaron “donativos” millonarios a las actividades proselitistas de López Obrador, por eso consiguieron impunidad, librándose de la persecución lopezobradorista.
Estos y otros más entretelones de la “política mexicana” existen y son desconocidos por la gran mayoría de los mexicanos, que además de las penurias de la pobreza, también están desinformados e inmersos en la ignorancia. Los tratos, acuerdos y pactos en las recámaras del poder son desconocidas por los mortales, más por aquellos que se debaten en la miseria, y que no tienen más referencia que votar por quienes les dan dinero a cambio de votos. Tampoco saben que ese dinero proviene del erario, del crimen organizado o de fortunas inconfesables.
Por eso, a la hora de votar muy pocos se ocupan en pensar en el país, menos en su futuro, que no es otro que el de sus hijos y nietos. Lo cierto, es que después de las elecciones de hoy, México ya no será el mismo, ahora se hará más visible la polarización entre los mexicanos que simplistamente se ha definido como chairos y fifís, entre los que están en contra de la visión gobernante de López Obrador y los que apoyan a AMLO por ser los receptores de las políticas asistencialistas de la federación y otros, los oportunistas que abandonaron al PRI, PAN y PRD para fundar a Morena y así poder acceder al poder como supuestos izquierdistas.
Por tal motivo, independientemente del circo postelectoral que se dará con las denuncias y contradenuncias de fraudes electorales que los malos perdedores siempre invocan cuando los resultados no les dan la victoria, o si los resultados no son fieles a la victoria electoral que tenía en mente el inquilino de Palacio Nacional.
De todas formas, México ya no es el mismo, pues los mexicanos llegamos a las elecciones “más grandes de la historia” divididos, enfrentados, en medio de un odio partidista promovido desde el más alto nivel del gobierno federal, y de esa manera -cualquiera que sea el resultado electoral- ninguno de los graves problemas del México actual podrá ser resuelto con un país sin unidad nacional ni esfuerzos conjuntos, porque cualquier acción de una parte será anulada por la acción de los contrarios.
De todos modos, usted salga a votar y hágalo con libertad por quien crea que representa sus aspiraciones de país, al fin y al cabo, luego de los resultados electorales y de las protestas postelectorales, entonces debemos ponernos a pensar lo que tenemos hacer, bajo aquello de que “para los grandes males, grandes soluciones”. Alea jacta est.