Medio siglo de impunidad

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José C. Serrano Cuevas.

En los días previos al 10 de junio de 1971, las inmediaciones de la Escuela Normal Superior (ENS), ubicada en la calle de Fresno número 15 de la colonia Santa María la Ribera, fueron escenario de un activismo particularmente llamativo. Jóvenes que salían del plantel con paquetes de propaganda alusiva a la marcha del jueves de Corpus. La vigilancia de los elementos de seguridad se exacerbó.

FOTO DE ARCHIVO. MOVIMIENTO ESTUDIANTIL 10 DE JUNIO DE 1971. » EL ALCONAZO » JUEVES DE CORPUS.

El pliego petitorio de los estudiantes se concretó en nueve puntos: la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y los profesores, presupuesto universitario equivalente al 12 por ciento del producto interno bruto (PIB), libertad política, educación de calidad para todos, respeto a la diversidad cultural mexicana, estricta apertura democrática, apoyo a la vida política sindical de los obreros y fin a la represión por parte del gobierno.

Para exigir sus peticiones, los manifestantes recorrieron la Calzada México-Tacuba para llegar al Zócalo, pero la explosión de una granada y el grupo paramilitar llamado Los Halcones se los impidieron.

La consigna para ese grupo de choque era disolver la manifestación a como diera lugar y capturar a los líderes estudiantiles, señala un exmilitar que hace medio siglo fue entrenador de esa organización represora. El sargento en retiro afirma que el grupo armado que hirió y asesinó ese día a decenas de estudiantes y otros civiles en calles aledañas a la ENS fue auspiciado desde el Estado Mayor Presidencial (EMP) y su cuartel general estaba en las instalaciones de Guardias Presidenciales en avenida Chivatito, a un lado de la entonces residencia oficial de Los Pinos.

Destaca, el exmilitar, que se hace llamar Juan, que el 10 de junio de 1971, el mando más conocido de Los Halcones era el coronel Manuel Díaz Escobar, quien dirigía desde una década atrás, el comando paramilitar, puesto que documentos oficiales lo señalan como el jefe de un grupo de francotiradores que actuó el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.   

 En toda esta refriega hay un episodio conmovedor: los estudiantes que lograron escapar de los agresores fueron protegidos por comerciantes de giros diversos. Una pequeña imprenta seguía trabajando para no despertar sospechas, pues resguardaron a varios jóvenes que huyeron del ataque. Los escondieron debajo de las máquinas. Esos fueron los héroes de la película, porque decidieron ser guardianes de la vida.

Luis Echeverría Álvarez, encabezaba el gobierno federal esa tarde del 10 de junio de 1971. Hoy, a sus 99 años de edad, festeja que a 50 años de la masacre del jueves de Corpus no existe ya ninguna posibilidad jurídica de que se castigue penalmente a los responsables materiales e intelectuales del asesinato de estudiantes y ciudadanos en ese fatídico año.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alma mater de varios de los estudiantes masacrados, como parte de las actividades para recordar la efeméride, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), montó una exposición virtual de fotografías alusivas al tema; además, dio paso a una serie de charlas y mesas de reflexión bajo el título 1971: Entre el ayer y el mañana.

El halconazo deja constancia de que la justicia en México es selectiva.