José Guadalupe Robledo Guerrero.
Desde el segundo año del sexenio montemayorista, pusimos atención en una empresa creada con recursos del erario, para traficar y especular con la tierra urbana: Fodeisa (Fomento al Desarrollo Inmobiliario, S. A.) que permanecía oculta a los ciudadanos y se utilizaría para hacer negocios a la sombra del poder.
El 15 de junio de 1995 hicimos una pregunta que tenía relación con Fodeisa: ¿Qué funcionario responderá por la compra de 240 hectáreas de terrenos colindantes con el Mercado de Abastos, cuyos propietarios, la familia de León, ofrecía a 15 pesos el metro cuadrado, pero fueron adquiridos a 30 pesos el metro? Así comenzó lo que bautizamos como el “macronegocio montemayorista”.
Luego, en octubre volvimos al asunto al señalar “En su Segundo Informe de Gobierno, Montemayor no mencionó a Fodeisa ni a su “macroproyecto” que pretende convertir los baldíos que rodean al Mercado de Abastos en un emporio de construcciones modernas. Tal vez el gobernador no lo mencionó porque atraería la atención, y con muchos ojos viendo no se pueden hacer redituables negocios”.
La respuesta vino el 6 de noviembre de 1995. En el periódico Vanguardia, el Secretario de Sedesol estatal y encargado del “macronegocio”, Rogelio Ramos Oranday, informó que el “ambicioso proyecto… está supeditado a que el gobernador consiga los financiamientos, pues son muchos millones”.
Ramos Oranday explicó que el “ambicioso proyecto era una plaza comercial en donde se pretende construir oficinas, bancos, hoteles, lugares de diversión, centros comerciales, etc.”. El pretexto: “Desahogar el primer cuadro de la ciudad”.
Al día siguiente, el Diario de Coahuila entraba al juego informando que: “el líder de la CTM, Gaspar Valdés, empleado de los López del Bosque, se pronunció en contra del proyecto, al demandar que el gobierno del estado priorice su gasto y jerarquice las verdaderas necesidades de los saltillenses antes de iniciar esa obra”.
Acorralado, Ramos Oranday precisó: “No tengo datos, todo está a nivel de estudios, son puras ideas y hasta el momento no hay nada definido”. Pero nada dijo sobre Fodeisa ni de la compra de las 240 hectáreas de terreno.
Al no funcionar la “aclaración” de Ramos Oranday, Montemayor lanzó al ruedo a otro de sus empleados y cómplices, Ignacio Diego Muñoz, Director General de Patrimonio Estatal, quien negó la adquisición de los terrenos por parte del gobierno, pero reveló la existencia de Fodeisa como una empresa constituida con recursos estatales desconcentrados a través del Instituto Estatal de la Vivienda (IEV). Y reveló algo más: “Fodeisa adquirió terrenos”, pero no dijo cuáles ni a quién se los habían comprado.
Ignacio Diego dijo que desconocía todo lo relacionado a Fodeisa porque: “depende del IEV, tiene personalidad jurídica y patrimonio propio. Es decir, recae en el sector paraestatal. Por ese motivo, los terrenos de Fodeisa no pertenecen al gobierno del estado, y en consecuencia no están dados de alta en el Patrimonio Estatal”. Entre más hablaban más se enredaban.
El macronegocio ya estaba descubierto, les habíamos quitado la máscara. Logramos sacarlo a la luz pública con denuncias periodísticas.
Cuando me enteré de Fodeisa le pregunté a Jorge Masso, asesor de RMS, sobre la empresa, pero evadió el tema, no contestó. Luego investigué y salió a relucir el macronegocio.
El Director del IEV, Darío Martínez Álvarez, era a su vez el Director de Fodeisa, y el jefe de comercialización era el monclovense Homero Tamez García. Cuando el gobierno reconoció la existencia de Fodeisa me di a la tarea de entrevistar a Darío Martínez, por eso hablé con su jefe Rogelio Ramos Oranday, quien le ordenó a Darío que me diera la entrevista, solicitando “hay te lo encargo”.
Entrevisté a Darío Martínez y reclamó: “No es justo que estemos haciendo las cosas bien y que se diga otra cosa”, y agregó: “Le responderé con sinceridad, tengo confianza en usted”. En respuesta le advertí: Mi compromiso periodístico es publicar fielmente lo que usted conteste.
Darío dio más datos: “Lo que se pretende hacer es un área cívica, con un parque, museos, teatro, oficinas gubernamentales y áreas deportivas, que es muy diferente a una Macroplaza”.
Según Darío, se había ocultado la constitución de Fodeisa: “Porque un proyecto de este tipo siempre se presta a especulaciones… Creo que es mejor evitar problemas. Estamos avanzando y cuando todo esté terminado, el gobernador lo dará a conocer”.
Sobre la aprobación del Congreso estatal para la creación de Fodeisa dijo: “En otros estados no lo han hecho, supongo que no se requería”. Acerca del costó de alrededor de 240 hectáreas que Fodeisa compró a la familia de León, contestó: “Hemos comprado terrenos que en promedio andará el metro cuadrado a 30 pesos… Estamos comprando todo el frente del periférico y por el frente del bulevar Fundadores… en este momento estamos en el cierre de la última operación…”.
Le comenté que la familia de León ofrecía esos terrenos en 15 pesos el metro cuadrado y que Fodeisa los había adquirido en 30 pesos. Incluso le di el nombre de los “coyotes” que participaron en la operación: Jaime López Alanís (directivo del Centro Histórico de Saltillo y sobrino de Javier López del Bosque), y Mario Castilla Sánchez, hermano del propietario del periódico Vanguardia que a la vez era parte del grupo al que pertenecía Jorge Masso Masso, asesor de RMS.
Darío se apresuró a decir: “El hermano de Armando Castilla no intervino”, pero no negó la participación de Jaime López Alanís. Darío se mostraba nervioso y molesto, dio otro dato: “Estamos comprando reservas territoriales, porque pensamos hacer vivienda”.
¿A cuánto asciende la nómina de Fodeisa? titubeando, evadiendo la pregunta respondió: “Ya le dije que son tres personas…”.
¿Por qué rehúye la pregunta? ¿Es muy difícil decir cuánto gana cada uno? Molesto contestó: “Los que tiene nombramiento como director, su sueldo ha de andar en 30 mil pesos mensuales, más las secretarias y un mozo. El Contador a lo mejor gana 6 mil pesos. Yo no tengo sueldo en Fodeisa, tengo sueldo en el IEV. Entonces estamos hablando de una nómina de 30, 40, o 50 mil pesos mensuales…”.
¿Sin considerar la renta y los gastos de oficina, la gasolina…? “Sí, sin contar los demás gastos”, me respondió visiblemente enojado.
En resumen, según Darío Martínez, Fodeisa era una sociedad anónima, donde el único socio era el gobierno estatal. Se había constituido a principios de 1995 con recursos estatales. Su capital era de 50 mil pesos. Su personal era un Director General (que según Darío no recibía sueldo); dos Directores de Área (que no tienen nombramiento); un Contador; dos secretarias y un mozo. Su nómina mensual ascendía, según el director de IEV y de Fodeisa, a 30, 40, o 50 mil pesos, cantidad semejante a su capital.
Darío ya no soportó mi cuestionamiento y arguyó que tenía otro asunto importante que atender, y que había aceptado hablar conmigo con confianza, porque su jefe (Ramos Oranday) se lo había ordenado”. Darío había dicho lo que por instrucciones de Montemayor se ocultaba a los coahuilenses.
Fue obvio que Darío Martínez Álvarez, además de molesto se quedó muy preocupado, porque días después (antes de que publicara la entrevista) Darío me mandó invitar con el conductor de la televisora RCG Antonio Dávila Campos a pasarme unos días agradables en Aspen, Colorado, esquiando con mi familia o con quien yo quisiera acompañarme, todo pagado “al fin y al cabo, allá hay todo lo que necesitamos, hasta compañía femenina”, terminó diciendo Toño Dávila.
Rechacé el soborno, sabía que no querían que publicara la entrevista. Cuando Darío le informó a Ramos Oranday sobre la entrevista, también me habló para decirme: “Hay te encargo lo de Darío”, pero hice mi trabajo, pues la realidad me ha enseñado que los políticos, funcionarios y gobernantes no quieren amigos, buscan cómplices, aduladores y lacayos. Y la verdad, no tengo talento para esas cosas.
(Continuará).
TACSA, la aerolínea de “Chuma” Montemayor…