Rubén Moreira Valdez:
sus aspiraciones y circunstancias
 

José Guadalupe Robledo Guerrero.
 
A casi dos años y medio del inicio del sexenio de Humberto Moreira, luego de un intenso trabajo ideológico, proselitista, de obras viales, combate a la marginación y solidaridad social, ha quedado claro que el hermano mayor del gobernador, Rubén, se ha posicionado como el político más destacado de la administración moreirista. Rubén, además de ser el más cercano colaborador del mandatario, es -sin lugar a dudas- el principal apoyo a las políticas, programas y pronunciamientos gubernamentales.

Considerado como el político más influyente del sexenio, Rubén ha acumulado en su haber los títulos de estratega e ideólogo del moreirismo, además de mucho poder, razón por la cual se ha convertido en el personaje más importante del gobierno en turno, y en un político que no tiene competidor a la vista. Por su labor como Presidente del PRI coahuilense, Rubén es visto como el precandidato natural a cualquier puesto de elección popular. Si las cosas continúan como hasta ahora, ¿quién podría arrebatarle la designación en una elección interna para Diputado local o federal, para Alcalde de Saltillo o para gobernador de Coahuila?

También es cierto que Rubén se ha ganado el calificativo de duro e intransigente, y es visto como el principal adversario de la oposición panista y de los políticos priistas que se sienten marginados. Aunque a decir verdad, Rubén ha mostrado en los últimos meses que también tiene habilidad para el diálogo, la conciliación, el acuerdo y la negociación política, características que ha utilizado con relevante éxito en su actual encomienda partidista.

Rubén ya fue destapado como posible sucesor de su hermano en la gubernatura, pero para lograr su aspiración no confesada, requiere de dos cuestiones fundamentales: la primera es conseguir un cargo de elección popular para poder aspirar legalmente a la gubernatura de Coahuila; y la segunda, es coadyuvar a que el sexenio de su hermano Humberto termine con éxito: sin escándalos de corrupción, sin graves acusaciones ni fracturas partidistas.

En la nueva dinámica electoral del PRI, y para asegurar el triunfo de los candidatos priistas, se ha llegado a la conclusión de designar a los que mayormente tengan la aceptación de los militantes y dirigentes de su partido, y la simpatía de la sociedad. A la fecha, Rubén se ha revelado como el priista que más reúne estos requisitos. Por eso Rubén se encuentra anotado en el primer lugar de las listas a los puestos de elección popular que se den en 2008, 2009 y 2011. Por eso, para qué quemarnos el cerebro en oposiciones que no cuentan en el ánimo de los electores.

Aunque Rubén Moreira no ha aceptado su legítima aspiración gubernamental, nadie duda hasta el momento que está anotado para contender por la gubernatura de Coahuila. ¿Qué coahuilense o mexicano con posibilidades no quisiera ser gobernador de su estado? Ninguno que se precie estar en sus cabales. Lo demás es simulación, estrategia política o impedimento legal.

Ante la posibilidad real de convertirse en el sucesor de su hermano en el gobierno de Coahuila, Rubén tiene la oposición de los que ven mal que un pariente en línea directa del gobernador en turno asuma la gubernatura del estado, seguramente porque olvidan, o no conocen, la experiencia michoacana, en donde el abuelo, el hijo y el nieto han gobernado el estado, tal es el caso de los Cárdenas en Michoacán, estado que gobernó Lázaro Cárdenas del Río, luego su hijo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y recientemente el nieto del General revolucionario, Lázaro Cárdenas Batel.

También en Tlaxcala hubo en el 2005 otro caso, el del gobernador perredista, Alfonso Sánchez Anaya, que apoyó la candidatura de su esposa, María del Carmen Ramírez, para que lo sucediera en el gobierno tlaxcalteca. Este intento terminó en la derrota electoral. En América del Sur, Argentina ha transitado por esas experiencias: Eva Perón, esposa del ex Presidente Juan Domingo Perón, fue Presidenta de Argentina. Actualmente hay otro caso, el de la señora Cristina Fernández de Kirshner, Presidenta de Argentina, quien relevó a su esposo en la Presidencia de ese país.

Este es el mundo moderno en el que se insertan las legítimas aspiraciones no confesadas de Rubén Moreira. Al margen de su parentezco en línea directa con el gobernador, lo verdaderamente importante no es si Rubén es hermano de Humberto Moreira o que se defina como un político de izquierda, sino que Rubén tenga un programa adecuado para Coahuila que convenza y apoye la mayoría del electorado de nuestro estado, y que su conducta sea la de un político honrado, capaz, conciliador e incluyente. Lo demás es simple politiquería de oposición a ultranza.

En estos tiempos, Coahuila requiere de gobernantes sensibles, que no sólo atiendan la problemática de la élite económica, política y social, pues de esos está llena la historia coahuilense, sino de mandatarios que volteen a ver la situación precaria y olvidada de las mayorías sin voz, de los desposeídos y marginados, sin importar que sean parientes cercanos del gobernante en turno. Hasta ahora Rubén tiene una buena imagen. Pero la derecha no lo quiere. Finalmente los electores decidirán si lo hacen gobernador o no...