Se desbocan los “calefactos”, el moreirismo
trata de contenerlos
 

José Armando Esquivel Garza.
 
El moreirismo es un fenómeno político. Un fenómeno explosivo y expansivo. Su llegada al poder fue impetuosa. Del grupo original, son pocos los que han escalado las alturas del poder. Aunque la mayoría tienen un lugar en la nómina, su poder es muy limitado. Algunos observadores hablan ya de que hay dos moreirismos: el de Humberto y el de Rubén.

De ninguna manera es un grupo homogéneo. En la cúpula podrá ser un grupo compacto y armónico. Pero abajo es un desmadre. En el gobierno estatal conviven diversas fracciones alineadas a alguna de las dos ramas. Esta convivencia no es armónica, y los golpes bajos menudean. En el seno de una misma dependencia, hay cotos de poder y un cotidiano duelo de fuerzas.

El estilo de hacer política de Humberto, con un uso intensivo de los medios de comunicación, es el único que conocen muchos miembros del grupo. Entonces, con audacia y sin pudor, se promueven para tratar de seguir ascendiendo en su carrera política.

Tampoco muestran recato para el uso de recursos públicos o para golpear a algún “compañero”. Incluso utilizando a los medios de comunicación, para ello.

Muchos de ellos nada saben de política ni de formas. Para ellos el PRI y el gobierno son lo mismo. Para ellos el moreirismo es el PRI-Gobierno. Para ellos no hay leyes ni reglamentos. Se piensan por encima de ellas.

Así, vemos a los calefactos organizando carnes asadas y reuniones, regalando cheques a clubes deportivos, patrocinando equipos, repartiendo materiales, despensas, leche, bolos, dinero y hasta suscripciones anuales de servicio de cable.

El moreirismo ha ido engrosando sus filas, incluso con quienes jugaron en otros bandos en las precampañas a gobernador, desplazando a los miembros originales, que eran en su mayor parte profesores.

Los aspirantes al congreso saldrán de la estructura del gobierno estatal y de algunas alcaldías. En la banca, en este momento, sólo hay priístas marginados.

Los aceleres han contaminado en tal forma las dependencias, que en los staffs se dan las pugnas, los ataques y los vetos, hay luchas por enroques y puestos que aún están ocupados.

De esta forma se obstaculizan los trabajos y se meten zancadillas a los “compañeros de grupo” y administración. “hay que hacerlos quedar mal”, es su lógica.

En víspera del arranque de los tiempos electorales de las alturas del moreirismo ha bajado un mensaje público y abierto: “el que se mueve no sale”.

Primero lo dijo el jefe del PRI estatal Rubén Moreira, quien parafraseó al obsoleto Fidel Velásquez. Luego, el gobernador a través de su secretario de la Función Pública, Ismael Ramos:

“Para nosotros como servidores públicos son tiempos de trabajo, entrega y cumplimiento de la responsabilidad que nos fue encomendada. Es importante recordarle que como servidor público, nuestra Constitución y las leyes que de ella emanan, garantizan sus derechos electorales y el ejercicio de los mismos, por ello le comunico que si por alguna circunstancia o necesidad se vieran invitados a participar dentro de actividades políticas, esto debe ser siempre en estricto cumplimiento a las Leyes Electorales y particularmente lo dispuesto en la Ley de Responsabilidad de los Servidores Públicos Estatales y Municipales del Estado de Coahuila, misma que señala sanciones por el desvío de recursos humanos, físicos y materiales. Por lo que le solicito tenga a bien comunicar al personal a su cargo el abstenerse de participar en actividades políticas en horario de trabajo, así como de ninguna manera brindar apoyos con recursos humanos, físicos y materiales afectos a la función que desempeñan como servidores públicos”

Estas instrucciones son el intento de frenar a los entusiastas y desbocados aspirantes. Ignorantes y poco escrupulosos, varios calefactos han terminado por molestar a los líderes del moreirismo.

Rubén se ha revelado como el hombre fuerte de la administración, también como el estratega. Él se encargó de desplazar a cualquiera que pudiera hacerle sombra.

Rubén ha reconstruido al PRI y lo ha fortalecido. Lo tiene listo y entrenado, para arrasar en las elecciones. Lo único que parece estarle fallado es la inmadurez y poco seso de muchos de los posibles aspirantes, quienes le están enturbiando el ambiente. Y dándole armas a la mediocre oposición.
Ha llegado el momento de meter disciplina. Una regla básica del moreirismo cuando eran un pequeño grupo. Pero que algunos parecen haber olvidado, y otros no haber aprendido.

Ni Humberto ni Rubén tendrán problemas para imponerla. Y tal vez, pronto veamos una lección, que muchos aprenderán y nunca olvidarán. Y que será muy útil en el futuro. Por ejemplo para el 2011.
Algunos sólo así aprenderán. Con la cabeza cortada.