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Agosto 12, 2010
Agosto 2010, No. 257

Pedro Ascencio Alquisiras:
el insurgente olvidado.


Mario Alonso Prado Cabrera.
Eran los últimos días del imperio español en México, Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide ya habían pactado el Plan de Iguala y los ejércitos virreinales se desmoronaban con deserciones y derrotas, pero en el centro de México la lucha seguía con toda crueldad como en los tiempos de Venegas y Calleja.

Sin dar ni pedir cuartel aquella mañana de junio de1821 las fuerzas insurgentes y realistas chocaron cerca de Tetecala, Morelos. En el salvaje encontronazo con las fuerzas del comandante Cristóbal Húber, un infante logró acercarse por la espalda y derribar de un machetazo al líder independentista; de esta forma cayó para no levantarse más Pedro Ascencio Alquisiras, el único insurgente que junto a Guerrero mantuvo después de la muerte de Morelos la llama de la libertad en la Tierra caliente, volviéndose el más legendario y temido de los insurrectos, pero que a 200 años del inicio de la independencia prácticamente se encuentra olvidado; hasta el punto que no existen grabados ni imágenes que nos lo representen y su gesta es casi desconocida para la mayoría de los mexicanos.

Esto a pesar de haber sido quien sostuvo el fuego insurgente cuando prácticamente el movimiento estaba liquidado en el resto del país, con todos sus jefes muertos o insultados (Morelos, Trujano, Matamoros, los Galeana, los Bravo, Victoria, Mina, Moreno, entre otros) y sólo se sostenían endebles guerrillas en la zona sur.

Para 1818-1819, la política apaciguadora del virrey Apodaca hizo que muchos de los que andaban a salto de mata prácticamente solos como Nicolás Bravo se acogieran al indulto; no así Guerrero y Ascencio que rechazaron cualquier negociación (recuérdese la frase del primero ante su progenitor que le pedía rendirse: ¡la patria es primero!), lo que motivó que se enconara la persecución.
Pero al contrario de otras zonas, aquí los realistas enfrentaron a un pueblo decidido, experimentado, conocedor del terreno y dispuesto a todo, que combatía desde el río Mexcala hasta Toluca con su base en el cerro de la Goleta, cercano a Acapulco.

Incluso, como señala Riva Palacio en el tomo III de México a través de los siglos, las tácticas terroristas resultaron contraproducentes, cuando se trató de acabar con las cosechas de que se mantenían las fuerzas de Alquisiras, éstos reaccionaron cayendo sobre las tropas virreinales haciéndolas huir hasta sus acantonamientos en el decisivo combate de Cerromel, esto a pesar de haberse reforzado con batallones provenientes de la ciudad de México.

Posteriormente enfrentó a las fuerzas del hasta entonces invencible Agustín de Iturbide al que destruyó su retaguardia en la cañada de Tlataya obligandolo con ello a replantear un cambio en su estrategia y buscar un avenimiento con Guerrero, lo cual ignoraba en parte Pedro Ascencio que siguió combatiendo entre los límites de Morelos y México con el objetivo de tomar Cuernavaca.

Según da a conocer la página Wikipedia, a principios de enero de 1821 se enfrentó a las tropas del coronel Rafols en Totomaloya obligándolo a replegarse a Sultepec, continuando los combates todo el mes de febrero cuando ya se había promulgado el Plan de Iguala y los comandantes realistas comenzaban a unirse al movimiento iturbidista, pero en abril tanto Armijo como Márquez Donayo siguieron la campaña contra el insurgente que siguió resistiendo durante mayo y junio causando grandes pérdidas al enemigo.

Sería a principios de ese mes cuando fue alcanzando por Húber en Milpillas cerca de la capital de Morelos tras un intento de repliegue, perdiendo la vida como ya fue señalado; su cabeza sería remitida a Armijo a Cuernavaca con el cartel “esta es la cabeza del bandolero Pedro Ascencio”, unos meses después la independencia de México tendría lugar, pero ya nadie se acordaba del valiente guerrillero, sólo años después la legislatura mexiquense agregaría al poblado de Almoloya el Alquisiras y otro más en Guerrero con el nombre completo del insurgente; pero hoy a dos siglos del inicio de la independencia, pocos mexicanos recuerdan al que mantuvo encendida la antorcha cuando ya no existía nadie que lo hiciera.

Como señala Carlos María de Bustamante éste fue un golpe terrible e inesperado para el movimiento, más cuando estando a punto de consumarse resultó aún más doloroso.

“Este fue uno de los acontecimientos más deplorables para la nación mexicana. Ascencio tenía sitiado a Tetecala, y como el Plan de Iguala se propuso la moderación en las acciones militares y trato de economizar el derramamiento de sangre, confiado en que se le trataría bien por Húber, marchó a tener una entrevista con él separándose del grueso de sus tropas, pero los realistas cargaron y envolviéndolo le quitaron la vida”.

Por su parte, Lucas Alamán dice: “Era hombre de valor y mucha viveza para el género de guerra en la montaña, y había logrado tener en inquietud el extenso territorio que se prolonga desde las puertas de Toluca hasta Mexcala, siendo obra de sus esfuerzos todo lo de importante que se hizo en el sur, aunque se haya aplicado a otros la gloria de ello, no quedándole a Ascencio ni aún la de que su nombre se haya inscrito en el salón del Congreso, en el que se han puesto los de varios que no hicieron tanto como el”. Ciertamente, este patriota espera aún el justo homenaje del pueblo mexicano por el que tanto luchó y sacrificó su vida.


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